Parte 8

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        El sol solo comenzaba a salir cuando abrió los ojos y decidió que ya no podía estar más rato en la cama. Sus pensamientos se dormían cuando él lo hacía, pero volvían a gritar todos a la vez en cuanto despertaba, sin dejarle descansar ni un minuto más. Se abrigó con una rebeca gruesa y salió al balcón del salón, encendiéndose un cigarro mientras observaba el amanecer. Tras un par de caladas, comprobó su móvil, el cuál avisaba de un nuevo mensaje recibido la noche anterior.

        «Hoy he estado en casa de los padres de Kei. Por suerte, me han recibido bien y me han contado varias cosas. Llámame cuando puedas».

        Lo abrió y, sin querer, volvió a releer los anteriores.

         «Ya tengo el billete a Aomori. Me voy mañana».

        «Acabo de llegar. Mañana empezaré a moverme para averiguar algo. Supongo que estarás ocupado. Espero que todo vaya bien por allí».

        No se había atrevido a responder a ninguno, o tal vez simplemente no había querido. Trataba de convencerse de que Yuu tenía buen corazón, pensando en que había ido hasta Aomori él solo para ayudar a Kei, pero automáticamente sus pensamientos pasaban a cómo había tratado a Shoya, a cómo le había ocultado tantas cosas a él mismo, a cómo parecía mantener la entereza a pesar de todo. Casi se le hacía comportamiento de psicópata y le daba miedo, no porque pudiera hacerle algo, sino por lo que sentiría si se diera cuenta de que Yuu, que siempre había sido su ángel, en realidad era un demonio.

        Dio una calada larga al filtro y exhaló el humo restante con un largo suspiro, bloqueando el móvil y dejando ese último mensaje también sin responder.



        En otra zona de la ciudad, Shoya aún descansaba de lado bajo las sábanas, aunque no por demasiado tiempo, pues un brazo rodeó su cuerpo desde atrás y acabó despertando ante los pequeños besos que comenzaron a recorrer su cuello y mejilla.

        —Buenos días —susurró Tatsuya en su oído.

        Se giró para quedar de frente a él, dedicándole una sonrisa que precedió a un pequeño bostezo el cuál hizo que el batería lo mirara encandilado.

         »¿Has dormido bien? Te he sentido moverte mucho.

        —Lo siento, he estado teniendo sueños raros. Aún estoy agitado.

        El batería se acercó, arrastrándose de lado sobre la cama hasta quedar a centímetros del otro, rozando su nariz con la propia.

        —¿Crees que puedo solucionarlo? —se insinuó en voz baja, sacándole una pequeña sonrisa al menor.

        —Puedes intentarlo.

        No necesitó más para pasar una de sus manos tras la espalda del bajista y atraerlo hacia sí, comenzando a besar sus labios despacio, explorando bajo su camiseta con la yema de sus dedos muy suavemente. Poco a poco se fue ladeando hasta quedar sobre él, descendiendo hasta su pecho, paseando sus labios muy despacio mientras iba a apartando su prenda.

        Por su parte, Shoya se dejó hacer, paseando sus manos por los costados ajenos y cerrando los ojos. Tatsuya era buen amante y en poco tiempo parecía haberse aprendido su cuerpo a la perfección. Sabía bien qué puntos tocar y cómo hacerlo, pero había algo que echaba en falta sobremanera y era la pasión; el fuego; el sentimiento. Ya se había olvidado de cómo era que alguien le hiciera vibrar, gritar y hasta llorar de placer en el acto. Mirar a alguien a los ojos mientras se corría y sentir que si solo hubiera durado un segundo más, habría podido desvanecerse. Pero eso solo se lo había hecho sentir una persona.

The sky never liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora