PALABRA DE CABALLERO

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MUSA

Te dijeron que eras una musa... Y tú lo creíste a ciegas, hicieron que tus manos fueran de terciopelo y tus cabellos fueron nombrados en honor a la madre selva. Y cada poeta sobre tu piel murió como un mortal cualquiera, y todo cuanto tocaste cobró vida de tu magia pura.

Te dijeron que debías ser musa, que debías ser la luz y la oscuridad, el cielo y el infierno, la melodía y la letra, la prosa y la pluma... Una musa de verdad, semidesnuda bajo el claro de un bosque de hojas decorado por versos uno tras otro cada vez más demente, tierno y sucio que el anterior; y tu existencia fue a veces negra y a veces blanca, a veces dulce y otras amarga, en tu boca se sembró el sabor de las fresas y del whisky fino, y de la lluvia y el licor barato, cuando rompiste el corazón del poeta, y valiste un puñado de hojas rotas tiradas por todas partes.

Te permitiste todos los aromas y fragancias, todos los sabores y sinsabores, te permitiste ser inmortalizada y fecunda en vanidad, permitiste que hicieran y deshicieran con la inspiración que devenía de tus entrañas, dejaste que te hicieran música y modernismo, baile y filosofía abstracta,
En algunas manos fuiste letras,
En otras fuiste pintura,
Te vestiste de clásica y volviste a ser musa ante otros ojos.
Tu cuerpo un día fue violín y al otro guitarra, piano o arpa. Te dijeron que eras una musa y te lo creíste, te dijiste que eras magestad y espíritu de suspiros, Gobernante de lo masculino, religión consumada e irrefutable de los ateos,
La ética para los locos,
Y la moral para los sabios.

Eso es todo, una musa condecorada por la humanidad.

Y tuviste en tu poder la voluntad de los hombres, la marioneta del planeta entero, el orgullo y altivez de quien saca a relucir lo interno en los demás.
Y qué importa cuánta sangre en tu nombre.
Y qué importa cuánto insomnio en tu nombre.
Y qué importa cuánta pasión en tu nombre.
Y qué importa cuántos sueños, fantasías y pesadillas en honor a tu nombre.
Te dijeron que eras una musa, y te lo creíste...

Hasta que decidiste ser tu propia musa,
Y se redujeron a sí mismos la sangre,
El insomnio,
La pasión,
Los sueños, las fantasías y las pesadillas
De los que te tenían dentro, pero no dentro de ti... Entonces tu mundo se desmoronó y tú alma ensombreció,
porque es poco ser musa, si no lo eres para ti misma.

Allí descubriste que no eras la musa puta que te decían,
Descubriste que eras la bendita Diosa...

Ahora los poetas pueden irse al infierno,
Ya estás por encima de todo arte.