4. en casa de Seo.

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–  hyung. —saludo Félix queriendo abrazarlo.

Changbin se apartó serio, llendose del lugar.

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– hola hyung Seo —lo saludo alegre.

Pero otra vez fue rechazado.

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– hola hyung. —por cuarta vez el pelinaranja intentaba hacer conversación con el de cabellos negros.

Changbin estaba cortante, no respondía mas que con monosílabos y con miradas serias haciendo que el trabajo de Félix sea mas difícil.

– hyung, no se valla —correteo Félix

– ¿que? —gruño parando su caminata.

– puedo ir al lugar al que usted va. —pregunto dando saltitos.

– no. —

– hyung Seo — oh no.

Un pecoso lleno de lágrimas con un puchero en los labios y con sus manitas en el suelo lloraba por la crueldad del mayor no era bueno.

– Félix, pequeño. Deja de llorar —indico Seo.

– es que, me tratas mal. Yo, a mi —sollozo hipando—. Me gustas —se abrazo del mayor.

– pequeño, respira y tranquilizate. —abrazandolo lo cargo hasta una silla.

Félix era una maldita debilidad, verlo así de débil era imposible no ayudarlo, Seo se sintió mierda, como no midió sus palabras. Ahora tenia una culpa inmensa y tenia que protegerlo, de él si era necesario.

Cargándolo se quedaron uno arriba del otro, Félix escondido en el cuello de Changbin sollozaba avergonzando.

– pequeño, debemos ir a clases. —indico mirándolo.

– no quiero, quiero quedarme aquí abrazandote. —susurro molesto.

– vamos pequeño, en la salida te iré a recoger porque si tu te olvidaste de la cita, yo no. Hoy saldremos —beso su mejilla dejándolo en la silla de al lado —. Ya vámonos.

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Un ansioso Changbin esperaba al de cabellos naranjas, el mayor estaba demorando y que le tocaba con la profesora mas gritona de todas era la complicación, pero cuando pudo salio encontrandose con Seo que lo abrazo y beso todo su carita.

– hola pequeño, ¿todo bien? —asintió cogiendo tímidamente la mano del contrario.

– Changbin, a donde iremos —pregunto dando saltitos.

– a un lugar horrible —fingió horror —. A mi casa —rio viendo la cara de Félix.

– hyung, tus padres. Yo, no estoy bien —Seo negó riendo.

– vivo solo pecoso.

Los dos viajaron en el auto de Félix porque el admitió que le daba demasiado miedo el autobús, Seo acepto luego de ver que si le incomodaba los autobuses y lo entendía, el nunca había subido a uno. El no había tenido una vida de pobrezas.

– hyung, en que tanto piensa. Ya llegamos a donde me dijo. —señalo Félix el edificio de seis pisos.

– nada, bajemos pecoso. —los dos caminaron hasta la escalera.

Félix se veía entusiasmado, pero Changbin estaba triste. Como pudo invitar a la mierda de casa que tenia, estaba loco. Félix se burlaría de él viendo la cochinada de casa que tenia, era en el ultimo piso. Tenia muebles algo viejos, una televisión pequeña y una cama además de que su cocina era esas de hornilla, Félix estaría acostumbrado a lo digital a ver todo grande y perfecto y el le mostraba en la precaria vida que tenia.

– Hyung, ¿falta mucho? —sonrió Félix algo cansado.

– no, solo un piso mas —señalo arriba.

– oh, esta bien. —asintió.

Cuando Changbin abrió la puerta cogió sus cosas del mueble y de la mesa metiendo todo a su cuarto algo apurado.

– uh, que bonito. —felix daba saltitos en todo el lugar.

– Félix, hay pizza para meter al microondas o papas de microonda o pollo de microondas —hablo avergonzado Changbin.

– oh, así que no sabes cocinar. Yo te enseñare. —menciono llegando a la cocina.

– ¿quieres cocinar? —pregunto sorprendido.

– si hyung pero, puede prender esto. —señalo lo que parecía ser una cocina.

Seo tenia razón, Félix no tenia ni idea de estas cosas. Era una verdadera mierda estar enamorado de alguien con dinero. Pero no se rendiría, ese pequeño pecoso era muy bonito para estar con otro que no sea Seo.

– si claro —escondiendo su incomodidad prendió la cocina.

Varios minutos pasaron cortando los vegetales y lavando algunas hierbas hasta que estaba listo, su comida recién hecha había quedado, bien.

– Vamos Seo, comamos. —acomodo los tenedores a un lado de cada plato.

Los dos probaron la excelente comida que estaba apetecible, no habían hecho un mal trabajo.

– Biniee, sabes que mi hermano es Minho, sabes quien son mis padres y yo no se nada de ti ¿me contrarias? —sonrió inocente.

– Félix, yo... —dejo el tenedor y suspiro. — mis padres murieron hace dos años, soy como un hijo del estado, ellos me mantienen hasta que cumpla veinte y termine la carrera. —sonrió volviendo a comer.

– yo, no lo sabia. Creí que... —sus ojos empezaron a aguarse— lo siento mucho Biniee. —lloro.

– no llores bebito.—lo abrazo viéndolo llorar.

En eso tres días habían llegado a una confianza extrema, Félix ya podía abrazarlo con toda la confianza posible y Changbin no le incómoda ni un poco.

– Changbin hyung, eres mi familia —Susurro Félix besando  el cuello del pelinegro recostándose en su pecho.

Los dos quedaron en el mueble sin comer nada, recostado dándose cariño y alguna que otra sonrisa que tranquilizaba al otro. Hacían un excelente dúo, un perfecto dúo de amor.

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Le tiran hate, que asca.
Tamos románticones.

Mi Pecoso. (Changlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora