Capítulo 3 - ¿Conoces a Lady Sif?

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CAPÍTULO 3

¿CONOCES A LADY SIF?


—¿Haciendo obras de caridad, Lucky?

Loki ni se molestó en corregir el apodo que Valkyrie ya le había establecido desde la primera vez que se habían visto. La miró torciendo la boca.

—Ya quisiera, Su Majestad.

—Córtala con eso, el sarcasmo se nota a la legua.

—¿Qué? No es sarcasmo, eres la reina. Nueva Asgard prospeeeeera bajo tu mando.

—Y sé que vas a sacar el tema de los niños en las calles, así que ni te molestes.

—Bien. ¿Qué tienes para decir al respecto?

—¿Eres la voz del pueblo ahora, Lucky?

—Podría serlo, tengo mucho tiempo libre.

—No puedo hacer magia. Siempre habrá pobres si hay ricos. Y tú eres uno de esos ricos así que cierra la boca, mejor. Nueva Asgard recién se está instaurando, necesita tiempo para adaptarse, y ahí podremos ver qué hacemos con las clases sociales. Ya abolí la esclavitud y eso, así que tampoco estamos en la barbarie.

—La barbarie es que unos padres abandonen a su hija porque es mitad cadáver. ¿Qué culpa tiene ella? ¿Qué hiciste para impedirlo?

—La niña tiene edad suficiente para haber sido abandonada durante tu reinado, Lucky. Los papeles se invierten, ¿no? ¿Qué tengo yo que ver con dioses estúpidos? Si quieres adoptar niños, adóptalos. Yo no puedo hacer mucho al respecto más que hacer un orfanato, y ahí nadie te promete que los vayan a adoptar. ¿Quién, por ejemplo, tomaría a una niña como Leah? Sin ofender.

—Enseguida te acostumbras a su aspecto, y su personalidad es buena. Podría ser una niña normal si no fuesen unos intolerantes de porquería.

—Por suerte estás tú para salvar el día, Lucky. Deja de gruñir, dale una linda vida a tu niña y ya. ¿Qué se supone que yo haga?

—Realmente, nada. Ni siquiera fui yo a verte, viniste tú.

—La curiosidad mató al gato, ¿no? Me dijeron que Loki Odinson había adoptado a una niña. Tenía que verlo con mis propios ojos.

—Cretina.

—Tarado.

—Y no es Odinson, es Laufeyson.

—Cierto, el hielo y eso. Se me olvida. Adiós.

—Vete a la mierda.

* * *

—¡Loki! ¡Mire lo que sé hacer!

Y un demonio, niña. Se acabaron las veladas tranquilas.

Loki levantó la mirada de su material de estudio con parsimonia. Leah estaba cabeza abajo, haciendo la vertical sobre sus manos. Tenía el vestido sujeto entre sus piernas para que no cayese hacia su cabeza, y estaba descalza. Loki estaba encontrando difícil acostumbrarla a usar calzado.

—¿Dónde lo aprendiste?

—Unos niños lo estaban haciendo en la calle. Al principio me caía y se me bajaba el vestido, pero ahora aprendí.

Porque ahora comes y duermes bien, y tienes fuerza en tu pequeño cuerpo. Antes estabas en la indigencia, pensó Loki, pero no lo dijo en voz alta. En vez de eso, sonrió ligeramente.

—Ya que te gusta hacer esas cosas raras, creo que un cambio de vestuario te sentaría mejor y sería más práctico. Ven aquí.

—¡Deme el traje de Lady Sif! —chilló Leah entusiasmada, bajando al suelo y corriendo hacia él.

—¿Conoces a Lady Sif?

—Sí, ella es genial. Me defendió a veces en las calles del otro Asgard y me dio dinero. ¿Qué pasa que ya no está? ¿Se murió?

—Como todos los guerreros, Leah. Hela no perdonó a ninguno.

—Oh —Leah se veía triste.

Aquello le decía una cosa muy clara a Loki: Valkyrie tenía razón. Leah había sido abandonada durante el reinado de Loki antes de la llegada de Hela. Había sido él quien había permitido esa barbaridad bajo su mando, y probablemente el abandono de muchos otros niños. No lo esperaba, pero se estaba sintiendo extrañamente culpable. Pensar en Leah durmiendo en un frío callejón le daba escalofríos. ¿Cuántas Leahs más habría ahí fuera? No quería saber.

—El traje de Lady Sif no es muy práctico fuera de una batalla —dijo, aliviando el ambiente triste y haciendo que Leah sacase el labio inferior, decepcionada—. Pero te haré algo un poco inspirado en él, si tanto lo quieres.

Puso sus manos en los hombros de la niña, quien enseguida enderezó su espalda y se paró en una pose marcial. Loki cerró los ojos, buscando en sus recuerdos la vestimenta de la guerrera caída, y repasó cada pieza, cada costura, hasta que la imagen fue clara tras sus párpados cerrados. Entonces los abrió y sus manos brillaron con el color del oro, envolviendo con su luz a la niña.

Cuando terminó, Leah era una Lady Sif en miniatura y con un estilo mucho menos bélico. Había copiado las calzas, aunque las había hecho de tela en lugar de cuero, y los mismo con la falda, las botas y la camisa. Todo estaba decorado y bordado para hacerlo parecerse a la armadura de la guerrera, pero era más suave y cómodo. Loki no pensó que se sentiría tan satisfecho de ver a una mocosa contenta, especialmente cuando ella vio las muñequeras de cuero que imitaban los brazaletes metálicos de Lady Sif, y dio un chillido de la emoción.

Luego, antes de que Loki hablase o reaccionase, ella se adelantó y lo abrazó repentinamente por la cintura.

—¡Gracias!

¿Por un poco de ropa?

Loki no pudo evitar ver su propia vida desde otra perspectiva no muy halagadora. Él nunca había dicho gracias por los vestidores llenos de cientos de trajes, ni por los banquetes de cada día, ni por los baños de burbujas, ni por los paseos por la ciudad. Y ahí estaba Leah, llorando de emoción porque tenía ropa nueva. Un peso ahogante se instaló en el pecho del dios y presintió que no lo dejaría pronto.

—De nada, Leah —respondió, con una voz que casi se rompió al final de la frase. Posó una mano en la espalda de la niña y dio un par de palmaditas. Leah lo abrazó más fuerte y Loki finalmente le correspondió, permitiendo que ella se subiese a su regazo. Una vez cada tanto, él podía dejarlo pasar.

Papá ✵ Loki & OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora