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La estación de tren desprendía un aura de emoción, ya sea por los niños de once años que irían por primera vez al castillo o por aquellos viejos estudiantes que estaban  ansiosos por reencontrarse con sus amigos y contar todo lo que les había suce...

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La estación de tren desprendía un aura de emoción, ya sea por los niños de once años que irían por primera vez al castillo o por aquellos viejos estudiantes que estaban ansiosos por reencontrarse con sus amigos y contar todo lo que les había sucedido en las vacaciones. Su tutora, la señora Mellark, la observó con severidad una vez más antes de arreglar por tercera vez el dobladillo del cuello de su túnica. Eowyn estaba tentada a pegar un tirón y escaparse de su malhumorada tutora, pero sabía que no era prudente hacerlo. La señora Mellark jamás olvidaría tal falta de respeto y seguramente la castigaría en cuanto volviera a su casa por las vacaciones.

Una vez que la mujer le permitió alejarse, tras advertirle "cariñosamente" que no quería ninguna sorpresa de parte de los profesores, la pequeña pelirroja comenzó a buscar un compartimiento donde ubicarse. Encontró uno casi en el fondo del tren, ya que la mayoría de los vagones de adelante estaban reservados para aquellos estudiantes de años mayores. Un chico de tercer año (o al menos así parecía) le ofreció ayuda para subir su baúl y la niña se instaló en el compartimiento.

Estuvo varios minutos sola, disfrutando de la vista que la estación le proporcionaba: un montón de padres besando a sus hijos, algunos niños de su edad que parecían estar llorando, y muchísimos estudiantes que se apresuraban a subirse al tren antes de que sus padres los molestaran por más tiempo. Cuando las puertas se cerraron completamente y la maquinaria comenzó a echar humo, la niña decidió aceptar que viajaría completamente sola.

Pero, como si hubieran escuchado sus pensamientos, tres niños entraron al vagón sin permiso.

— No iba a quedarme ahí con ese niño raro. —la voz del más delgado de ellos hizo que la pelirroja saliera de su ensoñación. — Oh.

— Hola. —respondió la pequeña cuando el rubio se sorprendió de verla ahí sentada.

Eowyn aprovechó esos segundos para observar a sus otros dos acompañantes: ambos eran corpulentos y parecían ser los gorilas personales del niño del medio. Pero mientras uno de ellos la estaba mirando con el ceño fruncido, el otro parecía embobado, como si no estuviera acostumbrado a que una niña le dirigiera la palabra (algo que seguramente era cierto).

— ¿Van a sentarse? —preguntó, viendo que ninguno de los tres le respondía el saludo. — Me llamo Eowyn Shacklebolt. —dijo, entonces.

— ¿Shacklebolt? —preguntó el rubio, relajando los hombros.

Eso fue suficiente para que la niña se diera cuenta de la procedencia de los tres, aliviándose al escuchar uno de los apellidos de "Los Sagrados Veintiocho". Eowyn no se había dado cuenta hasta ese segundo, pero el niño parecía haber estado tenso como un gato.

Con un movimiento rápido, pero agraciado, el niño delgado se sentó frente a ella. — Me llamo Draco Malfoy. —extendió la mano hacia ella, quién no dudo en tomarla.

Malfoy. —repitió la niña. Su tutora estaría bailando por las paredes si se enterara que estaba hablando con un miembro de una de las familias más prestigiosas del mundo mágico. — Es un gusto.

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⏰ Last updated: Nov 05, 2020 ⏰

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DECEITFUL ↬ draco malfoyWhere stories live. Discover now