Pequeño secreto.

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Severus Snape es un chico reservado, muchos dirían que hasta amargado, pero si logras pasar esas corazas de indiferencia, su gran sarcasmo y ver más allá de su constante expresión de "No me importa" encontrarás un verdadero amigo. Son realmente pocos los que pueden decirse que son amigos de Severus y Lily Evans es, sin lugar a dudas, la más cercana. Conociéndose desde niños se ha hecho, base de sonrisas y mucha, mucha insistencia, un lugar en el cerrado corazón del chico, con el paso de los años han llegado a quererse como hermanos compartiendo secretos; desde los más insignificantes hasta los más vergonzosos, se cuentan todo.

Bueno, casi todo.

Severus tenía un secreto que no le había contado a nadie, ni siquiera a Lily. No es que ya no confiara en su amiga, claro que lo hace, es solo que con este quería ser egoísta y guardarlo solo paro él, al menos un poco más.

Mientras se adentraba en el bosque prohibido, esa mañana de domingo se dió el lujo de perderse en sus pensamientos por un rato, casi llevaba un año con su pequeño secreto, le es un poco difícil de creer lo bien que se siente cuando está con él.

El crujido de una rama a su espalda lo devolvió a la realidad, había llegado a su lugar de reunión, al ver un arbusto moverse no ocultó su sonrisa.

— Sé que estás allí, ya sal.

De los arbustos salió un gran ciervo que se acercó hasta estar al frente del pelinegro.

— Hola. ¿Me extrañaste? — saludo al acariciar el hocico del animal.

El ciervo se acercó más hasta enterrar su nariz en el cuello del joven y empezar a olfatearlo, causándole cosquillas y en consecuencia risas.

— Jajaja a mi también me da gusto verte Bambi — que original fue al ponerle el nombre ¿No? — tengo mucho que contarte.

Casi había pasado un año desde la primera vez que vio al ciervo en una de sus excursiones en búsqueda de ingredientes para sus pociones, lo encontró tirado en el piso y bastante herido, le tomó media hora y muchas palabras tranquilizadoras que le dejara acercarse y una hora más curarlo. Durante una semana todos los días fue al bosque a verificar su progreso, poco a poco encariñandose con el animal, y al parecer el cariño fue mutuo ya que desde entonces casi cada vez que va al bosque se encuentra con el animal. Le gusta hablar con Bambi, aunque obviamente no le responde es un buen desahogo y su compañía le relaja.

— Tengo algo para tí — detuvo las caricias al animal, el cual levanto la cabeza del regazo del mago, en algún momento Severus terminó sentado en el suelo contra un árbol con la cabeza del ciervo recostada en sus piernas, para mirarlo atentamente. Severus metió una mano en uno de los bolsillos de su túnica sacando una pequeña bolsa de tela roja obscura que en opinión de Bambi, olía muy bien — siéntete honrado, son pocos los que han probado mis galletas — dijo al sacar unas cuantas de las ya mencionadas y ofreciéndolelas en la palma de su mano.

Bambi se quedó viendo a Severus a los ojos unos segundos antes de acercar su nariz a las galletas y olfatearlas al terminar y con lentitud, casi miedo, se comió una.

Severus solo pudo reír al sentir como el animal lamía su mano quitando hasta la más pequeña migaja de las ya devoradas galletas, podría jurar que vio los ojos de animal brillar cuando probó la primera y casi, casi un puchero cuando le dijo que se acabaron.

— Me alegra que te gustaran pero llenarme la mano de babas no va a hacer que aparezcan más — le dijo al acariciarle la espalda, con su mano limpia, y dirigía su vista al cielo — debo irme, se hace tarde — murmuró mientras se ponía de pie y se sacudía el pantalón dispuesto a regresar al castillo pero un tirón en su túnica lo hizo voltear.

— Oye, está oscureciendo. Me tengo que ir — tiró levemente de su túnica sin éxito — si no regreso pronto me meteré en problemas.

Soltando un bufido Bambi libero la túnica. Severus estaba seguro que si pudiera, el animal tendría un puchero y solo pudo pensar que la idea le pareció adorable.

— No te pongas triste, nos veremos pronto. Es una promesa — consoló mientras le acariciaba el cuello. Severus miró curioso al ciervo que se mantenía viéndolo directamente a los ojos, inesperadamente se acercó para darle una lamida en la comisura de los labios y se separó, sin alejarse mucho, del sorprendido chico viéndolo directamente a los ojos, después de un momento Severus sonrió y dejando un beso en la frente del animal dijo — Adiós.

Y con ese emprendió su camino de vuelta al castillo con una sonrisa, pensando en lo feliz que le hacía sentir el pequeño secreto que guardaba en el bosque. Talvez, algún día, le diría a Lily de él, pero por ahora sería egoísta y se lo quedaría para si mismo solo un poco más.

****

Cuando el  joven mago se perdió de su vista y ya no escuchaba sus pasos, estando seguro de que estaba solo la forma del animal empezó a cambiar, dónde antes estaba un ciervo con una gran cornamenta ahora se hallaba en adolescente de 16 años con el pelo revuelto, lentes redondos y el uniforme de Hogwarts con los colores característicos de su casa viendo en la dirección en la que se marchó el pelinegro hace unos minutos. Se dejó caer de espalda al piso pasándose las manos por el rostro, desacomodando sus lentes en el proceso.

— ¿Qué acabó de hacer? — murmuró al aire intentando cubrir, inútilmente, su sonrojado rostro de nadie mientras sonreía bobamente.

Si, definitivamente James Potter estaba jodido.

Y extremadamente feliz con su secreto en el bosque.

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Yasta ¿Qué les pareció el resultado? Yo morí de ternura cuando me vino la idea.

¿Dudas?, ¿Consejos?, ¿Ideas?, ¿Palabras de amor?.

Nos leemos en otra ocasión.

( ˘ ³˘)♥

Secreto en el bosque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora