NIGHT OF THE LIVING DEAD

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Seas quien seas, hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa es porque este deseo nació en el alma del universo.

7 de Octubre de 2020

Cuando me fui a dar cuenta ya era de noche, había estado trabajando todo el día en el burdel de los Kyteler. Nunca pensé que para poder ser quien verdaderamente quería ser tenía que trabajar en un burdel, prostituyéndome. Es nuestra realidad, nacer como una chica transexual no era nada fácil, no ahora, no aquí, no nunca. Siempre me gustó el nombre de Océano, cuando iba con mis padres a la playa podía observar la inmensidad del océano, la vida que aún nos quedaba por descubrir en él y todo lo que esto abarcaba, por qué este era firme y nadie se atrevía a juzgarlo, porque no conocían de lo que este era capaz, y si lo conocían con mas temor terminaban. Recuerdo adentrarme en este, con sus azules olas, con la brisa que me recorría cada parte del cuerpo, con toda la dulzura de un verano cálido, no me sentía en un juicio constante. Era una chica, y lo tenía muy claro desde el primer momento que supe de mi existencia. La soledad nunca tuvo impacto tan fuerte en mí, hasta el día en el que mis padres no aceptaron quien verdaderamente yo era. No tenía escapatoria, pero mi decisión fue clara y honesta, jamás pensé en derruirla, nunca. Porque, quien algo quiere, algo le cuesta, aunque el precio sea la soledad. La tristeza fue mi fiel compañera, aún recuerdo los insultos, las palizas, los golpes a la espalda y aquellas supuestas amigas que nunca se creyeron lo que verdaderamente sentía. Me abrí, completamente, dejé el pecho al descubierto, y las ganas de vivir, quería vivirlo todo, pero con mis condiciones era casi imposible. Pero un verano, todo cambió. Cayetana Kyteler, la dueña del burdel de Catford. Ella me aceptó y me metió a trabajar para poder pagarme todas las operaciones, aunque aún precio que si pudiera volver atrás, probablemente lo haría. Ella me trató como una madre, y yo, incluso había veces que me despertaba con ilusión, sabía que no estaba enferma, que yo era una mujer de verdad, Pero, cuando me miraba al espejo, volvía a ver la realidad de lo que mis genitales mostraban. Y eso, eso no era lo peor, lo peor era que a los hombres que pagaban por mí les daba igual. Les encantaba ver como sufría, les gustaba reírse y violarme tantas veces como fuera necesario. No tenían compasión, ni la tendrían nunca. Eran unos cobardes, deberían de haber visto que no estaba allí por gusto, estaba por que no tenía donde caerme muerta. Estaba enganchada al mísero dinero para poder cambiar mi vida y poderme realizar la operación de mis sueños. Esa operación era lo único que me mantenía viva, esa llama que nunca se apagaba, por mucho que el viento soplara, el fuego permanecía intacto. Cayetana, lo hiciste bien, por lo menos había alguien que me entendía. Para mí fuiste una madre, y yo era una más de tantas, pero tú para mí no, porque no tenía a nadie más. Pensé que siempre me protegerías, aunque tuviese que prostituirme, pensé que nunca me harían daño si estaba a tu lado, me equivoqué. Ya la noche se había tornado totalmente oscura, y por fin había encontrado a alguien más allá de los estigmas, alguien en el que confié. Esa noche por fin íbamos a vernos, pero no en el burdel. Tenía ganas de sentirme como una chica cualquiera, tener un hombre al lado con el que poder expresarme con total libertad, alguien que no mirase mas allá de lo que soy por dentro. Pero, esa noche nadie me protegió, esa noche no todos los gatos eran pardos. Esa noche acabó conmigo. Un puñal me atravesó el cuello, casi instantáneamente de mirarle a los ojos. Era él más que nunca, pero yo no supe darme cuenta, no hasta ahora. El océano estaba de luto.

7 de Octubre de 2020

-Valentina tu padre y yo hemos pensado en ir esta noche a cenar con unos antiguos amigos, ¿Esta noche estarás con Bruno?- Me preguntó mamá mientras mi padre se dirigía a ella

-Jennifer siempre tan protectora- Le dijo mi padre a mamá mientras este me agarraba el hombro

-¡Qué falacia Sebastián, tu eres siempre el primero que sobreproteges a tu hija!- Se dijeron mis padres mientras se peleaban cuidadosamente en la encimera de la cocina

ValentinaWhere stories live. Discover now