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Puede estar segura, dama, que lo que sea que pase entre nosotros será objeto de recordar, por la luna, y nuestro silencio, nada más.
Prometo que lo que sea que suceda esta velada, entre mis besos y su entrepierna, quedará en el viento grabado como un secreto que con recelo guarda entre sus labios un soldado leal a su honor.
Podrá parecerle raro escuchar estas cosas, y en verdad que lo entiendo. Pero más allá de eso, pretendo hacerle entender que su pasado, en verdad no tiene relevancia, y nunca debería tenerlo para nadie que se cruzase en su camino; porque, qué importa besar la fruta que ya cayó del árbol, si en la mente de un caballero nada se concibe más dulce al paladar y al corazón, que la fruta madurada al sol y conservada en la oscuridad.
He visto su corazón, dama, déjeme decirle que me resulta ineludiblemente atractivo sentir que puedo llegar a descubrir la madre naturaleza que habita en su existencia, y que le provoca la magia que me enloquece al fijarme en el radiante y ávido brillo que expresan sus ojos, porque usted brilla aun en la noche más oscura, usted perfuma el viento con su calor natural, como habría de hacerlo el sol, si tan solo le permitieran tocar el crepúsculo, y entre las brisas más silenciosas, se permitiera regarse por todas partes, como la señorita lluvia, como la loca y maniática dama erótica que debe ser la señora de los secretos del amor.
Le voy a pedir en especial favor, que no malinterprete mis palabras, de favor, solo, escúcheme como lo que quiero que me escuche; podría decirle que se le nota, que usted piensa, que mis argumentos son inspirados por anhelar acaso, recibir de usted, la magia de su entrega, y la magnificencia de hacerme digno de esa piel suya, que más que cuerpo, es divinidad humana.
Pero para honradez mía, debo decirle que en eso se equivoca. Soy apasionado, cómo no serlo, pero en demostración de mi valía, le pido que me permita seguir descubriéndola y conquistándola diariamente, mientras usted se hace la que no sabe nada, la que es imprevisora de mis detalles y me permite inmiscuirme en sus neuronas de una manera sugestionante y apasionada... sabe, yo quiero que usted nunca se olvide mis manías, aunque nunca hable de ellas, aunque solamente mire al piso de vez en cuando, y sonría sola, como una loca, que de sus maldades se acuerda.
Mire, no le pido que me permita tener ese privilegiado impacto en su subconsciente, solamente le narro mis reales intenciones, porque a estas alturas de la vida, es demasiado evidente que usted ya hizo eso mismo conmigo, y admitirlo no me hace débil, muy por el contrario, es de caballeros admitir que la sublime magia que habita en una mujer nos ha alcanzado hasta el tuétano de los huesos.
¿Me permite estar perdidamente enamorado de usted?, dama, Hoy no hay nada que perder, en comparación con otros tiempos; y esto se lo tengo que decir, porque mientras usted me mira, mi mente se pone en blanco, y aunque la mayor parte del tiempo pareciera estar distraído, realmente está mi cerebro divagando entre estas palabras que suenan como una tonada de violín que esconde en sus cuerdas una danza banalmente seductora y tierna a la misma vez.
Me pregunto si acaso ya ha escuchado estos pensamientos que me susurran mientras usted me habla de sus cosas. Debe estar pensando que la miro raro, supongo, porque me delata el hecho de que no puedo despegar mi mirada de su boca, y he sido recurrente en el acto involuntario de suspirar al tiempo que me concentro en sus ojos.
Me he comprometido a guardar silencio de nuestros secretos, como todo caballero que se respete; pero para concluir este corto pensamiento, señorita, me comprometo jurando al cielo, que me haré acreedor de su corazón, lo haré en base a mis letras, porque no les quitará humildad a mis sentimientos decir que, un escritor es aquel que con un beso hace, lo que otro que no lo es, hace con tres, y ese juramento la convierte a usted en mi musa, yo le advierto porque es mi deber, que usted ya está involucrada con mi cerebro... ahora toda esa magia que en usted habita le pertenece a mi poesía.

PALABRA DE CABALLERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora