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Y la tarde y el ocaso, el color rojizo del cielo y la pasión de su amor, que cosas de la vida, que raro es el amor, que extraños son los designios de los dioses, que extraño es el vivir, mientras los hombres dicen amarse unos a otros, señalan como pecador al que no tiene miedo de mostrar un poco de aquel sentimiento que perdona, aquel que se da con los ojos vendados, aquel que está siempre presente.

Caminaban de regreso, lento, como si de eso dependiera su vida, como si el cantar de las campanas tuviera el objetivo de romper el encanto de esas manos que entrelazadas demostraban lo que las palabras no pueden, sus pasos resonaban en una sinfonía perfectamente armoniosa en conjunto con el viento y el pasar de los segundos, era la escena perfecta, digna de una cinta de cine, digna de admiración y no de opiniones negativas.

La noche estaba cada vez más cerca y aquellas dos amantes se adentraron en casa de la castaña, la madre de esta había salido unos minutos después diciéndoles al odio las felicitaciones que se merecían por esa hermosa relación que en ningún momento era juzgable, eran solo dos almas que se amaban con la delicadeza de la piel de una princesa, cuyas voces decían las más bellas palabras de amor.

En la habitación, sus labios se juntaron en una necesitada danza de dominación, Marín llevo sus manos al cuello de Shaina mientras la de ojos verdes rodeaba esa fina cintura, a pesar de la blusa que Marín llevaba se podían notar sus pechos, redondos y pálidos, como si fuesen de porcelana, dignos de admiración y de atención, Shaina se sentó en la orilla de la cama y la castaña lo hizo en las piernas de su pareja, el beso no se terminaba, estaba tornándose mucho más bullicioso y húmedo.

Un momento se separaron para recuperar el aire que se les había escapado, de nuevo, reanudaron aquel beso, soltando suspiros por lo bajo, cerrando los ojos, sintiendo como sus lenguas se entrelazaban una con la otra en una danza erótica de dominación dedicándose a saborear el fruto prohibido que habitaba en sus bocas, aquel beso ahora era mucho más obsceno pero al mismo tiempo cargado de todo el amor que sentían mutuamente.

Aquellas manos están desesperadas por recorrer el templo carnal de la contraria, con devoción, con pasión, con amor, con todo lo que las palabras pueden y no pueden decir, con lo que sus corazones están dispuestos a expresar, y entre esa desesperación paciente que sienten Shaina despoja a Marín de aquella prenda superior y luego, con fiera delicadeza se deshace del sostén que cubre su cuerpo, la castaña empeñada en admirar a su doncella, hace lo mismo, perdiéndose en un nuevo beso que se funde al mismo tiempo que su piel.

En un movimiento rápido, Shaina recuesta a Marín, un nuevo beso se forma, los labios de Shaina descienden en un tortuoso pero placentero camino por el cuello de la castaña a la par que sus manos toman cautivos los pechos de su pareja, apretándolos, masajeándolos, pasando sus dedos por sus pezones de vez en cuando, deleitándose con la sinfonía erótica que ha salido sin permiso de la garganta contraria, las manos de Marín han hecho camino en la espalda de su pareja, llegando ansiosa a su cadera, descendiendo con premura hasta el inicio del pantalón, probando su cordura.

Junto toda su fuerza, ahora la castaña estaba arriba, en un acto desesperado arrancó las pendas inferiores de ambas y sin previo aviso su lengua paso a degustar la intimidad de Shaina, sin detenerse, complacida con la sinfonía obscena de aquella voz que la incitaba a seguir, utilizando como aditivo sus dientes y un par de dedos, encontrando el punto dulce, aquel punto dentro de aquella cavidad que estaba poco a poco arrastrando a Shaina al mismo cielo, ascendió, entre besos húmedos por su abdomen hasta llegar a sus senos, esos que probo una y otra vez, esos que no se molestó en cuidar pero tampoco de lastimar.

Sus labios se volvieron a unir mientras dos de los dedos de Marín abrían paso en la húmeda cavidad de su pareja, ocasionando gemidos silenciosos a causa del beso, no resistió ni un minuto más, ni un segundo, cambio de posición, ahora era Shaina quien tenía dos dígitos en la intimidad de la castaña, jugando con el clítoris de vez en cuando, provocando más de esos sonidos eróticamente obscenos, en un momento se separaron solamente para juntar las dos intimidades desesperadas por atención, los movimientos frenéticos de ambas, el sonido de sus pieles chocando en una batalla de seducción, las gargantas al punto casi de desgarrarse, los labios, el cuello y el abdomen llenos de marcas que silenciosamente decían que se pertenecían mutuamente y finalmente aquella danza antigua, siendo bendecida por los dioses llego a su fin acompañada del ultimo alarido de placer de la noche.

El cansancio y el sueño terminó por vencerlas y así, desnudas se abrazaron y cayeron en brazos de Morfeo, la noche y las estrellas habían sido testigos de aquella demostración, aquel que para unos era un pecado mortal, para los dioses que consentían ese bello pecado, no era más que la más pura representación de un amor valiente.

◘♥◘

Y entre la penumbra de aquella desolada habitación, entre las esquinas de aquellas cuatro paredes, las rodillas de una mujer tocaban el suelo implorando perdón, implorando el perdón que creía merecía por no haber sino buena madre, por no haber educado bien a su pequeña, por haber permitido que aquel a quien llamaban demonio la sedujera; su cabeza estaba inclinada, mostrando respeto y sumisión, todo lo que dicen hay que hacer para implorar perdón.

Y estando ahí, acompañada de su marido, pensando una y otra vez, una solución para el dilema, lamentándose por no ser lo suficientemente fuertes, entonces sus ojos se abrieron de par en par, esa anhelada solución estaba ya en su mente, simplemente tenía que decirle a su compañero y poner manos a la obra, ¡el señor estaría complacido!

—Lo tengo — dijo la mujer.

— ¿No estarás pensando meterla a un claustro o si mujer? — pregunto el hombre viendo con incredulidad a su mujer.

—No, claro que no.

Se acercó a su oído y menciono su idea, como queriendo que nadie le escuchara, temiendo porque su grandioso plan se echase a perder, los ojos del hombre se abrieron de la sorpresa, muy repentina y acelerada podría parecer pero... para problemas de ese estilo, solo se recitaban soluciones apresuradas y al parecer ambos estuvieron de acuerdo.

"si después de amar, tuviera que ir al infierno, lo haría. Así después podría presumirles a los demonios que estuve en el paraíso sin nunca entrar, si después de amar, tuviera que enfrentarme a la ira de Dios, lo haría, así pues podría decirle que no le necesito más y que no me importa el castigo que me dé, después de todo, él no es el único dios que me aceptaría tal y como soy, con mi amor por ti y todo lo demás"

Dan R

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La nota preliminar de siempre: no busco ofender a nadie con esta historia, esta hecha con fines de entretenimiento y respeto las creencias de todos ustedes.

las primeras lineas de la rase final han sido modificadas y tomadas de la frase "Si por besarte después tuviera que ir al infierno. lo haría, Así después podría presumir a los demonios de haber estado en el paraíso sin nunca entrar" y le pertenece al maestro William Shakespeare. La continuación si me pertenece.

Nos leemos en el próximo cap, si tienen  alguna duda, no duden en decirme.

Dan R

Fruto prohibido, Paraíso negado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora