capitulo 4

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Monett no estaba del mejor ánimo después de pasar dos días en cama por órdenes directas del doctor. Y para su mala suerte no se refería al apuesto joven que la atendió el día del acciden. El doctor de la familia que ya estaba bastante entrado en años y usaba lentes enormes, la había visitado por la mañana y la tarde los dos días anteriores y se había marchado con las mismas instrucciones: reposo y más reposo. Si seguía reposando iba a terminar peor de lo que había empezado. Le dolía la cabeza con solo pensar que debía permanecer un día más en el mismo lugar. Eso no se atrevía a decirlo en voz alta, solo alargaría sus días de calvario.

-Milady, Lady Elizabeth Aldey solicita verla.

-Dejala pasar Emilia porfavor- respondió a su doncella que solo asintió en respuesta.

Le alegraba tener la visita de su amiga, ella era la única del club que no se había acercado a indagar sobre su estado. Por un momento pensó Lord Brandford le había prohibido visitarla, por fortuna estaba equivocada. La pequeña Beth nada tenía que ver con los asuntos entre ella y el duque (o la falta de ello) y le alegraba que eso no hubiese cambiado.

La cabellera rubia de su amiga se asomó por la puerta, mientras sus ojitos azules la miraban con tristeza. Beth era alguien fácil de leer, su rostro reflejaba cada uno de sus estados de ánimo como un libro abierto.

-¿Como te sientes?- preguntó con su vocecita siendo casi un susurro.

-Bien, ya no quiero estar en esta cama, me aburro como una ostra- exclamó dramatizado como pocas veces.

-Las ostras no se aburren- respondió ella moviendo sus manos evidentemente incómoda.

-No lo sabemos.

La dos rieron por lo bajo limpiando las tensiones, aunque por su parte no existía ningún tipo de sentimiento negativo hacia Beth, todo lo contrario. Le parecía que era la hermana menor que nunca tuvo.

-Tenia miedo que estuvieras enojada conmigo por culpa de mi hermano- confesó Beth compungida -Ustedes son las únicas amigas que tengo no me gustaría perderlas.

-Sabes que nunca podría enojarme contigo- le dijo reconfortado a su amiga -No tienes la culpa de tener un hermano tan... libertino

Los brazos de la rubia la rodearon y no se sintió capaz de apartarla. Beth era delgada y no porque la duquesa la hiciera seguir una estricta alimentación como a otras señoritas, Beth podía comerse un banquete ella sola y no tenía duda que seguiría entrando en sus mismos vestidos sin problemas.

-Pensé que tu hermano te había prohibido visitarme- le dijo deshaciendo el abrazo.

Subió sus pies descalzos y se apoyó en la pared para ver por la gran ventana que daba hacia la calle en las que transitaban cada día más carruajes. Londres se preparaba para darle la bienvenida a la nueva temporada social de la que no saldría tan bien librada como en las anteriores. El peso de saber que esa habitación dejaría de ser suya la golpeó de repente oprimiendole el pecho y creando un nudo en su garganta.

-Michael se la ha pasado encerrado en su estudio día y noche, ni siquiera ha querido acompañarnos en la cena, seguro que es por nuestra madre 

-Supongo que debe ponerse al día con sus cuentas, ha estado fuera bastante tiempo.

La vio asentir cabizbaja en el reflejo del cristal y odio un poco más a Lord Branford, si esque eso era posible. Beth necesitaba el cariño de su hermano ante la ausencia de su padre. La duquesa no era una garantía de cariño, la mujer tenía tan arraigados sus prejuicios sociales que solo asfixiaba a su hija sin siquiera darse cuenta. La pequeña rubia no necesitaba un conde ni un duque solo alguien que fuese capaz de retribuir todo el cariño que ella era capaz de dar.

Lady Grayson Decide Casarse Where stories live. Discover now