Capítulo 1

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Abriendo su bento rápidamente, Ritsuko conversaba con sus dos compañeras de curso que terminaban de acomodarse alrededor de un segundo pupitre que habían acercado. El horario de almuerzo era bastante holgado, pero más de una vez sucedió que el inicio de la siguiente clase las había pillado sin llegar a terminarlo, así de buenas conversadoras eran. A pesar de no ser muy comunicativa con las demás personas, Ritsuko podía soltarse más estando entre sus amigas, aunque eso igualmente no la convertía en la mejor interlocutora, y especialmente este día se encontraba bastante dispersa su atención. Mirando de reojo las ventanas cerradas, pensativa alcanzaba a ver el gris de una tarde que se preveía lluviosa.

— ¿Ya sabes si aceptaron tu solicitud de ingreso a la Universidad? — la trajo de vuelta Mieko, la más estudiosa del grupo.

— ¡Cierto! — recordó Akina, las más despistada de las tres — ¡A estas alturas ya todos deberían haber recibido su carta de notificación!

— La mía... aún no llega — mintió Ritsuko.

Con la timidez natural que la ganaba, resultaba bastante transparente a sus amigas que faltaba a la verdad. Con cara de preocupación respetaron su decisión de mantener su secreto, aunque sospechando lo lo peor.

— Finalmente no sé porque tenemos que seguir estudiando — aventuró sin mucho convencimiento Akina — Si solo consiguiéramos un marido que tenga un buen pasar solo tendríamos que preocuparnos de mantener en orden el hogar...

— ¡Ma... ma... marido!??? — exclamó horrorizada Ritsuko.

— ¡De qué demonios estás hablando! — recriminó Mieko — Por si no te enteras estamos en el siglo veintiuno, las mujeres estamos trabajando a la par de los hombres. ¡No existe hombre que pueda mantener un hogar con sus solos ingresos! Además de eso, antes de pensar en maridos deberías preocuparte de tener al menos un novio. No es que hayamos tenido muchas ofertas en estos años de preparatoria tampoco.

— ¡No lo decía en ese sentido! — protestó sin convencimiento Akina — Es solo que no ayuda pensar que nada más estudiando en la universidad se soluciona todo nuestro futuro, ¡debería haber alguna alternativa!

— No la hay — suspiró Ritsuko desesperanzada — nuestras familias apuestan todo a que podamos superarnos y llegar más lejos de lo que nuestros padres pudieron. No en vano colocaron esos techos rejados cubriendo los caminos todo alrededor del edificio de la preparatoria.

Ritsuko se refería a la protección que habían montado para proteger a los estudiantes que caminaban entre clases de las caídas de los que se suicidaban arrojándose desde la terraza del edificio. Aunque el acceso se encontraba permanentemente cerrado de alguna manera siempre alguno lograba colarse y lanzarse al vacío. En más de una ocasión que algunos alumnos deambulando lograban salvarse por poco de los cuerpos que se desplomaban cerca suyo. Mieko comprendió entonces el temor de Akina, de que Ritsuko no se viera tentada a hacer alguna tontería si algo salía mal con su solicitud.

— Tampoco es como que nunca tuvimos la posibilidad de tener novio, una vez recibí una confesión — trató de desviar la atención Akina.

Sus dos compañeras la miraron incrédulas, en los tres años casi completos que compartieron durante la Preparatoria era la primera vez que escuchaban algo así. Cuando reaccionaron le increparon al mismo tiempo que se explicara mejor.

— En realidad fue antes de conocerlas — se atajó un poco.

— ¿Cuánto hace de eso? — preguntó Ritsuko ganada por la curiosidad.

— Tendría que hacer la cuenta, pero sería durante la primaria.

— Eso es poco serio — recriminó Mieko — creímos que nos habías tomado ventaja.

— En ventaja creo que ninguna de las dos te ganaría, Mieko-chan — se defendió Akina mirando el generoso busto de Mieko.

Ruborizándose Mieko miro alternativamente el suyo y el de Akina que le seguía por poco en la talla, de alguna manera esta era la primera vez que tenían una conversación tan embarazosa. Pensó que seguramente Akina seguía tratando de desviar la atención de Ritsuko, aunque un solo comentario de ella dejó en claro que no lo lograrían. Mirándose su plano frente del uniforme escolar, que ni siquiera mostraba intenciones de revelar el brazier deportivo que vestía bajo él, se quejó completamente vencida.

— ¡Hasta en esto no puedo competir con nadie!

***

Pasando las horas, a la salida de clases comenzó una leve lluvia que seguramente iría en aumento. Las tres compañeras decidieron ir cada una directamente a sus casas, para evitar mojarse. Eso hacía que no pudieran compartir parte del camino como hacían habitualmente. Si bien llevaban sus paraguas, los modelos plegables solían no proteger mucho de las tormentas cuando tenían cierta intensidad.

Renaciendo como elfo en un mundo diferente... ¿pero esta vez es una chica?Where stories live. Discover now