Debían ser alrededor de las 11 de la noche, y Ewan y yo descansábamos en el sofá abrazados el uno del otro. Aquel día había madrugado, y estaba esforzándome para no dormirme con la película que tanto quería él que viésemos. No era nada del otro mundo, simplemente la típica tragedia romántica de los cincuenta, pero era su favorita y le hacía mucha ilusión que yo la mirasemos juntos.
Ewan y yo llevábamos ya un año compartiendo apartamento, y nos llevábamos genial.
Le conocí a través de amigos al comentarles mi batalla intentando buscar un piso barato que estuviese próximo a la universidad. Ewan fue mi salvador, porque no le importaba que otra persona viviese con él. Es más, necesitaba dinero para pagar el alquiler.
Desde entonces somos los mejores amigos, y tenemos mucha confianza el uno en el otro. El problema es que aun viviendo juntos, no nos veíamos muy a menudo, al yo ir a la universidad por la mañana y trabajar por la noche; y él trabajar por la tarde. El único momento que teníamos para nosotros era el sábado por la noche, en el que aprovechábamos para disfrutar de una buena película en casa o salir de fiesta, depende de lo que nos apeteciera en el momento.
Antes de darme cuenta, mis ojos se estaban cerrando y ya me estaba fundiendo en el sueño, resbalándome en los brazos de Ewan.
"¡Diane! ¿Qué haces? ¿Te estás quedando dormida?" "¿Qué...?" respondo, levantando mi cabeza de su pecho, algo desubicada. "Despierta, te estás perdiendo la mejor parte; ¡se están besando!"
Levanto la vista, aún algo borrosa hacia la pantalla para observar el beso. Y aún sin ver del todo, pude detectar el beso más patético que he visto en la historia el cine.
"Qué beso más incómodo, ¿no?" comento yo. "Oh, créeme, los hay peores." "¿A qué te refieres?" pregunto, curiosa. "Pues, por ejemplo... mi primer beso, fue horrible. ¿Qué tendría, 15 años? El caso es que había una chica en mi habitación que me gustaba, y justo cuando nos besamos apareció mi madre por la puerta" contó soltando una risa nerviosa.
"Oh dios. Por todo lo que me has contado tu adolescencia parece un chiste" bromeé. "Eres una mala persona" se rió.
Después de un rato volvió a romper el silencio "¿Y tú qué?" "¿Cómo que yo qué?" "No sé, alguna anécdota. Nunca me cuentas nada."
Me alejé un poco de él y me senté en una posición más cómoda. Ya me sentía ruborizada incluso antes de decir nada. "Esto pude sonar un poco vergonzoso, pero lo cierto es que nunca he besado a nadie antes". "Oh, ¿en serio?" "Bueno, he tenido algún novio... Hace tiempo tuve uno un tanto... extraño. Era muy religioso y quería reservar su primer beso para el matrimonio. Cortó conmigo una vez que intenté abrazarle" solté, sin saber si reír o llorar. "Y luego dirás que lo mío es un chiste" se burla.
Ewan, que estaba desparramado en el sofá, se estiró para colocarse en una mejor postura y se acercó más a mí. "No me puedo creer que nadie te haya besado antes" mencionó, algo sonrojado. "¿Por qué?" "No sé. Es que eres muy mona"
Me reí por lo bajo y miré al suelo. Estaba notando esa expresión de idiota sonriente y roja como un tomate que se me había quedado en la cara. "Gracias, pero no sé-..."
Antes de acabar fui interrumpida por unas palabras que me causaron una terrible angustia tras unos segundos. "¿Puedo ser tu primero?"
Alcé la vista para mirarle. Parecía avergonzado pero seguro de lo que estaba diciendo. Recé para que está no fuese otra de sus bromas pesadas, porque si no mi respuesta sería un suicidio: "Sí".
"¿Sí?" volvió a preguntar, acercando su mano a mí mandíbula para sujetarla.
Hice gesto de que sí quería moviendo la cabeza. Después de peinar mi pelo por detrás de las orejas, se inclinó hacia mí. Yo me quedé paralizada, inmóvil al notar sus ojos apuntando hacia los míos, confusa por lo rápido que había cambiado la situación. Él debió notarlo, porque deslizó una de sus manos a mi brazo derecho, tenso como una piedra, y lo acarició, como tratando de calmarme.
Se acercó más y más, los dos cerramos los ojos y finalmente posó un lento, suave pico en mis labios. Al apartarse, se alejó un poco, y, con aún sus dedos rozando mi mejilla, susurró "¿Te gusta?".
"No lo sé" contesté con una voz baja y nerviosa. Pero, lo sabía muy bien. Aunque habían sido apenas segundos, yo había sentido mariposas revoloteando por mi estómago.
"¿Quieres más?" propuso, mirándome fijamente a los ojos de nuevo. Esa mirada me mataba. "Sí" volví a contestar. Me di cuenta que era hora de cambiar un poco de repertorio de respuestas, siempre le decía lo mismo.
Sonrió y se volvió a aproximar. Juntó una vez más sus labios con los míos, y tras un pequeño beso nos apartamos. Esta vez me acerqué yo para reanudarlos, y pasamos de cortos besos tímidos a largos y apasionados, dejando él salir pequeños gemidos entre cada uno.
Paré por falta de aire, pero él siguió besando mi mejilla. "No te imaginas cuánto tipo llevo esperando esto, Diane" confesó. "¿Cuánto?" "Más menos desde el día en el que te conocí". "Oh, Ewan" suspiré antes de presionar nuestros labios nuevamente.
"Besas muy bien, ¿lo sabías?" bromeó. "Tú mejor" contesté.
"Me encantas."