32 "Promesa de amor"

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Daniel:
—Sí, estoy contigo en esto y en lo que sea, en lo que venga. Te amo, gringo—me dice con demasiada certeza en la mirada, lo cual me da gusto, eso quiere decir que su mente ya se está recuperando.

Toma mi nuca y empieza a devorarme con sus besos. Tanto así, que mi corazón empieza a latir a mil por hora. Conduzco sus pasos hasta nuestro cuarto y cierro la puerta. Entonces, la siento levantar mi pullover hasta sacármelo. Luego, empieza a besar mi pecho y va bajando hasta llegar a mis pantalones, los cuales, desabrocha y retira con sutileza. Yo agarro su rostro y la hago subir, haciendo que sus besos estén en mi boca de nuevo. Le quito la blusa y veo su cuerpo más delgado, marcado y lleno de cicatrices y moretones. Me duele verla así, pero me consuela saber que yo puedo curarla, y la voy a curar. La pego a mí y ella me sonríe. Me besa con desesperación y la pongo en la cama. Me coloco entre sus piernas y empiezo a besar su vientre, mientras desabrocho y retiro sus pantalones, junto con su panty. Beso sus piernas, y voy subiendo hasta llegar a ese punto que me encanta. Empiezo a dejar besos en esa zona y la escucho soltar un quejido, mientras agarra mi cabello con sus manos. Mis besos van subiendo por su abdomen hasta llegar a su cuello. Acaricio su espalda y desabrocho su brazier. Ella me ayuda a sacárselo y queda completamente desnuda para mí. La miro de arriba a abajo y me siento afortunado de ser yo el elegido por el corazón de la mujer mas hermosa del mundo.

—Amor, ¿qué pasa?—me pregunta sofocada.

—Admiro la belleza de una diosa—le digo de la misma forma.

—No exageres pues—me dice soltando una risita—mejor ven, que te estoy esperando—me guiña el ojo.

Me pego a ella y empiezo a mover mis caderas como sé que le gusta. Ella se aferra fuerte a mi espalda mientras yo dejo besos en sus pechos. De repente, siento sus manos en mis lados jugueteando con el elástico de mi bóxer y eso me saca una risita.

—¿Quieres, babe?—le digo sonriendo pícaramente.

—Sí, amor—me dice de la misma manera.

—¿Cuánto quieres?—le digo despegándome un poco, mientras ella retira por completo mi bóxer.

—Lo quiero todo de ti esta noche, Philips, hazme sentir que soy tuya—me dice arqueándose y cerrando los ojos, mientras muerde su labio inferior.

Yo empiezo a besarla con ternura y lentamente, entro en ella, lo cual, siento que provoca un tsunami en ella.  Espero a que se incorpore y cuando la veo sonreír, empiezo a moverme en su interior.

—¿Te gusta, babe?—le pregunto sofocado y sin dejar de moverme.

—Sabes que sí...siempre me has gustado... demasiado—me dice sofocada.

De repente, ella me empuja y nos voltea, quedando encima de mí. Yo me dejo porque me encanta estar así. Pone sus manos en mi pecho y empieza a mover su cuerpo como solo ella sabe hacerlo. Luego de unos minutos, me levanto, quedando sentado frente a ella. Con nuestros cuerpos aún fusionados, seguimos con los movimientos que tanto nos gustan. Yo tiro De su cabello mientras ella rasguña mi espalda hasta que finalmente, llegamos a un punto único para ambos. Me dejo caer hacia atrás, quedando acostado debajo de ella y ella se deja caer en mi pecho. Ambos suspiramos y luego, ella me mira a los ojos con una sonrisa.

—Te amo—me dice y me da un tierno beso en la boca.

—Te amo—le digo en medio del beso.

Vicenta:
Nuestro beso va adquiriendo pasión, hasta que se vuelve tan ardiente que me prende de nuevo. Sin abandonar sus labios, empiezo a mover mis caderas de nuevo sobre su cuerpo.

—Ba...be—me dice con la respiración cada vez más agitada.

—¿Quieres que pare?—le digo soltando una risita.

Lo siento agarrarme por la nuca y pegar nuestras frentes.

—Nunca dejes de amarme—me dice suspirando.

—Nunca lo haré, es una promesa—le digo y lo sigo besando.

Una de sus manos, está en mi nuca y la otra, recorre toda mi espalda. Yo no saco mis manos de sus mejillas y tampoco me quedo quieta. Pasamos una noche inolvidable, como hace mucho tiempo no la pasábamos. Nos quedamos dormidos.

Abro mis ojos y me veo enredada en su cuerpo. Mi pecho reposa sobre el suyo. Tanto mis brazos, como mis piernas, lo abrazan. Él aún duerme y me da mucha ternura verlo. ¡Se Ve Tan guapo! Daniel Philips es el hombre perfecto: es guapo, apasionado en TODO lo que hace, amoroso, detallista, paternal, tiene un corazón enorme, y es un titán en la cama. Suspiro con los ojos cerrados al recordar cada sensación que me provocó a noche y sonrió sintiéndome realizada. De repente, siento como sus manos acariciando mi cabello me sacan de mis pensamientos.

—¿Cómo amaneció la reina mas hermosa de esta casa?—me pregunta con una sonrisa.

—Ah ¡que pues! ¿Es que acaso hay otra?—bromeo haciendo una mueca graciosa.

—No ¡cómo crees!—me besa—sabes que cuando estoy contigo, las otras mujeres desaparecen, dejan de existir para mí porque yo soy muy feliz con la que tengo—me dice sonriente y me da otro tierno beso.

Se levanta de la cama y se mete al baño, mientras yo bajo a prepararle el desayuno y la lonchera para que se lleve su almuerzo. Yo aún estoy con pijama. Veo bajar a mi Daniel por las escaleras con su traje y su corbata. ¡Qué guapo se ve!

—¡Qué guapo!—le digo mordiendo mi labio inferior y sintiendo como se alborotan mis sentidos a medida que se va acercando a mí.

—¿Tú crees?—me dice con una sonrisa pícara.

Siento sus labios chocar con los míos en un lento y largo beso. Me toma por la nuca y yo hago lo mismo, intensificando todo lo que ambos sentimos. Nuestras lenguas juguetean mientras saboreo la menta en su boca. Mi corazón late con fuerza y con mucha alegría, a la par de mi respiración acelerada por todos los sentimientos que él provoca en mí.

—Me voy a trabajar. No le abras la puerta a nadie que no conozcas, ni a los vecinos. Si quieres, mantén las cortinas del frente cerradas. Si viene alguien de la familia, ya les dije que tienen que llamarte por teléfono antes y que si no, no les vas a abrir y estuvieron de acuerdo por tu seguridad—me explica muy calmada y dulcemente.

—Amor, la bebé aquí es Caro—le digo soltando una risita y arreglando su corbata—yo voy a estar bien y sí, te voy a hacer caso en todo lo que me dijiste hasta que se calmen las cosas.

—Bueno pues ¿me puedo ir tranquilo?

—Puedes.

Me da un rápido beso y sale por la puerta. Yo cierro con llave y subo hasta nuestra habitación para tomar un baño antes de que mi angelito se despierte. Paso por la cómoda y veo algo bastante extraño que capta mi atención.

—¿Qué es esto?—me pregunto a mí misma, tomando el extraño objeto en mis manos y analizándolo para ver de qué se trata.

Amor Prohibido [Señora Acero: La Coyote]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora