Capítulo 1: Donde el viento se devuelve

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Desperté sobresaltada como siempre, las tres de la mañana, no tenía reloj, pero no lo necesitaba, no sé cuándo empezó, era como un sueño recurrente, pero no era un sueño.

Siempre hacía lo mismo, me levantaba despacio sin dejar de mirarlo, caminaba lentamente en la oscuridad, de puntillas, ¡sus ojos!, giraba e iba al baño, luego a la cocina por un poco de agua y de nuevo a la cama, casi sin respirar, cualquier ruido podría molestarlo, oraba en silencio, a Dios, a la vida, los dioses o diosas antiguos por un día diferente, no mejor, no peor, solo diferente, buscaba entre los esbozos de lo que parecía una caricatura repetida, encontraba algo que agradecer y luego por fin cerraba los ojos.

En ocasiones lo oía susurrar cosas ininteligibles, secretos tal vez, maldiciones quizá, pero no quería oírlo, él siempre me dice las peores cosas, los más crueles sentimientos se desatan en mi cuando él está cerca, él, ESA COSA...

Me despierto tarde, entre gritos de una madre enfurecida que se resiste a tener que preparar el desayuno para un esposo vago, al que no le gusta moverse y un hermano furioso refunfuña por el retraso en la preparación del café de la mañana. Voy a la cocina todavía adormilada, miró el reloj, las siete en punto, me asomo a la ventana y veo a una rápida vecina correr al frente de la casa de otra

-madre, te perderás el espectáculo matutino- dije cansada

-tranquila Rose que se repite cada mañana- refutó mi madre

-hoy es diferente, parece que quiere quemar el jardín- agregué, mientras mi curiosa madre caminaba hasta su puesto actual en la ventana.

Todas las mañanas alguna vecina grita en frente de la casa de otra a la que llamaremos "la atrincherada".

La atrincherada es una señora mayor, pasados los cincuenta años, quizá, vive solamente con su hijo, un chico gay de unos 15 años y su esposo que es el policía del pueblo, en apariencia la atrincherada tiene todo lo que se necesita para vivir una vida tranquila, su esposo parece demasiado amable y meticuloso con los detalles y su hijo es un buen niño, pero por alguna extraña razón ella no puede vivir en paz, siempre está buscando problemas con diferentes vecinas, gritando improperios y creando chismes, y al final cuando estas se defienden de una u otra manera, la atrincherada les envía a los trabajadores sociales de protección infantil, creando mil y una tramas que cualquier escritor soñaría pensar.

Esta mañana envió a trabajos sociales a una joven marimacha con cuatro hijas pequeñas, siempre le deja la mitad del arsenal a su madre que vive en frente de la atrincherada. En teoría no existe ningún problema al respecto ya que es su abuela, pero alguna cosa vio o sintió que no le gustó y así terminamos mi madre y yo viendo por la ventana como una de ellas intenta quemar el jardín de la otra.

Pero no les he contado el porqué del apodo "atrincherada", con estos problemas en el barrio ella no puede salir de la casa sin miedo a que la asesinen entre todas, así que no abre ni a la puerta sin que la patrulla de policía pase a buscarla. Yo me pregunto qué sentirá su esposo cuando lo llaman a la comisaria y debe enviar a sus subordinados a que salven a su problemática esposa, la vergüenza es algo que de seguro ya no pasa por su cara, ¡a todo se acostumbra uno!

Me aburro fácilmente, dejo de lado los gritos y las llamas que ya empiezan a crecer para terminar de preparar el desayuno, debo apurarme, hoy tengo una clase temprano, y vivimos en el último rincón del mundo, en donde el viento se devuelve, bueno no es así exactamente, pero así se siente cuando debes tomar un autobús de dos horas para llegar a una ciudad en donde tomas el autobús para una hora después estar en la universidad. Me mareo mucho, más de una vez puse a prueba mis fuerzas en aguantar llegar a la Universidad sin vomitar, siempre he llegado, pero debo correr al baño y ahí quedarme por un rato.

ESA COSAWhere stories live. Discover now