Capítulo 1 - La niña

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CAPÍTULO 1

LA NIÑA


—¿Hola?

Loki se agachó en cuclillas para poder distinguir la pequeña figura escondida detrás del muro. Vio un ojo verde brillando entre cabellos rubios, y una manita sucia apoyada en la pared, pero la niña desapareció en cuanto se dio cuenta de que él la miraba. El dios esperó con paciencia, y ella pronto volvió a espiar en su dirección.

Loki le ofreció la sonrisa más cálida que era capaz de crear.

—Hola. No te voy a hacer daño —dijo, y levantó sus manos a la altura de su pecho, con las palmas abiertas en son de paz—. Soy Loki. ¿Quién eres tú?

Ella se deslizó en su dirección, con paso cauteloso. Caminaba de costado como un cangrejo, y Loki compuso un gesto de extrañeza. Ella se detuvo a un par de pasos de distancia y lo miró de reojo, como un pájaro. No volteó su rostro completo hacia él, haciendo que el dios frunciese los labios y le dirigiese una mirada interrogadora.

—¿Quién eres? —repitió él, apoyando las manos en sus rodillas flexionadas.

En esa posición estaba casi a su misma altura. La niña era pequeña, aparentaba unos seis años midgardianos, y estaba descalza. Usaba un andrajoso vestido marrón y su piel era sucia y pálida. Loki entrecerró los ojos, porque algo parecía estar mal con el pie izquierdo de ella, el que no estaba frente a él. Movió la cabeza hacia un lado, intentando ver. Parecía quemado, estaba negro y casi esquelético.

—¿Qué te sucedió, niña? —preguntó con cierta preocupación, y se levantó y se movió más rápido de lo que ella o cualquier otro ser podría reaccionar. La vio de frente y un nudo de horror se formó en su pecho.

La niña estaba dividida de forma exactamente simétrica por la mitad del rostro y del cuerpo entero. Su lado derecho tenía piel blanca, cabellos rubios, ojos verdes, labios rosas, sangre cálida en sus venas. Su lado izquierdo era un cadáver quemado y consumido, casi en los huesos. Un ojo rojo le devolvía la mirada desde la cuenca izquierda.

Tomó aire bruscamente y ella leyó su rostro. Se giró y comenzó a correr en la dirección contraria, pero Loki se recompuso con rapidez y la alcanzó en un par de zancadas. Sujetó su hombro con una mano y la hizo detenerse y girar hacia él. Ella intentó soltarse, y cuando no lo consiguió se echó a llorar.

—¿Quién eres, niña? —preguntó Loki, y esta vez su tono exigía una respuesta.

—Leah —dijo ella con una voz muy aguda y temblorosa, entre sollozo y sollozo.

—¿Por qué eres así?

—No lo sé.

—¿Dónde están tus padres?

—No lo sé.

—¿Dónde vives?

—En la calle.

—Hmm. La gente huye de ti, ¿no?

—O me echan —Leah se sorbió la nariz, y una lágrima corrió por su mejilla cadavérica—. Me tiran piedras. Me dicen 'monstruo'. Y yo no tengo la culpa de ser a-a-as-así-í-í... —comenzó a hipar y tartamudear, y las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas.

—Ya, ya —Loki chasqueó la lengua y acarició su cabello del lado sano. Del otro sólo había mechas negras y secas—. La gente es así, le tiene miedo a lo desconocido —la consoló de forma instintiva, tal vez porque le hubiese gustado que alguien lo consolase así a él cuando se enteró de su linaje. Miró al cielo, que ya tomaba el color del ocaso, y luego pensó en todas las familias reunidas en esa noche, la noche de Yule. Nadie estaría solo excepto él. Y esta niña. Tomó una decisión de la que luego podría arrepentirse—. Puedes venir conmigo si quieres. Ya salvamos el mundo, y no tengo mucho que hacer. Vivo solo, así que nadie te rechazará. Es sólo por esta noche, pero algo es mejor que nada, ¿no?

Se enderezó y le tendió la mano. Ella lo sujetó con la izquierda, pero él no hizo ascos a los dedos esqueléticos. Al menos no estaban podridos ni húmedos. Caminó a su paso con la lentitud de un caracol a lo largo de la calle. Los asgardianos se quedaban mirándola, pero Loki no les dirigió su atención.

Subieron las escalinatas de la mansión de Loki y él hizo entrar a Leah. Tenía una casa, sí, pero ni siquiera estaba allí la mayor parte del tiempo. Luego de derrotar a Thanos por segunda (y ojalá definitiva) vez, no había amenazas a la vista y sus días estaban libres, vacíos. Thor andaba por ahí, y sinceramente no le importaba. Valkyrie era la nueva reina. Tampoco le importaba. Era ya hora de que hiciera su propia vida. No había nada que gobernar que valiese la pena.

No tenía sirvientes porque las reglas de Nuevo Asgard no lo permitían, así que utilizó su magia para llenar la bañera y crear burbujas. La niña necesitaba sonreír un poco, y él recordaba que de niño le gustaban las burbujas. Una vez que quitaron juntos toda la mugre de su cuerpo, le trajo una de sus camisas, que a ella le servía perfectamente como vestido. Con un toque mágico de Loki, la ropa se ajustó al cuerpo de Leah a la perfección.

Ella comió con la voracidad de un pequeño animal salvaje, y luego Loki la metió en la cama de huéspedes. Apagó las luces y se fue a dormir a su propia habitación.

Cuando se despertó en la mañana, dio un respingo de sorpresa. Leah estaba durmiendo en la cama de Loki hecha una pequeña bola, con su rostro muy cerca del de él. Incluso su lado monstruoso se veía pacífico bajo el manto del sueño. La cargó en sus brazos y la devolvió a su cama, sin que ella se despertase, y se quedó mirándola un largo rato.

En el fondo, debía admitirlo, se sentía bien que alguien quisiera estar con él.

Papá ✵ Loki & OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora