Reino de los Lidhelbaig.
Hogar del príncipe Diego. Este tiene tres hermanas trillizas: Kailani (azul), Ketzia (rosa) y Kietel (verde); las doncellas de rubia cabellera, hermosas, llenas de clase, humildad y amor, risueñas y traviesas pues adoran meter en problemas a Diego.
Al regresar de la primera prueba, por las afueras de este reino, las cosechas estaban secas, no había ninguna señal de alimento. Extrañados los príncipes deciden apresurar el paso. Cruzando las casas, los comerciantes en la calle observaron a sus majestades, la gente comienza a gritar de felicidad por su regreso, otros se inclinaban a su paso, siguen avanzando hasta llegar al puente que conecta a la entrada del patio central del castillo, un guardia se percata de su presencia.
- ¡Bajen la puerta, su majestad ha llegado! - hace una leve reverencia.
- Majestad - dice otro guardia, hace reverencia y se levanta -. Es de suma importancia su presencia en la sala del trono. Los chicos bajan de sus corceles, los soldados que custodian la puerta la vuelven a cerrar.
- De acuerdo, lleva los caballos a los establos. Asegúrate de la estadía de los príncipes, preparen un banquete y aposentos para ellos - el guardia asiente y se va -. Iré a ver a mi padre - les dice a los demás chicos.
- No recordaba así el lugar - dice Lucian -. Es más grande.
- Parece que fue ayer cuando nos quedamos a dormir y jugar con espadas de madera - agrega Damián caminando en vueltas para recordar.
- Extraño ser un niño, era más fácil ser un príncipe -se ríe Jake.
Por otro lado, Diego entra a la sala del trono, observa a la Corte Suprema (los catorce hombres ricos más poderosos del pueblo), que se encuentran a un costado de su padre, junto con un par de guardias. Hablan sobre un peligro que ataca al reino, la hambruna.
- Mi señor, todo comenzó cuando llegó esa nube oscura, al día siguiente en los campos se presentó la sequía. Los cultivos que aún sobreviven son escasos, si llegan a tener brote de alimento, sería contado y aún faltará para cubrir la mitad del pueblo - dice un miembro del consejo angustiado.
- Necesitamos una solución, podemos pedir alimento a los demás reinos, mientras tratamos de evitar perder las cosechas que quedan - agregando una idea de solución dice otro miembro del consejo. El rey nota la presencia de su hijo, se levanta y camina hacia él para abrazarlo, viendo que sostiene algo en las manos.
- Hijo, esperaba demasiado tu regreso - dice el rey Lidhelbaig alegre.
- ¿Dónde está mi madre? - pregunta curioso.
- Fue de visita al reino de Hakoon, volverá pronto, se ha llevado a tus hermanas a ese reino. Hijo sé qué tienes una cruzada que realizar, pero como futuro gobernante, ocupo que atiendas esta situación - pide su padre con firmeza.
- De acuerdo, he cumplido la primera prueba. De hecho, traigo conmigo el tesoro que se buscaba es este jarrón - lo muestra -. Nos fue ordenado que no se abriera hasta llegar a su destino, pero eso me tiene en duda.
- ¿Cuál es la duda joven? - comenta Friort, el comerciante de las cosechas provinciales del castillo.
- Se nos dijo que teníamos que llegar al reino de las cosechas y al del amor.
- Ya veo, la situación está empeorando en todos lados - dice el rey.
- ¿De qué habla su majestad?
- ¿Qué es lo que realmente sucede?
- ¿Acaso esto va a empeorar? - Agregan varios hombres del consejo.
- En el reino del amor, comenzaron las guerras, parece que esa nube apareció esta mañana, causando guerras entre los pueblerinos y los guardias. Afortunadamente el reino está resguardado, pero la gente comienza a tener bandos queriendo atacar el castillo - agrega el rey, su tono de voz se vuelve serio y frío -. Diego, no comentes nada con Jake aún.
- Debo retirarme padre, tengo que averiguar qué debo hacer con esto - hace una leve reverencia y se va. Diego se dirige a ver a sus amigos, pues lo que acaba de escuchar es un peligro. Antes de eso, le lleva el jarrón a Jake. Éste va a sus aposentos, coloca el jarrón en una mesa, se deja caer sobre su cama pensando en Alya.
- ¿Por qué diablos sucede esto? ¿Será que Alya es la causante de todo y qué diablos haré con el jarrón? - se pregunta a sí mismo. Después de darle demasiadas vueltas a los problemas, se quedó dormido, olvidando a sus amigos.
Diego regresó con los demás, disfrutaban del banquete, tenían hambre y sed de un buen vino. Terminando fueron dirigidos a sus aposentos; Lucian, siendo un coqueto con las mucamas cuando estaba ebrio, una de ellas entró discretamente a su alcoba, al parecer ya se conocían y se debían uno que otro favor, éste la desvistió llevándola a la cama con besos apasionados para completar su acto de romance y necesidad carnal.
Por otro lado, Diego tomó una hoja, tinta y un pincel de escritura, quería redactar una carta para su madre y hermanas, pero al final resultó escribiéndola para su amada, el sueño sucumbió sobre él haciendo que se quedase dormido sentado, apoyado en la mesa. Damián pensaba en la visión que había tenido hace días, creía que si regresaba al templo la chica le daría más respuestas. También como su amigo, se recostó en la cama, cayendo en un profundo sueño.
Él cae, por unas escaleras, pero no siente o muestra algún dolor. Ve una mujer llorando, pidiendo auxilio, se acercó, pero al momento de tocar su hombro, ésta se convirtió en humo desvaneciéndose. De pronto, aparece en la Eta triunfal, empuñando una espada con sangre, el reino está en llamas antes de lograr ver algo más, él despierta, se acerca a la ventana de su alcoba y ve la noche oscura, se percibe muy poca luz de la luna repleta de nubes, de repente antes de volver a dormir, escucha unos sonidos medio extraños, pues podían oírse los gritos de la mucama en la cama de Lucian, demasiado fuertes. Damián se incomodó, hizo gestos con su rostro de asco por lo que le venía a su mente al escuchar esos ruidos. Tomó una almohada y se la llevó a la cabeza cubriendo sus orejas, cayendo de nuevo en el sueño. Al día siguiente, los jóvenes esperaban su nueva misión, Jake y Damián salen en busca de Diego.
- Espera - habla Jake -. ¿Escuchaste lo que yo anoche?
- No - contesta tratando de disimular la gran incomodidad que sintió con los ruidos. Se miraron uno al otro y comenzaron a burlarse. Se abre una puerta, era la alcoba de Lucian, de esta sale la mucama, corriendo hacia dirección opuesta del corredor. Después sale Lucian con solo las prendas de la cintura hacia abajo.
- ¿Ni siquiera te vas a despedir? - le grita a la mucama. Gira y ve a sus amigos burlándose de él.
- Amigo, eso fue patético - agrega Diego apareciendo -. Vístete, tenemos algo que hacer. Desayunen algo que tardaremos un poco.
Los jóvenes se dirigen a las cosechas del reino, cuando llegan ven todos los cultivos secos, amarillentos, tratan de tocarlos, pero estos se vuelven polvo. Por suerte, Jake trae en sus manos el jarrón y recuerda las palabras de Alya "Lleva el jarrón, recuerda no abrirlo hasta llegar a su próximo destino" recuerda con dulzura sus palabras. Enseguida abre el jarrón, y lo coloca en el suelo, se queda así por algunos minutos.
- No sucede nada - se voltea algo decepcionado a los demás.
- Calma amigo, tal vez debes meter la mano y pues observar que hay adentro - agrega Lúcian moviendo sus manos de la curiosidad.
- No creo que vaya a pasar...- antes de que pueda terminar, un resplandor dorado de brillos sale de este y aparece la silueta de una mujer -. ¡¿Alya?!
- Me temo que no, mi señor. Soy Ludem. Un ser divino, mi deber es ayudarlos, para esto deben esparcir el polvo del jarrón y crear un diluvio, así los brotes crecerán - dice explicando.
- ¿Funcionará? - comenta Damián asombrado.
- Si, deben hacer que los cultivos estén cubiertos completamente de tierra, mezclado con lo que hay en el jarrón antes de dejar caer el diluvio. Majestades, deberán usar su poder divino - ante esto la mujer desaparece.
¿Qué sucederá ahora?
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Royal Blue
RomanceHace muchos años, existieron 4 hombres apuestos y valientes provenientes de diferentes reinos. Se conoce que cada reino eligió su prueba de hallazgo, honra, sabiduría y amor. Pero todo cambió cuando una era oscura, atacó los reinos, llevándose la vi...