1/1

309 29 21
                                    

¡Hola a todos! Aquí vengo con un One Shot, cuya idea tuve hace un tiempo. En verdad puede parecer algo raro, y es que veréis a un Deathmask pasivo. Sí, sí, ya sé, parece raro, ¿verdad? ¡Lo sé! ¡Pero es que lo emparejo aquí con nuestro amado Saga! ¡Saga! ¡Y su parte malvada, concretamente!

No, ahora en serio, a mí siempre me ha dado igual si tal persona o personaje es activo o pasivo. Nunca me ha gustado etiquetar, porque considero que es tonto hacerlo.

Si no te gusta ver a Deathmask pasivo pues... supongo que no es para ti este fic, AUN ASÍ, te invito a que, si lo deseas, pruebes a leerlo a ver si te convence. Sino, pues no pasa nada, déjame en los comentarios tu opinión, sea buena o mala, siempre con respeto (sin insultos).

Y ahora, lo de siempre: SAINT SEIYA NO ME PERTENECE.

POR ÚLTIMO, que se me olvidaba: Contiene elementos maduros como, por ejemplo, escenas sexuales, algo de fetichismo, Saga malvado con ese fantástico Lémur dentro y... eso.

.

.

.

Con una copa de vino en la mano, el gran patriarca usurpador contempla la puerta por la cual, en cualquier momento, entrará el santo de cáncer. Se ha sacado la máscara que oculta su rostro, y junto a él, una verdad estremecedora que pondría patas arriba todo el santuario. Una guerra podría desatarse solo con ver su rostro. Él está confiado, a pesar de todo, pues sabe que nadie más va a subir, por el momento, a la sala patriarcal. Nadie, ni siquiera los santos dorados, se atreven a subir sin un motivo específico, cómo, por ejemplo, ser llamados por él.

Saga no puede evitar sonreír con cierta malicia ante el terror que es capaz de inspirar en todos y cada uno de los poderosos santos de oro, incluso en el mismo Shaka, quién se dice, es el más cercano a los dioses. No... él es quién verdaderamente está cerca de los dioses. Incluso, no le importaría acabar convirtiéndose en uno, pero eso es fantasear mucho por ahora.

Primero, lo primero, se recuerda. Todavía no encuentra a la Athena que Aioros se llevó, lo cual lo tiene altamente intranquilo. Hasta que esa maldita diosa no esté muerta, él no podrá llevar a cabo sus verdaderos planes.

Con una sonrisa de satisfacción ante la sola idea de poder contemplar el cadáver de esa tonta diosa, lleva la copa de vino a sus labios y traga, apenas, un poco del contenido. Lo saborea, mezclando el sabor con el dulce aroma de la bebida, y traga. Está delicioso, pero no es para menos. Lo mejor siempre es para él, el gran patriarca.

Sus ojos rojizos se cierran y la sonrisa en sus labios se acentúa, pues está sintiendo cada vez más cerca al siempre perezoso santo de cáncer. El solo hecho de pensar en tenerlo a su lado, y la clase de cosas que desea pedirle, hace que su cuerpo se estremezca y se excite. Lame sus labios, como si todavía pudiera saborear en estos el sabor de su piel, y se los muerde.

Lo desea. Lo necesita con urgencia.

Efectivamente, la puerta es abierta y, ante él, aparece el magnífico santo de cáncer, Deathmask, con su sonrisa confiada y su aura aterradora. Éste lo mira directamente al rostro que nadie debe ver, y contiene una carcajada. Cuando las puertas se cierran solas, creando un sonido estruendoso, habla:

—¿No estás siendo demasiado egocéntrico, mi señor patriarca? —cuestiona mientras camina hasta él, situándose en medio de la sala —. Cualquiera podría haber entrado y ver tu mayor secreto.

El perro del patriarca - Saga x DeathmaskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora