Capítulo I: "Una mañana muy común"

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 - ¡Jackie, cariño, levántate que llegarás tarde al liceo!

Jackie se removió en la cama, pero no abrió los ojos. Su madre volvió a gritar, y Jackie gruñó. A la tercera vez, Jackie suspiró y se puso boca arriba en la cama... pero no abrió los ojos.

Su madre dejó de gritar, y él se hundía en el suave placer del sueño una vez más...

La puerta se abrió bruscamente y su habitación de llenó de luz y sonido. Adiós tranquilidad.

 - Jackie, despiértate, tenemos liceo y mamá se va a enojar si llegas tarde - oyó la voz de su hermanita Rosalie, que se le hacía insoportablemente cercana y estridente.

 - Mhmmm... déjame dormir un rato más, total el liceo no se va a ir rodando.

Rosie suspiró.

 - No, pero tus notas sí. Levántate, gordinflón.

 - ¿Cómo me has llamado? - Jackie intentó hacerse el indignado, pero estaba demasiado dormido.

 - Gordinflón. Eres un vago, así que pronto vas a engordar. Y vas a ser un gordinflón.

 - Pues aún no lo soy. Además, yo no engordo.

 - Sí, claro. Si en cinco minutos no estás vestido, volveré y te hecharé una jarra de agua fría encima. Hablo en serio.

Jackie suspiró. Sabía perfectamente que su hermana era capaz de hacer algo así, por experiencia. Así que se vistió, se arrastró fuera del cuarto, entró al baño, hizo sus necesidades, se lavó la cara, se peinó y bajó a la cocina.

 - Buenos días, cariño - saludó llena de energía su madre - ¿has dormido bien?

 - Hmm - respondió Harry. Su madre lo tomó por un «sí, y por favor sigue hablando toda la mañana hasta saturarme la capacidad auditiva, mami querida». Así que Joselyn siguió hablando toda la mañana, mientras su hijo luchaba por mantener los ojos abiertos y terminarse sus huevos. Mientras, Rosie comía con entusiasmo y tecleaba en su celular como poseída.

Como todas las mañanas.

Al final, Rosie y Jackie terminaron de desayunar y fueron a lavarse los dientes; Rosie en el baño de arriba y Jackie en el de abajo. Tomaron sus abrigos (estaban en pleno invierno y había una espesa capa de nieve extendida por toda la ciudad) y sus mochilas, le dieron un beso a su madre y salieron a la mañana helada para ir al liceo. Caminaron juntos las cinco cuadras que los separaba de su destino y, una vez llegaron, cada uno fue con sus amigos del liceo.

 - ¡Cole! ¡Alan! - saludó Jackie, trotando hasta ellos, que se encontraban en un murito del patio del liceo, esperando que tocara la campana para ingresar a los salones. Como siempre.

 - ¡Jackie! ¿Qué onda? - saludó Alan.

 - ¿Tienes la tarea de matemática? - fue el saludo de Cole.

 - ¿Qué? ¿No la hiciste? - preguntó extrañado Jackie: tanto Cole, como Alan, él mismo, y toda la población estudiantil de la ciudad era de lo más correcta y cumplidora. Todos hacían hasta la tarea de matemática, lo cual era un milagro.

 - Sí la hice, pero no sé dónde la dejé. Creo que es el papel en el que Henry me hizo ese dibujo tan mono.

Henry era el hermano pequeño de Cole: tenía unos tres años.

 - De acuerdo. Te la paso en el recreo. ¿Y tú no la hiciste? - preguntó volviéndose hacia Alan.

 - Claro que sí, pero estoy casi seguro que la mitad está mal. No le quiero pasar una tarea mal hecha.

 - Ah, está bien. Si quieres, puedes compararla con la mía, aunque no estoy tan seguro que esté bien...

 - La tuya siempre está bien - interrumpió Cole - eres un sabelotodo muy sexy, Jackie.

 - Por supuesto. Algún día voy a casar a mi hermana contigo, así tenemos lazos de sangre y cuando tú gobiernes el mundo yo seré tu... esto, ¿cómo se llama al hermano de tu esposa?

 - Mejor idea es casarte con la hermana de Jackie. Parece que ambos heredaron mucha belleza, aunque distintos tipos de belleza. Esa sexysidad de Rosie...

 - Cállate. Tú, pervertido, no tocas a mi hermana - dijo Jackie riendo.

 - Pues entonces tú no tocas a la mía. Y no tendrás el placer de tenerme como el hermano de tu esposa cuando gobiernes el mundo - respondió Alan, haciéndose el enfadado.

 - Idiota. Serás mi... mascota real. Te bautizaré "Loro Real" y podrás cacarear todo lo que quieras por el palacio.

 - Jackie, los loros no cacarean. Aúllan - le corrigió Cole riendo. Jackie lo miró muy serio.

En eso, cuando Alan estaba a punto de intervenir, sonó la campana y los tres se vieron obligados a subir a clases. Tenían geografía.

 - Esto... - preguntó Alan, revolviendo desesperadamente en la mochila y en su cuadernola de geografía - ¿alguien hizo la tarea de geografía?

Jackie suspiró. Apostó su dedo meñique a que la tarea de Alan era ahora parte de la cucha del perro.

Y así pasó una mañana de lo más normal en la vida de Jackie.

Y llegó la tarde.

Y esa tarde no fue una tarde de lo más normal en la vida de Jackie.

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