One-Shot 1: El vampiro vestido de sangre.

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—Han pasado dos meses desde la última vez que te vi, no sé dónde estés, ni cómo estás, si estás bien, mal… Si aún me amas…
Las inútiles autoridades no tomaron cartas en el asunto al instante, y cuando lo hicieron, jamás investigaron tu caso a fondo, dejándolo como otro más, otro secuestro, otra violación, otro feminicidio, lo que sea que hayan hecho contigo. Pero yo no pienso rendirme, no descansaré hasta volver a verte, no dormiré hasta sentir tus caricias de nuevo, tus besos, tu amor… Encontraré al responsable y lo haré pagar, ¿Y qué mejor día que hoy, donde llevar sangre en las prendas es simple decoración?
Voy a encontrarte, Elsa, estés viva o estés muerta.
Aquel albino lleno de rencor y desesperación le hablaba por décima octava ocasión a la foto enmarcada de su chica, sostenía ese cuadro de una manera diferente a otros días, cuando los días anteriores dejaba caer cálidas gotas de lluvia de sus ojos de zafiro al contemplarla, en ese momento simplemente sentía que le hervía la sangre, pues sus búsquedas no habían dado frutos. Sin embargo, días atrás había recibido una noticia acerca de otro caso de feminicidio, una chica de veintitrés años fue abusada sexualmente por tres hombres, tenía quemaduras de cigarro alrededor de todo su cuerpo, heridas hechas con cristal y hematomas hechos con metal y madera, semidesnuda, envuelta en plástico y dentro de una bolsa de basura, en un terreno baldío a quince kilómetros de Ahtohallan, lugar donde ese chico residía. Anteriormente se habían anunciado otros tres casos de cuerpos de chicas que habían sido encontrados ahí, en ese mismo terreno, pero en distintos puntos del mismo, no obstante, se sabe que los medios de comunicación nunca muestran el trasfondo y sencillamente muestran lo que consideran que pueda generarles más millones.
Se sentía lleno de sospechas, por sentido común, los responsables de esas atrocidades no suelen esconder sus crímenes en lugares que estén cercanos a sus guaridas, pero era demasiada coincidencia, afortunadamente, no había escuchado el nombre de su novia entre las víctimas, mas necesitaba saber su paradero, si podía llegar a ella por medio de ese terreno baldío, ya que había intentado rastrear el celular de su amada, buscarla en la ciudad, en lugares más lejanos, y nada había resultado.
Suspiró, acomodándose el cuello de aquella capa cosida a mano color vino y negro, que era complemento de ese ajustado y tradicional disfraz del rey de la noche que entonces portaba consigo, tomó su celular y, entre sus contactos, se dedicó a buscar el número de su mejor amigo, quien lo iba a acompañar junto con otros dos compañeros, no era por cobardía, sino por defensa. El móvil sonó durante un pequeño lapso, y al pasar, escuchó la voz de su colega en la otra línea.
"— ¿Hola?"
— ¿Ya estás listo?
"—Por supuesto, Jack, sólo tengo una duda… ¿¡Cómo diablos pretendes que vamos a poder enfrentar a esos hijos de puta!? ¡Somos demasiado pocos! A pesar de tener las armas y la fuerza suficientes…"
—Tenemos las armas y la fuerza suficientes, acabas de decirlo. Además, necesito saber qué pasó con ella, y si llegamos a encontrar algo o a alguien, no me gustaría hacer justicia sólo por Elsa, sino por todas las víctimas de esos idiotas… Hipo, la extraño y lo sabes.
"—Lo sé, de verdad lo sé… ¡Ok, de acuerdo! Entonces… Tú y yo estamos armados, Eugene, al ser policía, obviamente lo está, ¿Y qué hay de Kristoff?"
—Kristoff también está preparado, créeme que el hecho de buscar a su cuñada es algo de lo cual tiene demasiadas ganas, Anna extraña a montones a su hermana, y él también, es lógico que haya juntado el equipo necesario para esto.
"—Bien…"
—Nos vemos, Hipo. Y muchas gracias, en serio.
"—Para eso, estamos, amigo."
La llamada finalizó, aquel chico de cabello de nieve se dirigió a su escritorio, tomando esa vieja pero funcional pistola que pertenecía a su padre, se la había obsequiado meses antes de su muerte, diciéndole que sólo la utilizara en caso de emergencia.
¿Eso era una emergencia?
Oh, vaya que sí.
La guardó entre el pantalón de su vestimenta, mirándose con cautela en el espejo, al contemplarse a sí mismo en ese retrato reflejado, comenzó a recordar el último día que vio a su amada:
— ¡Amor! ¿Qué tal me veo?— la platinada se observaba a sí misma en ese mismo espejo, tenía un hermoso vestido celeste, su favorito, y unos bonitos zapatos blancos sin tacón, pulseras plateadas y azules, aretes de la misma combinación de colores, y lo que a él más le gustaba, ese collar de medio corazón, del cual él tenía la otra parte. Además, se había maquillado como siempre, esa sombra de ojos color uva y ese labial color cereza que, tras un par de besos con él, desaparecía—, siento que me veo ridícula… ¿No estoy demasiado arreglada? Sólo voy a mi entrevista de trabajo…
El interrogado rio, levantándose de su cama para acercarse a ella y abrazarla por la espalda, tomándola dulcemente por la cintura.
— ¿Bromeas? ¡Te ves como toda una diosa! Amor, estás preciosa— ambos miraban al espejo, sonriendo— ¡Mírate! Afrodita se estaría muriendo de envidia.
Ahora había sido la ojiazul quien había reído, volteándose para quedar frente a frente con su novio, rodeando su cuello con sus brazos mientras que él no apartaba las manos de su cintura.
—Entonces Adonis también moriría de envidia al ver tu belleza, porque, por Dios, ¿no te has visto en el espejo? Eres mil veces más bello que yo.
El chico, sintiendo esa sensación de ardor en las mejillas, negó con la cabeza, comenzando a hablar de nuevo.
—Estás comparando esta tonta pieza de cobre que soy yo con valioso y precioso oro, que eres tú, mi amor…
—No sabía que el cobre se sonroja con cada cumplido que le da el oro— la chica reía ante la tierna reacción del albino tras lo que anteriormente le había dicho, tomando sus enrojecidas mejillas con las manos, posteriormente, procedió a darle un dulce beso en los labios, el cual él correspondió de inmediato, cerrando tímidamente sus bellos ojos, al separarse, la fémina sonrió adorable—, me tengo que ir, amor.
— ¿Segura que no quieres que te lleve?
—Sí, no está tan lejos, cielo, no te preocupes.
Ambos se separaron, ella tomó su bolso y corrió hacia la salida, seguida del masculino, quien le abrió la puerta caballerosamente.
—Nos vemos cuando el sol se oculte, Jack, te amo.
—Te amo más.
La platinada le dio un tierno beso al mencionado en la mejilla, y entonces le dijo aquella frase que resonaba en la cabeza del ojiazul desde ese día hasta en ese momento.
—Si me extrañas, mira las estrellas, cuando vuelva, las miraremos juntos.
—He mirado tantas veces las estrellas que ya le he puesto nombre a cada una, y aún no has regresado…¿Cuándo miraremos las estrellas juntos?— él seguía contemplándose en el espejo, sintiendo cómo poco a poco sus ojos se llenaban de lágrimas, ya estaba harto de llorar, así que, mirando hacia arriba y parpadeando en repetidas ocasiones para evitar que alguna lágrima saliera, tomó sus llaves, su celular, y salió de su hogar, totalmente decidido a terminar con el dolor de su corazón y encontrar a su amada para que pudiera repararlo. Comenzó a caminar hacia la casa de su amigo, pero sus pasos fueron interrumpidos por una voz familiar.
— ¡Hey, Jack!
Un automóvil se dirigió a él, donde abordaban tres chicos, todos caracterizados conforme a las fechas: al volante iba un castaño maquillado como si fuese una calavera, y detrás su mejor amigo, transformado en La santa muerte, acompañado de un rubio disfrazado de hechicero. Se estacionó a su lado para que el joven pudiera subir, él caminó hacia la puerta para el asiento del copiloto, abriéndola, se sentó, y sin siquiera saludar a nadie debido a sus pensamientos y su enorme concentración en lo que iba a hacer, soltó:
—Todos tienen en mente lo que puede pasar, ¿cierto? Si no están dispuestos a arriesgar su propia vida y a perder su propia sangre, son libres de bajar del coche.
—Jack, ya hablamos de esto, no vamos a dejarte solo, es demasiado peligroso— ese chico rubio que estaba sentado justo detrás de él respondió, en su voz se hacía presente la angustia y la empatía, además del enorme cariño que le tenía a su amigo—, necesitas apoyo y también protección, por eso estamos aquí.
—Kristoff tiene razón, amigo, es por eso que, además de nosotros, vamos a estar siendo vigilados por mis camaradas policías, si llega a pasar algo, ellos irán al instante para auxiliarnos, tengo compañeros en todo Ahtohallan y en sus alrededores, así que llegarán en un dos por tres— el castaño que iba al volante cruzó miradas con el joven de cabello de nieve, quien asintió plenamente agradecido.
—Gracias, Eugene… A los tres, no sé cómo agradecérselos…
—Siempre nos has apoyado cuando hemos pasado por dificultades, creo que es nuestro turno de apoyarte— su mejor amigo finalizó, dicho esto, conmovido, el albino sonrió, sintiendo un nudo en la garganta que no le permitió decir más que un par de palabras:
—Vamos, entonces.
El mayor, al volante, arrancó el coche, dirigiéndose al noroeste, justo al terreno baldío que había presenciado dichas barbaridades, las calles estaban llenas de adultos comprando golosinas, disfraces para sus pequeños o ambos, y de niños emocionados porque irían de casa en casa caracterizados de un sinfín de personajes, diciendo a todos lo mismo: "¡Dulce o truco!". Pasaban los minutos, lentos y desesperantes, en los cuales los cuatro chicos repasaban por millonésima vez lo que iban a hacer, el plan original, el plan B y de ahí a la J, pues las posibilidades eran infinitas y podía suceder cualquier cosa, sin embargo, el conductor, tras pasar casi diez minutos, resopló, molesto.
— ¡Acabo de recargar esta porquería y ya casi no tengo combustible! Maldita sea…
Por suerte, había una gasolinera cerca, así que, sin dudar, se dirigió a la misma. Al llegar, tanto el conductor como su copiloto se bajaron del coche, el castaño justo iba a recargar gasolina cuando notó que su compañero también había salido del vehículo y estaba caminando lejos de ellos.
— ¿A dónde vas, Jack?
—Sólo iré a lavarme las manos, necesito calmar mis nervios.
El mayor asintió, entonces el peliblanco caminó hacia los baños, al entrar, escuchó una voz madura, rasposa y en volumen bajo que capturó su atención de inmediato.
—Sí. Hace un rato volví al terreno, dejé a las dos ahí… ¿Entonces sólo compro eso? Me dijiste que la chica de cabello negro con falda roja y la rubia de vestido azul tienen hambre… ¡Mierda! ¿De verdad ya no hay nada de comida? Esas hijas de perra se la pasan comiendo, carajo…
El albino, de forma sigilosa, entró a uno de los baños, cerrando la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido, había escuchado todo a la perfección, pero hubo algo que hizo que todas sus esperanzas aumentaran como por arte de magia.
"La rubia de vestido azul".
— ¡Mierda, sé paciente! Ni siquiera en el baño puedo tener privacidad, joder… ¡Cierra la boca, ya voy!
La puerta del hombre se abrió de golpe, siendo cerrada de un portazo, el masculino salió de los baños, seguido del menor, quien estaba tan preocupado como emocionado. Les hizo unas cuantas señas a sus amigos y sólo bastó con eso para que supieran que tenían que seguirlo, no obstante, al caminar, notó algo en el suelo que, al deducir que le sería de ayuda, recogió: una palanca de metal. Se subió al auto, totalmente decidido a resolver todas sus dudas acerca de ese sospechoso individuo. El anterior mencionado entró a una tienda de abarrotes, típico que haya una en las gasolineras, al salir con las manos llenas de bolsas de plástico, se dirigió a su camioneta, todos se mostraron alertas, al arrancar, el castaño arrancó también, siguiendo peligrosamente el mismo camino…
Pasaron casi cuarenta minutos, todo permanecía en silencio, sólo era posible escuchar el sonido del motor del auto y las llantas avanzando, además de la respiración nerviosa de todos. Llegaron a un punto de la carretera donde sólo había soledad, cerros, árboles y silencio, pero un almacén viejo y con poco mantenimiento, la camioneta delante de ellos se detuvo ahí, dando vuelta a la derecha para estacionarse y así llegar a su destino. El castaño, por otra parte, avanzó otros doscientos metros para detener el vehículo detrás de un conjunto de secos arbustos.
—Escuchen, creo que los voy a requerir aquí, rastreen la ubicación del coche para que puedan llegar lo más pronto posible, les pido que sean discretos— el mayor hablaba a sus colegas a través de su walkie talkie, dejando confundidos al resto.
— ¿Crees que sea necesario hablarles ya? ¿No es muy pronto?— el rubio cuestionó a su amigo, a la par que todos veían cómo aquel siniestro hombre entraba al almacén, cargando esas bolsas de plástico que se veían a simple vista realmente pesadas.
