L(uz).

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Sin mucho que decir, ambos sabían lo que estaba sucediendo. Las miradas que se daban desde las esquinas decían mucho más que lo que podían formular con sus bocas. Sus amigos no entendían como tanta luz los iluminaba cuando se miraban. Pensaban que era otra de las tantas razones por las que se mataban viviendo: ella tal vez había conseguido un libro nuevo y él puede ser que tenga otra salida esta noche.

Así como lees, la diferencia de su existencia era notable, sin embargo, había algo que seguía uniendolos. Algo sencillamente increíble. Algo que sólo ocurria si ambos se miraban.

Ella al encontrar su mirada podía sentir como unos bichos insoportables revoloteaban en su estómago y rogaban salir hacia el exterior. Salir al exterior y encontrarse con su amado creador. Salir para liberarse, y así, hacer que su tutora dijera todo lo que tenía guardado hace meses. Podías ver su brillo cuando cruzaba aquel pasillo y sonreía al ver a esos ojitos tan lindos detrás de la ventana. Era algo más que mágico el sentimiento. Mucho más que mágico, algo indescriptible.

Él un chico rudo y asqueroso que jamás había sentido algo igual, se deleitaba mirándola sonreír. La miraba desde la esquina a esa loca linda que lo estaba volviendo loco. Negaba poder sentir algo así, hasta que se dio cuenta de que el sentimiento existía. Hasta que se dio cuenta que ella existía. Todo el tiempo rogaba por tener alguna información de ella, obviamente siempre manteniéndose al margen, donde su personalidad orgullosa no saliera. Aunque está claro que no la soltaria y a la primera de cambio, no dudaría en ir a hablarle si así se lo permitía la situación.

Sólo le falta un poco más de valor y todo se concretaría. Valor de ambas partes, que realmente como escritora de esto, ni siquiera yo sé de dónde lo sacarán. Tal vez, el tiempo lo dirá.

Todo lo que no te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora