1. EL CAOS

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Las cosas parecían normales en la ciudad. De vez en cuando las redes sociales, los noticieros y otros medios de comunicación mostraban información sobre los casos de Coronavirus en el otro continente. Pero las cosas cambiaron rápidamente. Las noticias ya no eran del otro continente, sino del mundo. Los presidentes de todas partes hablaban con el pueblo, informaban las medidas de contención y de rigor. Algunas personas entraron en pánico y compraron mercado, alimentos, implementos de aseo y cosas extrañas como alimento para perros, incluso sin tener mascotas; todo esto con la esperanza de poder abastecerse y luego esconderse en sus casas sin ser conscientes del desabastecimiento que crearían para las otras personas. Sin embargo, otros, algunos por necesidad otros por necedad seguían saliendo y trabajando como si en el mundo no estuviera pasando nada.

El fin del mundo parecía avecinarse, las películas de zombis que siempre habíamos visto, ya no eran creación de Hollywood sino una realidad, lo único que faltaba en esta historia terrorífica eran los zombis. Los estados se dieron cuenta de la ausencia de respiradores, de tecnología y de elementos de contención. Pero ya era tarde, la epidemia se había convertido en pandemia, y las personas contagiadas llegaban de otros países, esparciendo el virus sin darse cuenta con tan solo un saludo, un abrazo, o una simple visita al gimnasio dejando partículas contaminadas.

El temor continuaba, la coyuntura relacionada con la salud ya no era la única encargada de atemorizar a los ciudadanos, sino la posibilidad de una gran crisis económica. Y es que la gente no entendía que la mayor parte de la población vive del dinero ganado en el día a día. El señor que vendía los aguacates al frente de la iglesia para comprar la comida de la noche, el señor que vendía cafecito en la bicicleta dándole la vuelta al barrio, la señora que salía a vender con su vestido colorido y el plato en la cabeza lleno de panelas, dulces y caramelos, la señora que visitaba la casa para planchar las ropa, la joven que arreglaba vestidos y el señor que arreglaba zapatos o aquel que los embetunaba, o el viejito que pasaba enfrente de los edificios afilando cuchillos y arreglando la licuadora y así un sin número de personas cuyos oficios dependen netamente del transeúnte, se convirtieron en personas desempleadas, sin tener dinero para abastecerse como aquellos "ricos" que vivían en la colina. Y estos "ricos" tuvieron que dejar a sus empleados ir a las casas, pagarles la nómina, detener las maquinarias, apagar las luces, y cerrar todo, con la posibilidad de que una vez la vida pudiese retornar a la normalidad, las empresas, las fábricas, los almacenes, no tendrían con que sostener los gastos, y la mayoría iría a la quiebra. Las acciones de la bolsa comenzaron a caer a niveles nunca antes vistos, el temor y el pánico absorbían a las personas de una manera abrazadora, haciendo que algunos sacaran sus dineros del banco y los escondieran bajo su colchón, otros los metieran en CDTs con la esperanza de salvaguardar su dinero para que por lo menos pasara el tiempo de crisis utilizando las herramientas financieras. Pero muchos otros por no decir la mayoría contaban con los dedos las monedas y los billetes para ver si lograban ir al mercado y comprar una paca de arroz, un kilo de frijol y unas cuantas latas de atún.

El desabastecimiento era tal, que aquellos que no tienen nevera en la casa ni un congelador, se vieron en apuros, pues la situación económica y la escasez en los mercados comenzó a afectarlos rápidamente, dejándolos en la imposibilidad de adquirir ciertos alimentos. Y las redes sociales, siendo una herramienta informática se convirtieron en un arma de doble filo, donde las personas con inconsciencia o con conciencia difundían mensajes que no solo aumentaban el temor sino también el desespero y el desconcierto de las personas.

El número de contagios aumentaba, el tiempo de cuarentena se hacía cada vez más lento, y las horas parecían no avanzar. Los reportes de contagios se hacían a las 8:00 pm y a las 8:00 am y la gente los esperaba ansiosamente, algunos por el morbo, otros motivados netamente por la preocupación.

Pero la situación continúo escalando, y sin darnos cuenta, las personas estaban muriendo, la gente estaba necesitando respiradores y la capacidad instalada en los hospitales y clínicas privadas no daban a vasto. El fin del mundo no se avecinaba para todos, pero si lo era para muchos. Las especulaciones comenzaron, ¿sería esta una medida de control demográfico? ¿Estarían los gobiernos detrás de este virus? ¿Serían los fondos de pensión los culpables? Por primera vez en mucho tiempo Lucy tuvo la duda, y comenzó a indagar sin temor a llegar a lo más oscuro, a lo más peligroso, el mismo virus. 

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Marzo 18 2020: Hola a todos, siento de corazón mucha tristeza por lo que esta pasando, pero tanta información y tanta ansiedad hacen que mi cerebro comience a divagar y a crear historias. Gracias por leer hasta acá, intentare subir partes de la historia tan pronto las escriba, pues es ahora en medio de la contingencia donde me siento inspirada. Sin embargo pido disculpas de antemano por los errores ortográficos, pues por ser una novela inspirada en esta situación, no tengo la mesura o el tiempo para pasar corrigiendo uno a uno mis errores, por lo que si los ven, por favor y si así lo quieren me lo pueden ir diciendo. Espero les intrigue lo que esta por venir y se animen a seguir leyendo. 



Los Secretos detrás del CoronavirusWhere stories live. Discover now