Clase

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Dentro de aquel carruaje, se encontraban dos pares de ojos muy similares. Un par pertenecía a una joven de largo cabello negro azulado y el otro par, a un hombre de mediana edad con cabello castaño. Los de la doncella, miraban hacia la ventana, viendo pasar el camino, apenada por no saber cómo entablar conversación con su recién descubierto tío. En cambio este, no podía apartar los ojos de ella. Mientras más la miraba, más se convencía que era la chica. La sensación de agitación que Hinata había sentido en su primer encuentro poco a poco se desvaneció y se fue sintiendo más cómoda con su tío.

-Hinata- Llamó Hiashi, la aludida apartó su vista de la ventana y miró al hombre frente a ella- Ese es tu nombre, ¿No es así?- Le preguntó amablemente y ella asintió. –Es un bonito nombre- Le dedicó una sonrisa amable que ella supo apreciar y devolvérsela con timidez.

-Se lo agradezco...tío- Vaciló antes de decir la última palabra y pudo ver como Hiashi se tensaba. Tenía miedo de haber incomodado al hombre frente a ella y lentamente fue borrando su sonrisa.

-Tranquila, no es nada, es sólo que no me acostumbro a que me llames así- Intentó calmarla y calmarse a sí mismo. Hinata suspiró con alivio. Menos mal.

-Tampoco yo.- susurró para sí misma y al ver la mirada interrogante de su tío, explicó -Me refiero a que... no me hago a la idea de... una familia- se le iluminaron los ojos y le sonrió ampliamente a Hiashi. De pronto Hinata quería saber todo sobre la familia. -¿Podría contarme acerca de nuestra familia?- Preguntó con entusiasmo, Hiashi se rió a carcajada limpia, la chica era encantadora.

-Por supuesto, ¿Qué quieres saber?- en la mente de Hinata pasaron todas las preguntas habidas y por haber.

-¡Todo! Quiero saber la historia de toda la familia- Mientras más pensaba que quería saber, más preguntas venían a su cabeza. Tenía una necesidad imperiosa de saber de dónde venía, ya que había vivido gran parte de su vida sin un sentido de pertenencia.

-Está bien entonces, comenzaré con nuestros ancestros.- Se aclaró la garganta y Hinata guardó silencio tan profundamente que casi dejó de respirar. –Los Hyuga tenemos nuestras raíces más profundas en las montañas que dividen el Reino del Fuego y el Reino del Remolino. Solíamos ser agricultores y artesanos, nos expandimos mayoritariamente hacia el norte y crecimos de manera tan acelerada que pronto fuimos uno de los clanes más poderosos de la región. Siempre tuvimos buenas relaciones con el resto de los clanes y fue entonces cuando los ancestros de todas las familias decidieron crear un pueblo. Fue así como nació el Reino del Fuego, el clan Namikaze fue el elegido por nuestro Dios para guiarnos y nosotros los Hyuga somos sus leales sirvientes. Sin embargo, al existir tantos miembros de nuestro clan, los ancestros decidieron crear dos ramas familiares, donde la primera sería la que formara parte de la aristocracia y el resto, seguiría siendo trabajadora. Con el pasar de los años, esta decisión se revocó dado a que el clan disminuyó por las constantes guerras a las que nuestros ancestros sirvieron con gran valor.- Un deje de orgullo comenzó a crecer en el pecho de Hinata, por un momento se preocupó por la cuestión de las ramas familiares, pero al parecer, todo se había arreglado.- Así que aquellos restantes, formaron lo que hoy son nuestras costumbres y tradiciones. Tu abuelo, desciende de la que fue llamada la rama principal, al igual que tu padre y tú.-Hizo una pausa y quedó pensativo un momento- Es por eso, que a mi muerte, la heredera del legado Hyuga serás tú.-

-Mi lord, mi lady, ya hemos llegado- Hinata estuvo a punto de agregar algo, pero el cochero la detuvo antes de siquiera comenzar. Miró por la ventana del carruaje el camino lleno de árboles, tan altos que la chica no podía ver su final. Pronto, los árboles terminaron y Hinata vio un extenso claro verde, su pecho se llenó de emoción y al pasar unos segundos, el carruaje se detuvo. La puerta se abrió y su tío bajó para ayudarla a ella a hacer lo mismo. El cochero al notar que ya estaban fuera del carruaje, cerró la puerta y se alejó con él dejando a la vista de Hinata una gran escalera de piedra custodiada por gárgolas a sus lados y al final de esta una enorme finca.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora