Un cielo azul y un sol brillante, ríos llenos de abundancias y mujeres dando a luz a niños sanos. Todas las bendiciones dadas por los dioses producían en los hombres una devoción ciega y entregada.
Era bien sabido que cada niño que nació gritando con fuerza era gracias a Artemis; cada cosecha abundante era gracias a la benevolencia de Deméter; cada vez que el pueblo Troyano pactaba una ruta de comercio altamente beneficiosa solo se le podía dar gracias a Hermes. También se le ofrecían regalos a Poseidón para que el mar siempre estuviera en calma y a diario le rogaban a Hades por las almas de sus muertos.
Los hombres vivían y morían rogando, pidiendo y rezando. Adoraban a los dioses, pero también les temían. Porque sabían lo caprichosos que podían ser.
Pero entre todos, no había dios más caprichoso que Zeus.
Dios de dioses y rey del Olimpo. Todos le debían pleitesía al gran Zeus y él lo sabía. ¿Y cómo no? Él había salvado al mundo, sus hermanos tenían una enorme cuenta jamás saldable con él. Gracias a él los humanos existían y también gracias a él existía paz en el universo.
Pero Zeus no se consideraba arrogante. Había repartido el mundo que él salvo con sus dos hermanos, que según consideraba, eran los merecedores de tal premio. Había desposado a su hermana Hera y había dejado vagar a todos los inmortales y mortales por su mundo, regido por sus reglas.
Aun así Zeus, el dios caprichoso, se aburría con bastante frecuencia. Había tenido tantas amantes como hijos, con los cuales su linaje llegaba hasta al de un puñado de humanos. Su esposa, Hera, de naturaleza celosa y vengativa, había maldecido la vida de más de uno. Pero a su esposo nunca le había hecho frente, porque al Dios de dioses nunca se le imponía ni negaba nada.
Zeus era un enamoradizo recurrente. Su gran visión de todo le permitía ver la belleza más recóndita en el lugar más lejano. No le importaba quien fuera, si deseaba que algo fuera suyo lo sería, lo tomaría y después de que estuviera satisfecho lo devolvería de donde lo tomo.
Un día mientras exploraba su mundo, su mirada cayó en un monte lejano. Lo conocía, como conocía todo lo suyo, era el Monte Ida. Prácticamente inhóspito, montañoso, lleno de pasto verde y ovejas que pastaban, y en medio de todo eso había un Joven.
El joven aun no era un hombre, pero no le faltaban muchos años para serlo. Una mata de cabello rubio rizado le caía por la cara, su piel era blanca como la leche y torneada por finos músculos de sus brazos, piernas y pecho. Pero lo que más le llamo la atención al dios del Rayo fue la su rostro: Labios llenos y rosados, nariz respingona, pómulos sobresalientes, barbilla recta, cejas pobladas y unos ojos del color más verde y vivas que había visto en todos sus siglos de existencia.
Era en definitiva el hombre más bello del mundo.
Días y noches pasaron, y Zeus no podía quitarle los ojos de encima a ese joven, que seguía solo en esa montaña junto a sus perros y a sus ovejas. Zeus solo podía pensar en él y en su belleza. En como el sonreír le sonrojaba el rostro, en como sus finos músculos se contraían al correr, en como su cabello bailaba al viento de las montañas. Y procuro que nada le sucediera o perturbara su visión de él.
Se había obsesionado.
Una de las tardes en las que, como se había vuelto costumbre, Zeus lo observaba, se deleitó cuando el joven entro a uno de los ríos para limpiarse. El joven se estremeció un poco cuando entro en contacto con el agua, para luego sumergirse completamente y volver. Zeus vio como el agua rompía contra su cuerpo, como sus delineados músculos brillaban por el agua y como sus rubios risos se pegaban a su nuca. Era una vista cautivante, hechizante. Tanta belleza debía ser suya.
Y entonces tomo una decisión.
Se levantó de su trono y su cuerpo comenzó a cambiar. Sus manos se convirtieron en unas enormes y poderosas alas, sus pies se transformaron en garras. Su cuerpo se llenó de plumas y de su cara emergió un fuerte pico. Estiro su nuevo cuerpo y se acercó al borde más lejano de las nubes de su reino. Diviso con su gran mirada su objetivo y cayó en picada hacia el mundo humano.
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Una nueva historia.
Sera relativamente corta (o eso espero). Basada en el mito de Ganimedes y Zeus, busco la profundidad de la historia. Está en mi versión de los acontecimientos de ese mito.
Llevo mucho, muchooo tiempo, queriendo escribir sobre mitología y fantasía. Estoy muy emocionada.
Espero les guste.
Nos leemos pronto
Dcathy (pronto cambiara :D)
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El Rapto de Ganimedes
FantasíaEn una época mítica, gloriosa y épica, en donde la fantasía es una realidad y los mitos y leyendas están por suceder. Un joven bendecido con la gracia y belleza más exorbitante atrae la mirada del dios más deseoso a contemplarla. Un amor erótico y u...