Tan frágil como una flor.

A.

Lo que no se ha dicho,
tus cadenas y las mías, más las mías,
que callo ante la inseguridad,
que camino sin rumbo
y escribo para liberar la mente.
Pero se queda aquí,
pero se encierra en el "hubiera",
buscando respuestas imposibles
porque las preguntas jamás han sido oídas.

La indiferencia y el capricho
no nos dejan.
Callamos ante el porvenir, porque no importa.
Nada importa,
somos sólo dos almas dormidas
experimentando en un mundo de ciegos.

Las manecillas nos aplastan,
me aplastan,
ma ahogan
y el vómito verbal se hace presente
ante nuestro encuentro.
Me interrumpes en seco,
porqué el momento ya ha pasado.

¿Para qué insistir?
¿Para qué desgastar algo a lo que
ya le quedan tres hilos que lo sostienen?

Me quedé asqueada de tus disculpas vacías,
tus excusas malas
y la habilidad que tienes
para hipnotizarme y volver a caer
en tus ojos chiquitos y saltones.
Me enferma que tengas la tonta idea
de qué tú eres el bueno
en esta historia,
me enferma la forma en la que me rompes en pedazos,
haciendo un desastre, desbordandome
y que tú siempre consigas salir indemne.

Tus llamadas en horarios y circunstancias
poco oportunas,
que te enojas si no contesto
y te duermes si lo hago.
Porque restarle importancia a lo que siento
es lo mejor.

Que si lloro por todo soy una exagerada,
si estoy sería ya me encuentro enojada,
y si me pierdo en la inmensidad de tu esencia
soy muy distraída;
que poco tacto hay entre los dos.

Pero para salvar el día
siempre estás presente,
porque ocupo de tu ayuda para
poder sobrevivir en este mundo de
MIERDA.