Hinata entró a la casa, colgó su capa en el perchero y se disponía a llegar a la cocina a dejar todos los insumos que había comprado durante la mañana, esa tarde la comida le tocaba a la mayor de todas las chicas, así que procuró dejar todo a la vista para no causarle problemas. Estuvo tentada a comerse una manzana de las que acababa de traer, pero eligió dejarla para más tarde como postre o para la merienda. Tomó los girasoles que había dejado en la mesa y se dirigió a la puerta.
Una corriente helada recorrió la espalda de Hinata, recargado en el marco de la puerta estaba Kabuto mirándola, ¿Cuánto tiempo llevaría allí?, ni siquiera lo escuchó llegar, pero parecía molesto.
-Llegaste más tarde de lo normal- Le soltó y comenzó a caminar hacia ella, Hinata retrocedía cada paso que el chico daba- ¿Dónde estabas?- Se topó con la pared y buscó una salida, la mirada de Kabuto le estaba dando miedo, reunió fuerzas y habló.
-Hu...hubo un anuncio real en la plaza- Kabuto la acorraló con sus brazos y la obligó a mirarlo, no le creía- Me detuve pa...para saber que...-La abofeteó, interrumpiendo lo que estaba diciendo e inmediatamente se le llenaron los ojos de lágrimas por el dolor.
-No te creo- se alejó un poco de ella y le quitó las flores de las manos. Las observó y las arrojó al suelo con fuerza- Pensé que estabas clara de que si ibas a traer esas estúpidas ramas tenían que ser las más baratas.-Le tomó la cara con una mano-Que sea la última vez que llegas tarde y desperdicias dinero a lo estúpido- Se marchó dejando a una Hinata adolorida, estupefacta y humillada. Quiso romperse allí mismo, llorar por lo asustada que estaba de ese hombre y que no sabía cuánto tiempo más estaría de esa forma. Respiró profundo para calmarse, puso una mano en su pecho y pudo sentir su corazón a mil por hora. Unas pequeñas lágrimas se asomaron por sus perlados ojos y las dejó correr por sus mejillas, recordando el consejo que le había dado Inochi esa misma mañana.
Cuando por fin se calmó, recogió los girasoles y caminó a paso tranquilo hasta la sala de costura.
-¡Al fin llegas!- Le reclamó una chica castaña de ojos turquesas- El vestido está casi terminado y tu ni tus luces- Dos chicas más la miraron con desaprobación, sin embargo, la más pequeña de todas, le dirigió una mirada de complicidad, fue entonces cuando todas se percataron de sus ojos rojos-Oye Hina, ¿estás bien?- Se le acercó pero Hinata le pasó una flor y se alejó entregándole a las otras 3 sus propios girasoles. La más pequeña, llamada Hanako la miró con la pregunta en los ojos, pero Hinata negó con la cabeza y se dispuso a tomar su lugar para darle los toques finales al vestido en el que habían estado trabajando toda la semana; un modelito color celeste con flores sobre el corsé y las mangas.
Estuvieron en silencio por varios minutos hasta que la puerta fue abierta por Kabuto, quien venía acompañado por Orochimaru y a Hinata la hizo sospechar. El hombre no se aparecía por la sala de costura a menos que llegara alguien nuevo o llamaran a alguna de las chicas porque habían venido por ella, así que se sorprendió, en menos de una semana dos chicas habían sido elegidas, o eso pensó. Sintió la mirada penetrante de Kabuto y no pudo evitar estremecerse, Hanako se mantuvo cerca de ella en todo momento.
-Buenas tardes, señoritas- Habló el dueño con voz fría y su rostro era impasible como siempre. –Tengo un anuncio que hacerles, el príncipe Naruto celebrará dentro de los próximos días un baile por su veinteavo aniversario, por lo que tendremos que acelerar la elaboración de vestimentas de gala, debemos de realizar por semana por lo menos 4 vestidos- Escuchó el sobresalto de las chicas a su alrededor, en días normales ellas 5 tardaban alrededor de 4 días en tener un vestido terminado, por lo que la nueva orden implicaba doblar o incluso triplicar el trabajo de cada una de ellas. Todavía no habían comenzado y ya sentía el estrés venírsele encima como una piedra que caía sobre sus hombros.-Es probable que en este baile el príncipe elija a su esposa, por lo que tendremos mucha afluencia de doncellas solteras buscando el vestido de sus vidas, así que a trabajar- Salió sin decir ni una palabra más seguido de Kabuto, no le pareció extraño que no mencionara la apertura de puertas el día del baile, lo que menos quería eran distracciones para ellas y darles la oportunidad de escapar de alguna forma de la casa. Suspiró.
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Todo por ti
RomanceAU: El príncipe del Reino del Fuego no quiere casarse pero tiene que hacerlo, una doncella anhela su rescate. Quien diría que la posición acomodada de ese hombre llevaría a los dos corazones a entrelazarse de por vida. Amor, traición, celos y pasión...