Epílogo

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Las paredes blancas de aquel gran pasillo me perturbaban de sobre manera cada vez que venía aquí

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Las paredes blancas de aquel gran pasillo me perturbaban de sobre manera cada vez que venía aquí.

El ambiente era frío, y no tanto porque el lugar diera miedo, sino porque bien sabía yo que venir aquí significaba romperme en dos.

Ana siempre me acompañaba, no me dejaba sola nunca porque sabía lo difícil que había sido para mí todo después de la muerte de Elisa.

Porque aquel día, la noche de la confesión de Ginés, cuando todos dormíamos... Ella se había quedado en su habitación ingiriendo pastillas hasta que se cansó, mientras sus venas se desangraban durante toda la noche.

Tratamos de evitar que Ginés se enterara de lo que había pasado, pero lo había descubierto él mismo.

Intentó llevarla al hospital, pero de nada servía, Elisa ya no respiraba.

Todos pensamos que estaba fatal pero que podría salir adelante, pero no fue así...

La semana más tarde se escapó de casa para ir a buscarla al centro de la ciudad.

Una semana más tarde había estado en su viejo barrio buscando calle por calle el rostro de Elisa en algún lugar.

Ginés se había vuelto loco, y estaba convencido de que Elisa estaba viva, de que ella se había ido pero que él la encontraría.

Mis padres lo internaron en un psiquiátrico un mes después, y yo venía a verle casa dos semanas para contarle de la vida afuera y para decirle nuevamente que no había noticias de Elisa.

Porque me había prometido... Le había prometido que yo le buscaría mientras él se quedaba aquí a esperarla.

Me dolía verlo así, me dolía haberlo perdido.

Los médicos no explicaban aquella repentina locura, pero yo sabía que era por ella... Porque ella lo mantenía vivo, ella era su todo, ella era su luz, ella lo amaba y él a ella...

Se había vuelto loco de amor... Se había vuelto loco por ella.

Me adentré en el jardín, porque Ginés siempre estaba ahí. Mirando a la calle en busca de ella por la puerta.

— Gin —susurré, él me miró.
— Sara —sonrió— ¿Alguna buena nueva de Elisa? —preguntó, negué
— No, aún no... Pero pronto, estoy segura —mi voz se rompió, su sonrisa esperanzada me hizo quebrarme. Pero no podía llorar frente suyo.
— Sé que la extrañas como yo —soltó— y sé que volverá a nuestras vidas, y nos hará felices como antes...
— así será, Ginés —le acaricié el cabello y me limpié las lágrimas
— El otro día soñé con ella —dijo— venía A verme a mi cuarto, me tomaba de la mano y acompañaba a caminar. Luego nos detuvimos en aquel marco y me besó. —me contaba todo... Como si lo hubiese vivido en serio, con emoción, como antes...— ya no quiero estar aquí, Sara
— ¿Pero entonces a dónde vendrá Elisa a buscarte? —le acomodé la bata
— No vendrá —Ana y yo lo miramos sorprendidas... ¿Esto era un avance? ¿Estaba recobrando su cordura?
— ¿Ah no? ¿Y por qué dices eso? —pregunté
— porque yo iré por ella —sonrió— me voy a escapar de aqui, Sara, me voy a ir con ella...

Ana y yo nos miramos a la par... Estaba más loco que antes.



Aquella noche, habían encontrado a Ginés muerto en su cama... Se había ido mientras dormía, y tenía una sonrisa en su rostro.

No estaba segura, pero podía apostar que ahora mismo, donde quiera que estuviera... Elisa y Ginés estaban disfrutando de su amor... Siendo libres al fin como siempre quisieron y debieron
ser...

Fin...


Bueno chics, la verdad, este final estaba pensado desde mitad de la novela. Lo decidí en un momento de locura y decidí quedarme con él porque es distinto a cualquier otro final que haya tenido yo.

Sé que no les gustará, porque es muy triste, pero en verdad me gustó a mi y quise subirlo.

En fin, esta novela me costó mucho escribirla, por problemas de inspiración, de la vida, del tiempo, de todo. Pero aún así le tengo un cariño muy especial.

Gracias por llegar hasta aquí, no me odien por favor. Las quiero ❤️✨

Lɪᴛᴛʟᴇ sɪsᴛᴇʀ ~ Wᴀʟʟs ʏ Sᴏᴄᴀs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora