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"Que tu dios, en su infinita misericordia, perdone tus fallas y castigue tus tropiezos, que yo he de ir a donde moran los dioses en los que confío, pues es de ellos quien has de temer puesto que has lastimado a la oveja negra de su rebaño de ovejas coloridas"

Casi un mes, eso había pasado ya, casi un mes que para Shaina fue una tortura, había decidido volver a casa, sin embargo ni siquiera les dirigía la mirada a sus padres y eso era lo menos que podían merecer despues de lastimarle tanto, ni palabras ni miradas fugaces, seguía saliendo de casa para ver a Marín quien siempre le esperaba con una sonrisa, aunque supiera que muy pronto se alejaría de ella, aunque su corazón estaba destrozado por aquella noticia, la amaría hasta el fin, y si acaso tuviese que luchar, lo haría.

— ¿te irás, no es así? — Marín tomo entre sus manos el rostro de su pareja.

—Me temo que sí, no quiero hacer esto, no puedo hacerlo — Cerro los ojos disfrutando un poco más de las caricias que esas manos le brindaban.

—Lo sé, amor mio, sé que no quieres hacerlo, sé que duele, pero también sé que no tienes opción. — La voz de la castaña estaba a punto de quebrarse, ella tampoco quería dejar ir al amor de su vida.

—Preferiría morir que casarme con alguien que no amo, yo te amo y es contigo con quien me quiero casar. — Shaina acuno también entre sus manos el rostro de Marín, perdiéndose un poco en la mirada de aquella que era lo más importante en su vida.

—Esperaré, esperaré por ti, cuando todo esto acabe, te esperaré, aquí o en otra vida, te esperaré el tiempo que sea necesario, estaremos juntas.

Un cruel beso de despedida, un inocente y cruel beso que marcaba la separación temporal de las dos puntas del hilo que están destinadas a estar juntas, un beso que ambas querían, durara toda la eternidad, ¡Vida! ¿Qué estás haciendo?, aquellas manos rodearon el cuello de Shaina y el otro par de manos viajaron lentamente hasta aquella fina cintura, intensificando la carta de despedida más triste.

Al parecer, el cielo sufría con ellas, pues comenzaba a llorar bulliciosamente mojando con su amargo llanto la tierra que lanzaba gritos de dolor, ¡Alguien ha lanzado la lanza del dolor! Ha atravesado el corazón de Ishtar, ha llenado de llanto los ojos de Eros, le ha robado el alma a Xochiquétzal, ha hecho trizas las ilusiones Hathor y ha desvanecido aquellos roces del par de manos que ahora caminan lentamente, con pasos funestes sobre la calle infinita que se ha terminado.

La construcción, inicio del mal que se alberga en su vida, estaba frente a ellas, con su imponente porte de autoridad indesafiable, aquel picaporte giraba en un estruendoso rechinido, era hora de entrar para ya no volver a salir hasta que vistiera un traje de novia que más que representar su felicidad, representaría su dolor y su atadura; un último beso, un último "te amo" se escapó de sus labios y se separaron, sus caminos, sus manos, sus labios, sus cuerpos... ellas.

"Quiero detener el tiempo para no dejarte ir, aunque el infinito encuentre su final, quiero sentir de aquel calor de tus besos, quiero beber de la pasión que hay en ti, quiero volver a respirar de tu cuerpo y recordar que estás hecho para mí, aunque las rosas se mueran yo quiero estar junto a ti"

Y ahí estaban sus padres, esperando por ella, esperando pues su deseo se había cumplido, ya no tendrían que preocuparse más por el camino que su pequeña había elegido, pues ahora estaría de nuevo en el sendero correcto, una sonrisa se formó en su rostro, admirando como en aquel sillón reposaba el hermoso vestido blanco, junto al ramo artificial de rosas pálidas, Shaina estaba condenada a la infelicidad y esa belleza blanca que yacía intacta era su cadena.

Su verdosa mirada se posó en sus progenitores, una mezcla de dolor y furia, no podía sentir otra cosa, no era así como se imaginaba su matrimonio, no, no era de esa manera pero ya nada podía hacer, ya no había quien la salvara, rogaba a los dioses que le ayudaran a salir de ahí pero tal parecía que a los seres divinos se habían quedado sin ideas o quizá ya las habían agotado pero ella no lo sabía y seguía rogando por una solución.

—Todo está listo, mi pequeña. — Su madre se acercó a ella con la clara intención de acariciar su mejilla, sin embargo Shaina apartó la mano de su madre con delicadeza.

—No quiero — dijo abruptamente, su padre tomo su brazo haciendo presión en este, con la mirada furiosa.

— ¡Lo harás! — Gritó ese hombre que tiempo atrás era un padre amoroso.

Se soltó de aquel agarre con brusquedad, unas amargas gotas bajaban por sus blancas mejillas y en su mirada había nada más que enojo, como si dentro de ella estuviese la flecha que atravesaría el corazón de sus traicioneros padres y aquella que le daría la libertad de correr de nuevo a los brazos de su eterno amor.

— ¡Los odio! ¡A ustedes, a su estúpido dios y sus estúpidas leyes! — su voz, esa que casi desgarra su garganta podría haber rasgado la tierra con su furia, su lastimada alma había hablado.

Una palma choco con su mejilla, esta vez había sido su madre quien en un acto desesperado perdió toda la paciencia, aquellos ojos tenían el fuego de una hoguera ardiente, iba a hablar pero la otra mano de su madre no la dejo, otro golpe, certero y fuerte en su otra mejilla, había dicho las palabras correctas en el momento incorrecto pero no se podía quedar callada, no despues de saber lo que seguía, no despues de saberse traicionada por quien se supone te debe apoyar y amar incondicionalmente hasta el fin.

—Ve a dormir, mañana es el día.

No dijo nada, dio la espalda a sus padres y cerró la puerta de su habitación, soltando maldiciones por lo bajo, odiaría su vida entera el día de su "boda", aquello parecía haberla trasladadado a la época victoriana donde las damas no tenían palabra ni honor, se sentía igual que una de ellas, siendo desplazada y arrinconada a lo más oscuro de la habitación, pero no era por los altos mandos masculinos o no, había sido ignorada y tratada solo como un objeto por las leyes de la dictadura celestial a la que nunca sucumbiría, ni esa noche, ni el día siguiente ni ninguno otro que viniera en el futuro.

"Cuando llegue la oportunidad, pactare con la libertad y no volveré jamás"

Dan R

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Nota preliminar: No busco ofender a nadie con esta historia, no nada por el estilo

Notas sobre los datos ocupados en este capitulo:

1) Los nombres de los dioses utilizados pertenecen a distintas culturas pero todos son dioses del amor, HATHOR en Egipto, ISHTAR en Mesopotamia, EROS en Grecia y XOCHIQUÉTZAL en México (Regiones aztecas.)

2) La época victoriana 1837 - 1901, la epoca del reinado de Victoria en Gran Bretaña, a pesar de marcar la revolución industrial aun se practicaban los matrimonios arreglados, tanto en la clase alta como en la clase baja con el simple fin, en el caso de la clase alta, expandir terreno y poder; además de que la gran parte de la población consideraba a la mujer solo como objeto sexual en lo que respecta a la clase media/baja.

3) La segunda frase que se ocupa pertenece a las estrofas de la canción titulada PERSEFONE de Nostra Morte.

Gracias por leer.

Dan R

Fruto prohibido, Paraíso negado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora