CAPITULO 16

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Caminó por el camino algo familiar hacia lo que quedaba del santuario Nakano y miró a su alrededor. La mayoría de los restos del complejo Uchiha habían sido eliminados completamente por los diversos ataques a gran escala que había sufrido la aldea a lo largo de los años y la tierra junto a la hierba estaba comenzando a recuperar gran parte de lo que quedaba. Sus ojos parpadearon hacia donde había estado su hogar de la infancia en su gloria, sintiendo una punzada de dolor y una punzada de calor al mismo tiempo. Su infancia... había sido lo suficientemente feliz hasta esa noche. Casi podía ver los fantasmas de su pasado mientras pasaba junto a lo que quedaba de su antiguo patio trasero donde él e Itachi a menudo se habían sentado y jugado juntos.

Se movió rápidamente hacia el borde del complejo, donde una gran escalera conducía a las colinas y subió los escalones de piedra quebrados hacia lo que quedaba del santuario.

Frunció el ceño cuando notó varias huellas de pies extranjeros alrededor del área. Aunque eran huellas antiguas, estaba claro que los habían hecho mientras él estaba fuera. Sabía por los informes, las declaraciones de testigos oculares y el boca a boca que los agentes ANBU de Raiz que trabajaban bajo las órdenes de un corrupto fabricante de drogas llamado Kido, habían recorrido el lugar buscando rastros de su material genético. Aunque el santuario estaba en ruinas, todavía era un lugar sagrado para los Uchiha. Al verlo tan descaradamente irrespetado, lo enfureció. Mientras avanzaba, hacia lo que había sido la puerta de entrada, se detuvo y se arrodilló. Para su sorpresa, los restos de lo que parecía un ramo depositados allí, con una cinta verde desteñida y los tallos secos era todo lo que quedaba de las flores. Levantó la tela de seda con cuidado y notó un solo mechón de cabello atrapado en el nudo. Era un color que él conocía bien, un tono rosa pastel. Una sonrisa tocó sus labios al pensar en su prometida. Nunca le había dicho que había venido a visitar este lugar esa acción no lo había hecho para ganárselo. Fue simplemente por la amabilidad de su propio corazón. Ella realmente era la única mujer que debía ser su esposa. 

Sintiéndose más ligero que hace unos momentos, deslizó la cinta en su bolsillo y continuó hacia lo que quedaba de la sala secreta de reuniones. Movió la cuarta estera del tatami y se deslizó por el pasillo subterráneo. Encendió una antorcha con su chakra de estilo fuego y se dirigió hacia donde estaba la tablilla de piedra que había sido escrita por el sabio de los Seis caminos y alterada por el Zetsu negro. Estudió la tableta de piedra durante varios momentos, los escritos que habían sido fuente de tanta pena y dolor. Solo había estado en el lugar una vez después de su batalla final con Kaguya y se había ido rápidamente, su rabia era fresca para que sintiera que podía tomar una decisión racional sobre qué hacer con la tableta. Avanzó y puso su única mano sobre la piedra.

"Esta cosa separó a Padre e Itachi. Se podría decir que fue parte de la fuerza impulsora detrás de la locura de los Uchiha"; dijo leyendo la escritura. "Incluso ahora no sé si destruirlo, reescribirlo, sellarlo o simplemente dejarlo en paz". Con un suspiro, se apartó de la piedra y se dirigió a la parte posterior del pequeño espacio donde se encontraban varios cofres. Se arrodilló frente a uno con flores y varias aves. Había pertenecido a su madre. Abrió la tapa y la levantó, sus ojos se suavizaron ante el sutil aroma de Mikoto que aún permanecía dentro de la caja. Con mucho cuidado, examinó el contenido y encontró lo que estaba buscando. Una horquilla para el cabello adornada por el abanico Uchiha en brillantes piedras preciosas que formaban lirios rojos y blancos. Era una reliquia que había sido transmitida de generación en generación a la matriarca del clan Uchiha a la siguiente. Solo se usaba en ciertas ocasiones y una de esas siempre era en el día de la boda del Líder de los Uchiha. Ahora que había hecho oficial el compromiso con Sakura, la herencia pertenecía a ella.

Lo envolvió cuidadosamente en papel de arroz y seda antes de guardarlo cuidadosamente en su bolso. Luego cerró el cofre había muchas más joyas y cosas importantes que pertenecieron a su madre pero que aun no estaba listo para verlas y se movió al cofre que había pertenecido a su padre, busco entre los artículos del interior hasta que encontró la ropa tradicional que su padre había usado el día de su boda. El conjunto negro, blanco y gris con el inconfundible abanico  Uchiha. Los recogió y los estudió con el ceño fruncido. Claramente, él y su hermano habían heredado la constitución más esbelta de su madre. Tendría que llevar la ropa para que le hicieran algunos ajustes para su forma más delgada, Los dobló cuidadosamente y los colocó en la bolsa también. Cerró la caja y se trasladó al tercero. El cofre que había pertenecido a su hermano.

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