Goku seguía desesperado y para que sus amigos no lo vieran mal decidió irse a una isla, era en los únicos lugares donde podía tener paz.
Él no sabía cómo contener la ira y la tristeza que lo invadía por dentro. Con sólo imaginar que su querida 21 pudiera estar muerta.
—Si tan sólo hubiera sido tan fuerte cómo ahora —mira las palmas de sus manos— No hubiera quedado inconsciente y la habría salvado —aprieta fuerte sus puños— ...Lo siento 21, lo siento por haber roto mi promesa de protegerte...—dijo Goku con tristeza
Goku cayó de rodillas al pasto y golpeó fuerte el piso haciendo una gran grieta.
Luego de unos segundos escuchó que alguien aterrizó cerca de él.
—...Goku— se escuchó una dulce voz que él reconoció de inmediato — Por fin volvemos a encontrarnos— dijo 21 sonriendo conmovida
El Saiyan subió la mirada y miró a esa castaña que portaba gafas, pero no sabía si creer que era la que amaba. Él se levantó y la miró con seriedad, no quería volver a caer en los engaños de la científica.
—Ya basta, no te aproveches de cómo estoy ahora. Se perfectamente que tú no eres la chica que realmente amo— dijo Goku enojado
21 no evitó quedar sorprendida por las palabras de Goku. Pero luego se dibujó una leve sonrisa en sus labios, sabía cómo demostrarle que ella era su 21.
Goku vio cuando la Androide se transformó en Majin, teniendo las características de la buena, su cabello blanco y ojos azules, luego observa cómo ella alzó su mano para mostrarle el anillo de compromiso que él le había dado el último día que se vieron.
El saiyan quedó sin palabras, fue en ese momento cuando supo que realmente era ella, su número 21, la mujer que llegó a amar demasiado.
Sin previo aviso, él la tomó entre sus brazos y la besó.
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MIENTRAS QUE
la científica de inmediato se había dado cuenta del regreso de 21. Los celos se la comían viva y por dentro estuvo algo decepcionada de no haberla matado con aquel mortal golpe.
—Es una maldita, tiene más vidas que un gato— cruza sus brazos— Llega a la tierra y lo primero que hace es buscar a Goku, estupida —dijo la científica muy celosa
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