Parte única.

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Nunca se esperó nada de eso... Enterarse que, ella, caperucita roja, era una niña lobo. Y es que realmente nunca lo vio venir o posiblemente, nunca lo notó; muy probablemente porque sólo la veía de lejos, a ella, sus despeinados cabellos pelirrojos, su sonrisa y sus desgastadas ropas.

Y pese a su excelente memoria, no puede recordar con exactitud cuando su atención comenzó a enfocarse en ella. Sólo pasó, y cuando se acercó a ella con aparente desinterés y para su sorpresa, ella no le alejó.

En cambio, le recibió con una sonrisa y así, inició su amistad.

Pero, aun así, se pregunta, ¿Cómo nunca notó que Emma era una niña lobo?

Si lo pensaba más detenidamente, se le había hecho extraño que algunos perros en la aldea le ladrasen o le gruñeran. También que a veces ella percibiera olores que, para un ser humano, serían imperceptibles. O su voraz apetito...

No, no es que no lo háyase notado. Era solamente que, él estaba enamorado que lo pasó por alto...

Definitivamente, era un tonto. Uno muy grande.

- ¿Qué tanto piensas, Ray? – preguntó curiosa Emma, mirándolo, deteniendo momentáneamente su labor de recoger unas flores que había por ahí. Pues con ellas, hacía perfumes que luego vendía.

- Nada importante.

Ella no estaba convencida, y su mirada y la forma en la que echó las orejas para atrás, se lo decía todo.

- ¿Es por lo que te dije?

- Qué. No, claro que no.

- ¿Entonces...?

- No es nada relevante, Emma. No te preocupes por ello, en serio. – y ella estaba por hablar, cuando él decidió cambiar el tema. – Pero siempre me pregunto, ¿Por qué si vendes bastante bien los perfumes, sigues teniendo esas ropas?

Una sonrisa nerviosa afloró en las facciones de la chica, al mismo tiempo que desviaba su mirada a las flores.

- Yo... Prefiero dárselo a quienes más lo necesitan... Pero mayormente, se lo doy a la casa hogar Grace Field House. Porque ellos son mi familia, y ellos... No me rechazaron por lo que soy. – tomó una florecilla, olfateándola para sonreír brevemente y ponerla en el canasto. – Porque a las personas les da miedo los hombres lobo.

- Tú no me infundes miedo, Emma.

- Bueno... Pero a los demás sí.

- Las personas siempre serán prejuiciosas, y siempre le temerán a lo que no conocen. Igual y, no podemos caerle bien a todos.

- Eso es cierto, pero... Quisiera que no me temieran, quisiera que me aceptaran y vieran como su igual. Tal vez no todas, pero, sí una gran parte de ellas.

- Y lo lograrás. – se acercó a ella, dándole palmadas suaves en su cabeza para después revolver sus cabellos, sonriendo divertido ante sus quejidos. – Después de todo, tú me enseñaste que lo imposible, se puede volver posible.

Y Emma finalmente, pudo sonreír como sólo ella lo hacía.

- ¡Sí!

- Y quieras o no, vamos a conseguirte otras ropas.

- ¿Eh! ¡Pero Ray!

- No te estaba preguntando.

- ¡Ray!

Y él simplemente se levantó y comenzó a caminar lejos de ella en dirección a la aldea. Emma hizo un puchero, tomando su canasta y yendo tras él, todavía diciendo que no era necesario; obviamente, Ray hacía oídos sordos ante sus quejas.

Y pensó que, mientras Emma fuera feliz y él, pudiese estar a su lado, entonces le bastaría.

(Por el momento.)

-Traumada Taisho

Caperucita roja  [Ray/Emma]Where stories live. Discover now