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Tras la cena, mientras Agni recogía y limpiaba, Elio hacía compañía a Juanjo. Hablaban de caballos en el patio, mientras Juanjo se fumaba un cigarro. Se hizo el silencio durante unos minutos.

-Elio, una pregunta.

-Dime.

-Ese niño feíto, pero con ese lindo cuerpo y tan redondo y maravilloso culito. -Suelta un pequeño suspiro, mientras Elio toma aire para no romperle la cara. - ¿Esta soltero? ¿Es gay?

-No es algo de lo que hayamos hablado, pero te pido que le dejes tranquilo. No se encuentra muy bien, no está ahora para tus juegos.

-De acuerdo, no quiero que te enfades. Ya lo veré de nuevo en primavera. ¿Entramos?

Estuvieron hablando los tres durante un rato más, mientras Juanjo se comía con los ojos a un incómodo Agni que sintiéndose atacado se acercaba a su marido en busca de protección, sin darse cuenta.

-Lo siento, estoy cansado, voy a dormir. -Decidió levantarse, cansado de soportar a Juanjo. -Hasta mañana.

Los otros dos le despidieron, pero media hora más tarde Elio entró en el dormitorio. Mientras se ponía el pijama, hablaba en voz baja con su marido aún despierto, que estaba leyendo una novela. Tras todo esto y pidiendo permiso a Agni, apagó las luces y se acostó a su lado en la gran cama.

-No te preocupes, mañana se va. Para cuando regrese en primavera le informaré de nuestra relación. -Se acostó en la cama, sentía como el otro temblaba levemente, se acercó al niño y lo abrazó, estaba preocupado por él. -No estés asustado, yo cuidaré de ti, no permitiré que te dañen.

-Es que casi me besa, me hubiera robado mi primer beso. -Con las luces apagadas, no podían ver sus rostros, Elio estaba sorprendido. -Hubiera sido horrible para mí. Que ese cerdo se lo hubiera llevado.

Elio acaricia su espalda sin saber muy bien que decirle, con veintitrés años y en un estado tan puro en estos tiempos es algo que le sorprende.

- ¿No has tenido pareja nunca? -Preguntó sorprendido.

-No, estaba muy ocupado trabajando y cuidando a mi abuela.

- ¿Alguna vez te gustó alguien?

-No creo, estaba demasiado preocupado por seguir adelante, por tener comida y que mi abuela estuviera bien, para pensar en todo eso.

-Agni, ¿quieres que te bese? ¿Me permites ser tu primer beso? -Acarició su cara con suavidad. -No será un beso de amor, pero sí de cariño, ya que soy tu marido, ¿quién mejor que yo?

Sintió el temblor del joven, noto como titubeaba sin saber que decir, debía estar muriendo de vergüenza, simplemente se acercó, se alzó sobre él, con delicadeza posó la mano en su cara, acariciando con sus dedos la oreja para tranquilizarlo, bajó lentamente, dando tiempo a Agni para apartarle si así lo quería.

Sus alientos se enredaban, en la oscuridad del dormitorio. Con suavidad, para no perturbar la inocencia de su marido, posó los labios sobre los del otro, acariciando levemente, sintió la sorpresa en el cuerpo del niño, los labios bajo los suyos, suaves, sin moverse, le fue dando pequeños besos, hasta que escuchó un suave gemido.

Agni siente la suave presión de los labios de ese hermoso hombre sobre los suyo, un dulce cosquilleo va esparciéndose por todo su cuerpo, las caricias de las fuertes manos, tan leves, le hacen flotar. Un suave calor se expande mientras sus alientos se enredan y sus labios continúan siendo degustados por su esposo, se siente desfallecer por la proximidad de sus cuerpos anhela abrazar y sostenerse de su cuerpo, mientras se siente caer en un abismo de dicha. Para su desgracia el beso acaba mucho antes de estar preparado para dejarlo ir.

-Ya está, espero te haya gustado.

