SIN_ AMANECER

Capítulo 1°

Sentía el agradable aroma del pasto recién rociado, la brisa revolvía su cabello, podía verse sentada de espaldas al borde de un risco, con una tranquilidad tan grande que la envidiaba, envidia de sí misma, de que fuera una ilusión; no podía ver la expresión que hacía, imaginó que sonreía, porque eso era lo que quería sentir

Escuchó unas risas a lo lejos, sintió su cuerpo estremecerse y toda esa ilusión de felicidad había desaparecido, ahora parecía una pesadilla, la temperatura empezó a descender, se congelaba, no tenía sentido pues sabía que nada de eso era real, avanzó directo de donde venían las risas y lo siguiente que vio fue una larga melena negra, apenas podía distinguirla entre las sombras por su ondeante movimiento, no sabía de dónde provenían las luces que no alcanzaban a iluminar el lugar pero era suficiente para notar una cosa, era una niña bailando con otra de cabello más claro, no veía sus rostros pero sí sus sonrisas

Algo goteaba, por inercia miró hacia abajo, salpicaba en sus pies, las lágrimas descendían por sus mejillas, ¿Qué era ese sentimiento?, las risas se transformaron en gritos ¿De dónde provenía?

Sintió un intenso malestar en la cabeza, con los ojos entreabiertos observó de forma borrosa la silueta de una pelinegra enfrente de ella, con su mano rozando su mejilla, asustada reaccionó incorporándose inmediatamente de la cama, no había absolutamente nadie y todo había sido un maldito sueño, o mejor dicho, una alucinación, de nuevo inventos de su mente, molesta tomó el frasco que estaba en su buró mientras masajeaba su sien, antes de poder abrirlo se fijó en la ventana que tenía justo a lado, con lentitud se sentó en el borde de la cama, dejó el medicamento en la sábanas y se acercó, las cortinas estaban corridas, alguien la había abierto, se asomó al exterior apoyándose en el borde para no caerse

Podía observar a personas comenzando su día, miles de linternas que iluminaban los caminos del pueblo y a lo lejos lo que pareciera su único cielo estrellado, las luces de la ciudad y sus rascacielos, sonrió levemente, no era suficiente, necesitaba más

Se fijó en los árboles que tenía justo debajo de su ventana, si se inclinaba lo suficiente podía alcanzar sus hojas, las observó detenidamente, esperando que se movieran por sí solas, aunque tampoco entendía por qué esperaba eso, sólo tenía esa extraña sensación de que había alguien ahí; se mantuvo así hasta que sintió la mano de alguien deslizarse por su hombro haciéndola voltear con rapidez

Una mujer de la misma estatura que ella de cabello castaño oscuro la miró
 —¿Qué hacías asomada así? Podrías caerte —la reprendió pasando a su lado para cerrar la ventana
—Creí haber visto algo...de nuevo —murmuró con la mirada en el suelo
—Sabes que no hay nada
—Tienes razón, todo está en mi cabeza —se apresuró a decir
—No dije eso
—No importa —interrumpió dejándose recostar en la cama con los brazos extendidos, la contraria se acercó, se inclinó sobre ella y peinó los cabellos de la menor con sus delicadeza al mismo tiempo que sonreía con algo más que cordialidad, ella le correspondió y cerró los ojos pero casi de inmediato escuchó una risa que la estremeció y la obligó a incorporarse del susto, sin decir nada sacó de un cajón un frasco con pastillas que dejó caer sobre caer sobre la cama en su desesperación por tomar una

Nadie dijo nada después de eso, la mirada de preocupación de la mujer era suficiente como consuelo

Mientras tanto, en algún otro lugar el pasto era verde y abundante, tanto que no se podía ver el final de este, una leve brisa la adormecía, se dejó caer con los brazos extendidos y una gran sonrisa, tan suave y cálido, observó el cielo, azulado, hermoso, justo como lo recordaba, deseaba estar todo el día así, pero los sueños no duraban para siempre y poco a poco todo eso desaparecía por medio de parpadeos, y justo antes de despertar el recuerdo de una melena castaña y una sonrisa inocente le robaron un suspiro y estrujó su corazón...