—No lo creo, los almacenes abandonados y las casas de carretera suelen utilizarse en varias ocasiones como guaridas para realizar y encubrir actos delictivos, es necesario ver el trasfondo tanto legal como ético de esto— el interrogado respondió con ese toque de profesionalismo que demostraba que sabía de lo que estaba hablando, resolviendo las dudas de todos los que lo acompañaban. Acto seguido, les hizo señas al resto para que, con arma en mano, avanzaran con sigilo, al haber efectuado esto, y sin separarse nunca, los cuatro se percataron de una pequeña ventana que permitía ver hacia adentro de ese extraño y misterioso lugar, el primero en asomarse fue aquel albino de ojos color cielo sin perder la discreción, analizando los alrededores: las paredes sucias y con aparentes signos de humedad, el suelo manchado de tierra y manchas marrón que le daban un parecido a sangre seca, los pocos muebles y el ambiente tenso que transmitía eran dignos de una película de horror, lo cual contrastaba a la perfección con la festividad que se celebrara aquel día. Notó cómo el hombre arrojaba las bolsas, al parecer hacia alguien, gritando verdaderamente molesto.
— ¡LA PRÓXIMA VEZ QUE PIDAN ALGO DE COMER, SÓLO HABRÁ PUÑOS DE TIERRA PARA USTEDES!
—Llevamos días sin probar un bocado, de verdad teníamos hambre…— el peliblanco escuchó la voz de una muchacha, reinaba el temor en su dicción, y la respuesta del mayor sólo la atemorizó aún más.
— ¡JODER, ME IMPORTA UNA MIERDA! ¿¡De verdad crees que las tenemos aquí para tratarlas como princesas!? ¡ESTO NO ES UN PUTO CASTILLO, Y MUCHO MENOS UN CUENTO DE HADAS!
—Yo… Yo lo sé, pero…
— ¿¡Y todavía pones peros!? ¡AGRADECE QUE PUEDEN SATISFACERNOS EN LA CAMA! ¡De no ser así, las dos estarían muertas! ¡CIERRA LA BOCA Y PONTE A COMER!
El joven no era capaz de mirar a las chicas, pues estaban demasiado a la orilla y no alcanzaba a contemplarlas, mas el miedo estaba ahí y se transmitía en un abrir y cerrar de ojos. El hombre calló por un pequeño lapso, pero entonces su coraje regresó, apuntando su mirada aparentemente hacia la otra chica.
— ¿¡Y tú qué estás mirando, rubia!? ¿¡No tienes hambre o qué!?
El silencio abundó en la sala por casi cinco segundos, entonces el victimario se llenó de ira, caminando a pasos agigantados hacia las féminas.
— ¡PÁRATE!— su voz potente y grave eran dignas de intimidar a cualquiera, incluso al más fuerte… Tras varios segundos, el peliblanco miró como si el hombre hubiera estirado uno de sus brazos, lo cual confirmó cuando miró que había tomado a la otra chica por el cabello, esta gritaba de la desesperación y el dolor, no prestó mucha atención debido al impacto que había causado en él ver una situación tan desgarradora, no hasta ver cómo el hombre dirigía a la joven hacia adelante, cuando sus ojos vieron de quién se trataba, sintió que el mundo le caía encima…
Era ella.
Con su hermoso vestido celeste, que era su favorito, pero que ahora estaba hecho trizas, y sus bonitos zapatos blancos sin tacón, que ahora más bien parecían grises, pulseras plateadas y azules, oxidadas, sin sus aretes de la misma combinación de colores, pero lo que terminó por romper y reparar su corazón al mismo tiempo, aún portaba ese collar de medio corazón, del cual él tenía la otra parte y que llevaba consigo en ese mismo instante.
— ¿¡POR QUÉ MIERDA NO ME RESPONDES!?—lo último que el albino pudo mirar antes de sentir cómo su sangre comenzaba a arder era al hombre tirando a su chica con fuerza al suelo, ella lloraba, y él odiaba verla llorar—, ¿¡CUÁNTAS VECES TE HE DICHO QUE NO TE QUEDES SOLAMENTE MIRÁNDOME COMO IDIOTA, ELSA!? ¡NO ERES MUDA, CARAJO!
— ¡YA BASTA! Lo siento, de verdad…
— ¡QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ!