-No sabía que era así, me cosquillea todo el cuerpo. -Agni estaba aturdido mientras su corazón golpeaba con fuerza, de lo más ruidoso.

-Hay muchos tipos de besos más. Pero creo que este es el mejor para un primer beso, duerme. Ya no te preocupes más.


Lo tenía abrazado, apoyado contra él, escuchaba su profunda respiración. Estaba analizando que le había llevado a besar al niño. Nunca se había sentido atraído por un hombre, algo estaba pasando, su mente exigía que lo cuidara y defendiera de todo. Seguramente sería por las obligaciones aceptadas ante el juez que les había unido.

Escuchó un chasquido, para ver como se abría la puerta del dormitorio, era Juanjo entrando en el cuarto. Elio estaba asombrado, sin creer que realmente se atreviera hacer lo que estaba haciendo.

- ¿Necesitas algo Juanjo? -Susurró con un tono duro, hablaba tan bajo como podía para no despertar a Agni.

- ¿Estás aquí? -Gruño sorprendido Juanjo, al ver que su oportunidad se había perdido.

-Creo que dado el gran interés que tienes, mejor te informo. Está casado conmigo, no quiero estés cerca de él.

-No te creo, ¿por qué no lo dijiste antes?

-Mañana te muestro el libro de familia. No lo dije antes, por si no lo entendías y te perdía como cliente. -Sintió como Agni se movía como si fuera a despertar, le acarició la cabeza y volvió a apretarse contra su cuerpo y oyó su respiración profunda. -Pero visto el obvio interés, las preferencias sexuales no son problema para ti.

-No quería tener problemas contigo. Buenas noches.

-Buenas noches.


A la mañana siguiente, aliviado Agni observó la marcha de Juanjo llevándose con él los últimos caballos que cuidaban, ahora durante los siguientes días se preocuparían de acondicionar y preparar todo para afrontar el duro y frío invierno.

Una de las cosas que estuvieron haciendo, fue preparar la leña para la chimenea, se divirtieron haciendo una competición, viendo quien partía más. Elio tan grande y fuerte, tras varios años de duro trabajo físico, parecía no tener problemas, pero para su sorpresa, el escuálido joven era más fuerte de lo que parecía y se esforzaba y ponía difícil su victoria.


-Agni. -Le llamó, al ver que colgaba tras llamar a su abuela. - ¿Qué te parece si vamos el fin de semana a la ciudad?

-Vale. -Dijo con tranquilidad.

-Me refiero a la "Gran Ciudad", para que visites a tu abuela. -Sonrío viendo como había comprendido. -En poco tiempo empezará a nevar, seguramente nos quedemos encerrados. Aprovechamos para visitarla y comprar cosas que necesitaremos para los siguientes meses.

Agni lo miró preocupado, hizo un gesto de asentimiento mientras se alejaba dando vueltas a la cabeza. Elio le miraba preocupado, esperaba que el menor fuera feliz ante la idea de estar allá con su abuela, a la que tanto quería. A lo mejor se había expresado mal.

-Agni, me refiero, vamos todo el fin de semana, nos quedamos en un hotel allí, para que puedas estar con ella. -Le agarraba las manos buscando en su mirada preocupado. -Vamos el viernes y volvemos el lunes.

-Ya lo entendí. -Dijo bajito mientras trataba de soltarse.

- ¿Qué es lo que está mal? ¿Por qué no te entusiasma?

-No quiero que ella lo sepa, no quiero que... -Pequeñas lágrimas se deslizaron, asustando a Elio, le abrazó tan preocupado. -No quiero que sepa que me vendí.

-No lo sabrá. Le diremos que estás trabajando para mí. -Acarició la cabeza del hombre que se estremecía entre sus brazos mientras empapaba su camisa. -No le diremos nada que no desees, no hace falta.

-Vale, gracias. -Suspiró sintiéndose mejor.

Continúa>>>

Si estás conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora