La vida de Sakura, trás la muerte de su madre, el mismo día en que su tía es asesinada y ponen una bomba en su casa, da un giro inesperado. Y pronto tendrá como tarea encontrar un lugar dónde pasar la noche.
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Midori salió de la cama y miró a través de la ventana con discreción. Dos coches estaban parqueados fuera de la casa al otro lado de la calle.
Salió de la habitación y abrió la puerta continúa a la suya. En ésta, la cama se encontraba tendida y la estancia estaba limpia y ordenada. Sakura se había ido al trabajo, menos mal no estaba en casa. Eso era una buena ventaja.
Se acercó a la mesilla de noche al lado de la cama y acarició el marco de una fotografía. Sakura y ella hacían pose hacia la cámara mientras sonreían.
Sus labios se volvieron una fina línea y temblaron. Lo más probable es que hasta aquí duraría la vida pacífica y ordinaria de esa chica. Sus ojos se aguaron y captó un destello de luz debajo de una almohada de la cama. Sakura se había olvidado el teléfono. Esa chica nunca cambiaría.
Se dirigió hacia su habitación, tomó su teléfono móvil y le marcó a la única persona en la que podía confiar en todo el mundo.
_¿Midori?
_Nos han encontrado -informó.
_¿¡Qué!? ¿¡Estas segura!? ¡Te dije que...!
_No hay tiempo para arrepentimientos -la interrumpió-. Ellos están afuera de la casa en este precioso instante. En cualquier momento se pondrán en movimiento -dijo mientras sacaba ropa y se cambiaba con el teléfono en altavoz sobre una mesilla de noche.
_Midori... -la voz del otro lado de la línea sonó pequeña y débil al cabo de unos segundos de prolongado silencio. Midori apretó los ojos antes responder, cerrar la cremallera de sus botas largas de cuero y ponerse de pie, su cuerpo enfundado en un enterizo de cuero negro ajustado perfecto para la movilidad flexible de su cuerpo.
_¿Sí? -tomó una pistola.
_No te mueras -lo último que se escuchó fue como el seguro era retirado del arma y ésta fue sobada lista para ser ejecutada.
¤
_Eh.
Una mano agitó insistente su hombro.
_Mmm.
El chico se removió incómodo en su asiento. La mano se alejo y unos ojos negros se abrieron encontrándose con otro par tan oscuro como los suyos.
_¿Qué hora es? ¿Ya hemos llegado?
_Sí, estamos de regreso.
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Notas finales: ¡Nuestro Romeo ha llegado!
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