La platinada simple y sencillamente asintió, entre sollozos prácticamente inaudibles, bajando la mirada, el varón no le tomó importancia al llanto de la joven, pues se volteó y caminó lejos de ella, sentándose en un desgastado y antiguo sillón, tomando una revista que se encontraba ahí, comenzando a leerla sin preocupación alguna. El ojiazul contempló que la muchacha a quien ese desgraciado le hablaba primero se acercaba a su amada, y sin decir nada, la abrazó, dejando salir sus lágrimas de ángeles rotos juntas. Efectivamente, como había escuchado en esa llamada en el baño de la gasolinera, era una pelinegra, vestida con una blusa color marrón y una falda roja, aproximadamente de la misma edad que Elsa, ambas inocentes, víctimas, con los sueños quebrados y las esperanzas agotadas.
—Te juro que será la última vez, hijo de perra...— él soltó entre dientes, queriéndole contestar al que le había hecho daño al amor de su vida durante tanto tiempo, sintiendo unas ganas enormes de llorar, gritar y matar al mismo tiempo, apretando con fuerza aquella palanca que había encontrado como si quisiera romperla, destruirla, dejando confundidos a sus amigos.
— ¿Jack? —le llamó el rubio, plenamente sorprendido y angustiado a la vez—, ¿De qué hablas?
El interrogado sólo pudo voltear a ver a sus compañeros, intentando de todo con tal de no explotar frente a ellos, todos lo miraban curiosos respecto a lo que acababa de decir, sin embargo, notaron que alguien se aproximaba peligrosamente hacia él, lo único que a su mejor amigo le dio tiempo de hacer fue alertarlo al último minuto.
— ¡Jack, cuidado!
Ya era tarde, puesto que un hombre lo había tomado por la espalda, sujetándolo fuertemente del cuello con un brazo y de la cintura con el otro, lastimándolo con toda la intención del mundo y dejándolo casi sin la oportunidad de poder moverse, causándole una desesperación enorme, y a sus acompañantes un susto tremendo.
— ¿¡QUIÉNES SON USTEDES Y QUÉ ESTÁN HACIENDO AQUÍ!?
Aquel sujeto había tomado desprevenidos a ese grupo de amigos, de ahí el hecho de que sintieron por un momento cómo la valentía que tanto presumieron desaparecía en su totalidad, por otro lado, el muchacho de ojos de zafiro era a prueba de miedo, a pesar de sentir que se le acababa el aire poco a poco por el acorralamiento en el que estaba implicado, debido a la desesperación por querer respirar, soltó la palanca, rodeando el brazo de su agresor con las manos, en un intento inútil de soltarse, con una expresión facial donde demostraba su dolor.
— ¡DÉJALO EN PAZ! —el menor, inconscientemente, exclamó con exasperación, observando con terror y furia cómo intentaban asfixiar a su mejor amigo, mandando al diablo la discreción, posteriormente, soltó lo primero que salió de su mente—, ¡Estamos perdidos! Necesitamos ayuda para llegar a nuestro destino…
Antes de que el hombre pudiese responder o siquiera reaccionar, el peliblanco lo golpeó con un codo gracias a una fuerza que ni siquiera sabía que tenía, al lograr separarse de él, sin recuperarse, el joven recogió la palanca de metal que yacía en el suelo, y sin meditar sus acciones aunque fuera un poco, la dirigió al varón, sin poder soltar un grito donde dejara salir su coraje y todas las emociones que tenía guardadas en lo más profundo de su ser por la falta de aire, golpeándolo en la cabeza y dejándolo desprotegido de inmediato. El mayor cayó al suelo ante la vista de todos, aquel líquido color rubí pasión comenzaba a salir sin control alguno de su cráneo herido, sin moverse, sin abrir los ojos, y lo más probable es que sin respirar.
El ojiazul quedó sin habla, su pecho ascendía y descendía descontroladamente, estaba completamente en shock, sin hacer nada más que mirar a quien acababa de, aunque costara decirlo, asesinar… No podía creerlo, pues todo había ocurrido demasiado rápido, por otra parte, prefirió hacer eso que arriesgar a sus amigos que, al ver lo que acababa de acontecer, se acercaron a él, preocupados al por mayor.
— ¡Jack, amigo!— el rubio corrió a su lado, tomando uno de sus hombros como muestra de apoyo y una amistad incondicional—, ¡Por Dios! ¿¡Estás bien!?
— ¡Creímos que iba a matarte!— el menor de ojos de esmeralda, sin dudar, se acercó y lo abrazó con gran alivio, notando cómo el cuerpo de su hermano de corazón comenzaba a temblar, y entre tartamudeos y sin apartar su vista del cuerpo que estaba enfrente de él, respondió:
—Pero… Terminé matándolo yo…
—Jack, por favor, ya no te preocupes por eso, fue por defensa propia, eso yo lo sé— el mayor de ojos de chocolate se unió al abrazo, sabiendo que no iba a ser el único hombre que iban a tener que controlar de esa manera…—, ahora, dinos, ¿qué es lo que te molestó tanto hace un rato?
Todos se separaron del abrazo, y casi sin fuerzas, el albino los guio a la ventana de nuevo, cuando se asomó por segunda vez, notó que ambas chicas seguían abrazadas, en el suelo, entonces lo que le quedaba por hacer era simplemente señalarles a sus amigos quién estaba adentro. Los tres muchachos enfocaron su vista en lo que el peliblanco señalaba, y al notar que ella estaba ahí… Fueron sentimientos encontrados para ellos.
—Ese hombre que está ahí las ha agredido durante todo este tiempo y eso se nota… Hace un rato, tomó a Elsa por el cabello y la tiró al suelo como si de basura se tratase…— dijo, cubriéndose la cabeza con la parte superior de su capa, impidiendo así que su rostro pudiera ser visible
Pasaron un par de minutos, donde los cuatro chicos miraban justo a quien buscaban, hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por otra voz grave e intimidante.
—¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ!?
Todos voltearon en un dos por tres, dándose cuenta de que no solamente era un hombre, sino dos, y luego tres, y entonces apareció uno más…
—Esto es de vida o muerte, chicos, les pido que se preparen…— el castaño tomó la pistola que se encontraba guardada en su bolsillo, apuntando de inmediato a todo ese grupo de asquerosos y terribles delincuentes, posteriormente, mostró aquella placa de policía que llevaba consigo a pesar de usar ese improvisado disfraz—, ¡Alto ahí! Arriba las manos, policía de Ahtohallan, no se atrevan a dar un solo paso o habrá graves consecuencias.
Todos los hombres alzaron las manos en señal de súplica y falsa inocencia, y así permanecieron por varios minutos, el castaño estaba tan concentrado en apuntar a los hombres con su arma que no notó que uno, a un lado de él, lo apuntaba de igual manera, y estaba a punto de disparar.
Un disparo se escuchó de repente, fuerte y seco, y todos observaron a otro criminal cayendo en su propio nido de crímenes, y luego fijaron su vista en quien había realizado eso.
—No voy a permitir que ninguno de ustedes le haga daño a la gente que quiero— el rubio seguía con pistola en mano a pesar de ya haber dejado salir aquella bala, eso fue como la gota que derramó el vaso, pues los hombres comenzaron a alterarse en un punto que es casi imposible de controlar… Pero lo que hizo que las esperanzas del cuarteto de amigos terminaran en su punto más alto fue el sonido de varias patrullas policíacas, que llegaron en el mejor momento para hacer justicia por todas las víctimas de quienes residían ahí y cobrar venganza por las que ya no estaban sin quebrantar la ley.
—¡ALTO AHÍ EN NOMBRE DE LA LEY!— de repente, el lugar ya estaba lleno de miembros de la policía rodeando el lugar, la mayoría llegó a donde estaban los chicos, mientras que otros entraron directamente al almacén. El albino, sin tener muy claro lo que estaba pasando, se dirigió con velocidad al lugar donde finalmente iba a volver a ver a la joven que tanto amaba, su mejor amigo, sintiendo una plena preocupación por él, corrió detrás, y justo cuando ambos entraron, notaron que el hombre que anteriormente había agredido a las pobres inocentes estaba en el suelo por órdenes de los oficiales, y cuando éstos los vieron, de inmediato los ocuparon para algo útil, porque sabían que eran acompañantes de Eugene, su colega.
—¡Ustedes! ¡Llévense a las señoritas!
Ambos hicieron caso de inmediato, las chicas estaban asustadas aún, pero se les notaba aliviadas, de todos modos, al fin había terminado ese infierno, al fin, después de tanto dolor, sufrimiento, abuso, maltrato… Sintiendo que todas las piezas de su corazón se juntaban de nuevo, el peliblanco corrió veloz hacia aquella "rubia de vestido azul", cargándola con delicadeza, y corriendo hacia la salida, por otro lado, el castaño imitó esto con la "chica de cabello negro con falda roja", la única diferencia es que, en lugar de llevarla al coche donde todos habían llegado, la llevó a una de las patrullas policíacas, obteniendo como resultado un rescate rápido y eficaz.
El chico de ojos de zafiro, sintiendo que introducían todo lo que sentía en ese momento en una licuadora para hacer un batido de emociones, abrió con dificultad la puerta del coche, del lado del copiloto, donde anteriormente él había estado, y de forma calmada, dejó a su amada ahí, ayudándola a sentarse, cerró la puerta, corrió hacia la puerta del asiento del conductor y la abrió, subiéndose rápida y emocionadamente, creyendo que todo eso era un sueño. Apenas la puerta se cerró, escuchó la voz de aquella chica, dueña de su corazón, pero era diferente a como él la recordaba, siempre alegre, risueña, feliz… El miedo se apoderaba de sus cuerdas vocales, su voz era un poco más ronca debido a esto, sin mencionar que tartamudeaba de una forma preocupante, esto hizo que el corazón del joven doliera a montones.
—Te lo ruego, no me lastimes…
Sin saber qué responder, el albino sintió que un sollozo salía de su garganta involuntariamente, imaginando todo lo que había pasado con su amada en su ausencia, experiencias terribles y asquerosas que ni siquiera podían explicarse con palabras, abusos y maltratos que quizá ya habían terminado con su salud mental, todo un ciclo lleno de tragedias inimaginables y realidades dolorosas. Lo único que pudo hacer fue tomar el volante del coche con una mano y el interruptor del mismo con la otra, encendiendo la luz a la par que rompía en llanto sin siquiera quitarse aquella parte superior de la capa de Drácula que cubría su cabello y sin voltear hacia su acompañante, sólo estaba ahí, con una de sus suaves y delgadas manos en aquel aparato que brindaba y arrebataba la luz en un abrir y cerrar de ojos, justo como los responsables de que ahora su chica estuviera destruida emocionalmente: le habían arrebatado su luz. Entre sollozos y con la voz sumamente entrecortada, se armó de valor y comenzó a hablar.
—Lastimarte siendo tú la razón de mi existir no tendría ningún sentido…
La ojiazul comenzó a hacerse miles de preguntas, no sólo por las palabras tan bellas que acababa de escuchar, sino por la voz de quien lo había dicho, tan familiar… Él se giró hacia la platinada al mismo tiempo que se quitaba la capa, dejando ver su cabello inconfundible y su rostro que la observaba como si quisiera decirle "Oh, te extrañé tanto". Las lágrimas caían de sus ojos de zafiro sin control y sus cejas demostraban sin lugar a dudas su enorme dolor.
Ella quedó en shock, totalmente sorprendida, mientras que por su cabeza miles de recuerdos con ese joven aparecían y se iban de inmediato, recordaba todo lo que había pasado con su novio, todas las risas, las lágrimas, las sonrisas, los cumplidos, las peleas, las reconciliaciones, los besos, los abrazos, el amor… Cubrió sus labios con las dos manos, sintió llamas en el corazón y fuegos artificiales en el estómago, esa sensación de alegría inconfundible que no había sentido desde mucho tiempo atrás, y ahora estaba frente a la persona que más había extrañado durante esos dos meses, sus ojos se cristalizaban, sus ganas de gritar de la emoción se intensificaban y sus ganas de besarlo y llorar junto a él eran ya claras. Repleta de felicidad, bajó rápidamente del coche, corriendo hacia el asiento donde el amor de su vida estaba, abrió la puerta con fuerza y simplemente se abalanzó sobre él, echándose a llorar en los brazos de quien había robado su corazón y su amor eterno.
— ¡JACK!— apenas dijo, cuando sintió que el mencionado correspondía su abrazo con una fuerza que hacía evidente la falta que le había hecho, y al escuchar los sollozos de su chico que se encerraban en su pecho, comenzó a sollozar junto a él—, ¡No puedo creer que seas tú! Te he extrañado mucho, mi amor, muchísimo… He pasado por tantas cosas… Te eché mucho de menos…
El albino no contestó nada, estaba más concentrado en aprovechar ese cálido abrazo que le hacía tanta falta, ¡Lo había logrado! Había logrado encontrar a su amada después de tanto esfuerzo y tantos intentos fallidos, se sentía como todo un ganador, como un héroe, tan maravilloso… Ante su silencio, la ojiazul comenzó a hablar de nuevo.
—Mi amor, no… No llores, jamás te había visto llorar y me duele mucho verte así…
—Es que… Me has hecho mucha falta… Creí que no volvería a verte…— la dicción deteriorada del joven debido a su llanto hizo que la platinada se separara, y para calmarlo, decidió unir sus labios con los de él, mezclando sus alientos con sus lágrimas que caían involuntariamente de los ojos de ambos, a pesar de que un beso sabor a lágrimas no era el mejor sabor del mundo, para ellos era un gran tesoro. Ese beso fue sin dudas el más duradero que habían experimentado a lo largo de toda su relación, se extrañaban, y lo estaban demostrando.
Al separarse, lo primero que la platinada hizo fue acurrucarse encima de su chico, fijando sus ojos de mar en el parabrisas delantero del coche, el joven no comprendió muy bien, hasta que ella dijo esas palabras que conmovieron su corazón.
—Te dije que cuando regresara, miraríamos las estrellas juntos, ¿lo recuerdas?
El peliblanco, sonriendo al escuchar eso, imitó a su novia, mirando las estrellas nocturnas sintiéndose finalmente completo, y no sólo porque miraba las estrellas junto a Elsa, sino porque observó a las patrullas alejarse, seguramente ya iban dentro esos desgraciados y sólo la ley sabría qué hacer con ellos. Los minutos pasaban rápidos, como si el tiempo tuviera prisa, pero eso a él poco le interesaba, porque ya había logrado su cometido: Encontrar a su amada, a pesar de que eso le haya costado ser el vampiro vestido de sangre…
Pasó un año de esa horrible experiencia, la platinada corría de aquí para allá alrededor de toda la casa, terminando de arreglarse, maquillándose, peinándose, abriendo las bolsas de dulces y colocando los mismos en recipientes grandes y hondos, demostrando tanto nerviosismo como entusiasmo por la festividad que se celebra cada treinta y uno de octubre.
— ¡Jack, amor! ¿Ya estás listo?
— ¡Por supuesto, linda! Hipo me dijo que estarían aquí en quince minutos, deja de preocuparte tanto…— el chico miraba sonriente las estrellas, eran como su inspiración, su motivación, su manera de decirse a sí mismo "Sí se puede", pero aún así, eso no quería decir que no le prestara atención a su amada.
—¡Es que es la primera vez que hacemos una fiesta de este tipo! ¡No sé ni siquiera si va a resultar! Esto es tan estresante…
El masculino rio tiernamente ante la excesiva angustia de su novia, alejándose de la ventana donde contemplaba las estrellas para ir a buscar a la misma, cuando la encontró, corrió a abrazarla por la espalda y, mientras la llenaba de besos en la mejilla, le hablaba al oído para que dejara de preocuparse:
—¡Els, basta! Tú bien sabes que a una diosa guerrera como tú todo le sale bien, ¿por qué tanta angustia?— ahora había sido la fémina quien había reído, sin separarse del abrazo que su chico le estaba obsequiando.
—No lo sé, me has dejado sin comentarios, ¿Por qué mejor no me ayudas a terminar de decorar, mi héroe?
El joven de cabello de nieve, asintiendo sin dejar de sonreír, se separó de la platinada, yendo a conseguir más telarañas falsas y serpentinas para hacer de ese lugar algo más increíble y aterrador al mismo tiempo. Mientras, la chica escuchó que el timbre sonaba, suspirando, tomó uno de los recipientes de dulces y, mostrando su mejor sonrisa, abrió la puerta, encontrándose a un grupo de adorables pequeños caracterizados de acuerdo al festejo, ¡Todos se veían sumamente adorables! Pero algo que capturó su atención en un dos por tres: había un pequeño disfrazado de aquel rey de la noche, la única diferencia era que él no estaba vestido de sangre.
—¡Dulce o truco!

Ola de mar 🌊
Primero que nada, sé que quizá es un One-Shot exageradamente largo y de un tema un poco extraño al hablar de Halloween, pero todos sabemos que este tema del maltrato hacia la mujer es un tema del cual se está hablando mucho últimamente, porque vaya, es bastante alarmante, por eso quise incluir en este primer escrito algo relacionado principalmente para generar conciencia, no todas son tan afortunadas como Elsa, es lo único que puedo decir...
En honor de todas las que ya no están, escribí esto, teniendo obviamente como inspiración las bases brindadas para mi equipo, espero les guste y muchísima suerte a todos los participantes. 💖💖💖
PD: Juro que entregué el One-Shot a tiempo, sólo que, debido a la prórroga, me di cuenta que tenía algunos errores y me dediqué a corregirlos JAJAJAJAJAJAJA. :'U

Together Forever ~Jelsa~ #CLJelsa4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora