30

208 18 58
                                    

Tomó suavemente su cuello y lo acercó para besar su frente, finalmente sonrió.

-Vendré el jueves -recordó y el ojiverde, con un puchero, no muy de acuerdo, asintió-. Tranquilo pequeño, el lunes acaba el mes y ya está, no volveré a ir hasta que Jonathan me diga.

-Sólo por eso esperaré, contando los días con ansias -se abrazó con fuerza a su torso y el castaño recargó el mentón sobre su cabeza-. Te amo.

Por falta de respuestas a aquello, soltó un suspiro y simplemente se dedicó a levantar el rostro del ojiverde y regar besos en su rostro, para finalmente terminar en sus labios.

¿Qué era lo que sentía?

Es que era verdad, no podía olvidar tan fácil a Zabdiel, se conocían tanto que no sabía en donde dejar todo lo que guardaba.

Pero no debía seguir amándolo.

Y es que ya ni siquiera estaba seguro de hacerlo, pero sabía que lo necesitaba.

¿Quizá era ya, sólo la costumbre?

Y es que, realmente se sentía confundido.

Apenas tenía un mes con el ojiverde, iban por una semana más, pero no era tiempo suficiente para amarlo.

Por eso mismo, no entendía por qué cada vez que estaban juntos, tenía la intención de decirle que lo hacía. Que lo amaba con el corazón. ¿Realmente era posible?

El ojiverde le mordió los labios y entonces se separó, sonriendo un poco, despertando de sus pensamientos.

-Te hablaré cuando llegue a casa, amor -avisó-. Así que ve a desayunar y vuelve a dormir, dejé el refrigerador lleno.

-Ah, ¿y tú cuando hiciste eso?

-Ayer, antes que despertaras -rió bajito al ver la expresión confundida de su novio y dejó un par de besitos cortos en sus labios-. Ya ni te diste cuenta porque nos fuimos con Joel.

-Bueno, gracias.

-Adiós -se despidió, soltándose lentamente, sin muchas ganas, para subir al avión.

-¡Con cuidado mi amor, te amo mucho! -gritó cuando el castaño ya estaba en la fila y todos le miraron con ternura, y otros con diversión, mientras el chico sólo giró a verlo con una gran sonrisa- ¡Traeré a los niños cuando vuelvas!

El chico sólo sacudió su mano en el aire, sonriendo y, finalmente la azafata le llamó para entrar en el avión.

Entonces la sonrisa del ojiverde desapareció, y soltó un bufido.

-Estúpido -se dijo a sí mismo-. ¿Mi amor? No seas tonto, Erick, son migajas las que te da. No te ama y no lo hará -comenzó a caminar fuera del aeropuerto entre murmullos, y la gente sólo lo miraba extraño, fuera, caminó a algún lugar de desayunos y se sentó a esperar que lo atendieran-. Zabdiel suertudo.

Mientras tanto, el castaño aún pensaba acerca de sus sentimientos.

En el vuelo logró dormirse y, por primera vez, soñó con aquellos ojitos enamorados, esos tan brillantes y hermosos que lo miraban con admiración.

Sus ojos verdes.

Eran los que quería seguir viendo ya.

Al aterrizar se apresuro a tomar sus cosas y dirigirse a su casa, la cual ya hasta le parecía fea, completamente sola y vacía.

Sin el calor que normalmente tenía tiempo atrás.

¿De qué servía ya?

Estaba cansado toda esa mierda. Deshacerse de los muebles no había sido suficiente, estaba seguro que debía vender la casa, porque el sólo hecho de caminar por cualquier parte de ella le traía recuerdos.

Enséñame a amarte || Chrisdiel, Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora