Escondidos en la floresta

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Mi cabeza dolía mucho, mis recuerdos estaban un poco borrosos, como si las últimas horas fuesen difíciles de recordar. Me mantuve lo más quieta posible, solo quería que el dolor se fuese rápido para poder pensar con claridad.

- ¿No la mataste, cierto? – cuestionó una voz cerca de mí.

Eso llamó mi atención, y un pequeño click sonó en mi mente. Antes de desmayarme estaba siendo raptada por tres hombres que probablemente pertenecían a aquel grupo del que hablaban los rumores. Hombres que cumplen cualquier trabajo pago. Normalmente para asesinar personas, contratados por familias y clanes que quieren que sus enemigos desaparezcan de la faz de la tierra, sin que nada que los identifique como los culpables. Son hombres sin sentimientos que no tienen nada a perder, solo a ganar, reputación y dinero.

Mi raptosolo podía tener un significado, alguien encomendó mi muerte. Mi vida no podía ser peor.

Tuve mucho cuidado para no entrometerme en la vida de los demás, para que nadie más muriese por mi culpa, lo único que podía desear ahora era que mis hermanos tuviesen más suerte en sus vidas que yo.

Un gemido de dolor me despertó de mis pensamientos y olvidé de mi situación, y en un solo movimiento me senté. Un gran dolor de cabeza me asaltó.

- Bebe esto, te ayudará. – susurro una voz a mi lado.

Cuando el dolor pasó un poco abrí los ojos, y pude observar que me encontraba en una cabaña de muchos años ya. Había un pequeño espacio que proporcionaba algo de luz. Con eso pude ver que me ofrecían una cantimplora llena de agua, la que bebi con gusto. Después de terminar observé finalmente la persona que me lo ofreció, su piel era más oscura de lo que habitualmente se puede ver en este país, tal vez sea alguien que viene del sur.

- No debes tener miedo, no te haremos mal. – aseguró. – Soy Gull.

Alguien apareció detrás de él. Dos hombres, el que me había abatido tenía medio cabello rapado y estaba lleno de pieles de lobo, el otro estaba vestido de forma más simple, pero su cabello era muy corto.

- Lo siento por haberte golpeado con tanta fuerza, no pensaba que luchases contra mí, soy Wolf, él es Spider. – comentó con una sonrisa.

Aún estaba un poco asombrada con sus comportamientos, pues no parecían del tipo de gente asesina- ¿Por qué lo hicieran? – cuestioné, ganando así su atencion. - ¿Por qué no me mataron?

Eso los desconcertó, no esperaban que dijera algo como aquello.

- ¿Qué quieres decir con matarte? – preguntó Gull. – No te vamos a matar.

- Pero ¿A vosotros no les pagan por eso?

- No, eso no es verdad. – tranquilizó Wolf – Te necesitamos para otra cosa.

De nuevo pude escuchar un gemido de dolor.

- Uno de vosotros está herido. – concluí.

- Si, escuchamos que eres la mejor tratando heridas, y alguien que sabe mantener su lugar en medio de hombres. – erguí mi ceja en modo de interrogación – Me refiero a que vives con tus hermanos, no tienes miedo de estar rodeada de hombres.

- Bueno, es verdad. – asentí.

Me ayudaron a levantarme e indicaran el camino hasta la persona herida. Estaba en una "cama" provisional hecha de paja y algunas telas viejas, un hombre un poco más viejo que los que estaban conmigo, su brazo estaba muy mal, las vendas llenas de sangre. Caminé hasta él para observar más cerca.

Toqué su herida, su aspecto no solo era malo, la herida tenía días y estaba llena de pus y la carne ya estaba muerta. Ya no se podía salvar su brazo derecho.

La floresta (SessKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora