Granadina

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Disclaimer: los personajes de Kuroko no Basket no me pertenecen y sólo los uso con fines de entretenimiento.

La música fuerte hacía vibrar su pecho, se había mordido los labios durante tanto tiempo que aquél volumen lo hacía sentir como si fuera a caersele, el tipo con el que había estado pasando el rato ya no era gracioso. La sonrisa que tenía en el rostro era más falsa que moneda de aluminio, pero el tipo seguía hablando de él sin prestar real interés en el castaño. Cuando se puso pegajoso se excusó diciendo que iría al baño, empujó a varias personas que bailaban en la pista como una uniforme masa de gente y escapó de aquél pub.

El aire caliente de la noche veraniega era incluso más fresca que aquél suplicio lleno de jóvenes hormonales y sudados.. Aunque se quejara, él era uno de ellos.

Ya eran cerca de las dos de la mañana cuando sus pasos se arrastraron vacilantes por la zona de bares y pubs, a sólo unos cuantos cientos de metros de la playa. Los jóvenes en búsqueda de una aventura de una noche pasaban cantando o chillando por las calles, las chicas sonreían coquetas con faldas cortas y botas altas, él pasaba como si ellos no fueran más que mosquitos pululando a su alrededor.

No estaba tan ebrio como desearía, aún podía sentir ese dolor punzante en el pecho y las lágrimas inundarlo cada vez que recordaba. Necesitaba embriagarse y olvidar, beber y tirarse a un tipo que no pareciera desagradable. Quería sacarse ése recuerdo de la mente al menos por una noche.

Algo ebrio, se detuvo tambaleante frente a un cartel refinado y elegante. Sus ojos se cerraron un poco por la intensa luz que hería su mirada cansada, pero de todos modos no logró leer el nombre. Aún así, era obvio que era un bar por la imagen de un tipo frente a una copa de martini, aunque era curioso que no hubiera vidrios que dieran a la calle o algún cartel del tipo "señoritas no pagan hasta la medianoche".

Se hundió de hombros más desorientado de lo que reconocería que estaba y bajó una corta escalera, un inmediato silencio lo sorprendió en cuanto puso un pie dentro, sus ojos se deslumbraron por las lámparas sobrias brillando como girasoles encendidos, las pequeñas mesas y las conversaciones como susurros de parejas y grupos de amigos. Era sin duda, un bar de categoría.

—¿Desea una mesa? —dijo una bonita joven de camisa y tacones con cabello color chicle.

Pensó durante una fracción de segundo en girarse e irse, al final se negó, su valentía de borracho lo embraveció con el coraje suficiente para avanzar con paso firme y mirada fiera hasta ocupar el lugar de un tipo guapo frente a la barra. El tipo de casi treinta le echó una intensa mirada que él ignoró abismalmente, había tomado su lugar abandonado por puro capricho ya que las cinco butacas que había estaban vacías. Una música suave de jazz resonaba en el ambiente, sus grandes ojos chocolate viajaron ciegos por la cantidad de destilados, aperitivos y demás botellas de diferentes tamaños y colores en una estantería mientras ignoraba a ese tipo, al final se perdió en su mente.

Con la adrenalina corriendo por su sangre y la impaciencia del alcohol, le dio un par de palmadas a la pieza de madera como si tocara un tambor, llamando de inmediato la atención del empleado.

—Buenas noches, qué desea beber?

A Kouki se le cayó la mandíbula. Literalmente, su boca se abrió impactada al ver semejante espécimen humano frente a él: cabello corto color fresa, piel cual algodón, una distante pero penetrante mirada cereza y una amable sonrisa de empleado de comercio.

—Amm.. Ah.. —El pelirrojo alzó las cejas, era difícil adivinar sus pensamientos pero debían ser del tipo "otro adolescente ebrio que pisa el bar donde trabajo", eso le molestó— quiero algo fuerte.

Hey Bartender.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora