"A los celestiales que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio hogar, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día."
Judas 1:6
¿Habéis oído alguna vez sobre la historia del primer asesino que existió en toda la eternidad? Muy nombrado por haber matado a sangre fría a su propio hermano; Abel.
A causa de ello, fue condenado por el altísimo a vagar por la tierra, con una marca particular en su deltoides; la maldición. Desde el momento en que fue castigado y marcado en el brazo, podía preservar su vida ante los habitantes de la tierra por toda la eternidad. Aquél que osara a revertir la maldición o incluso tuviese las agallas para matarlo, despertaría la ira de Dios. Aquél asesino nombrado como Caín, primogénito de los primeros seres humanos en la tierra; Adan y Eva.
Caín; causante de toda aquella sed de querer robar la vida a uno. Despiadado, malvado y completamente celestial ante los ojos de uno.
Él adoptó su propio nombre; Harry Styles. Poseía unos endemoniados fanales oliváceos y unos bucles indefinidos de tono negro tal cual carbón. Una sonrisa siniestra siempre postrado en sus finos labios y una altura prominente con la fuerza de un roble.
Pobre aquél que se cruzase en su camino, como aquel pobre mundano de hebras castañas y orbes índigos, porte exacto para un querubín de los cielos.
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