Volver a Verte

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[Miércoles 27 de mayo 7:15 p.m]

Varias semanas ya habían pasado desde la disputa del dúo. Era raro no poder cruzarse con alguien en la entrada de su casa para Rin, por otro lado era anormal para Adelen que ni siquiera pudiera intercambiar alguna mirada con su mejor amiga. Como prometido no se dirigieron ninguna palabra, ningún vistazo, pero a cambio una montaña de pensamientos, de recuerdos no dejaba de derrumbarse en sus mentes. El orgullo de una no permitía disculparse por las acciones que había realizado, la discreción de la otra evitaba nuevas oportunidades para aclarar y solucionar los problemas.

El primer videoclip de la joven Adelen hizo que pasara esa prueba tan dura, rodeada de gente, no consta gente enmascarada, pero al menos no estaba sola.
La agencia, al igual que sus padres estaban orgullosos de ella, por haberse hecho famosa en tan poco tiempo. El rubio, también lo estaba. Gilgamesh fue el joven que la había acogido en sus brazos durante una media hora sin soltar una sola queja. Adelen sentía que tenía una deuda hacia él, desde aquel entonces. Le suplico que le dijera lo que podía darle como recompensa, este solo le pidió que se vieran cada viernes por la tarde en aquella cafetería. La muchacha acepto con una gran alegría y poco a poco instalaron una pequeña amistad entre los dos.

Adelen recogió su bolso, se despidió del equipo y se puso en marcha hacia su casa, no antes de pasar por la escuela para recoger sus cosas del club de música. El conserje le dejo las llaves de aquella sala excepcionalmente para que ella pudiera practicar cuando quisiera. Ella utilizaba aquella aula para poder dejar su cartera e ir al estudio lo menos cargada posible. Al entrar en el salón unos golpes al exterior llamaron su atención. La curiosidad guió la adolescente hasta la ventana. El tiempo de acostumbrarse a la oscuridad, no pudo distinguir nada. De repente varias siluetas empezaron a aparecer y desaparecer en el patio de la escuela. Adelen se sobresalto al presenciar ese evento extraño. Un poco más lejos se encontraba otra persona. Al principio intentaba forzar su vista para identificarla y se dio cuenta que era Rin. Ella estaba parada delante del campo del futbol observando sin intervenir. La muchacha supuso que las siluetas que aparecían y desaparecían eran servents que luchaban entre sí. La peli-verde concluyó que la mejor cosa que podía hacer era eclipsarse para evitar causar problemas.

El silencio volvió repentinamente. La muchacha no se movió. Su corazón dejo de latir por un tiempo ¿La habían pillado? Esperó unos segundos pero nadie parecía estar viniendo a su dirección. Pasaron unos segundos más. La muchacha contó hasta tres en su cabeza, tragó saliva y dio media vuelta lentamente. Se espero cruzarse con lo que sea justo detrás de sus espaldas, lista para matarla, pero no había nada. La muchacha salió de sala de inmediato y se puso a correr. Después de haber recorrido una pequeña distancia chocó con alguien violentamente y cayó en el suelo adolorida. Al levantar la vista se encontró con un muchacho pelirrojo con los ojos de un color ámbar que le recordaban a la miel.

Estaba tan confuso como ella, pero se levantó la tomó por la muñeca y empezó a arrastrarla por todos los pasillos hasta llegar a un callejón sin salida. Adelen observo todo el pasillo para identificar la persona de la que huían. Aquel individuo se presentó justo delante de sus narices en un abrir y cerrar de ojos.

—Parece que no habrá una sola victima —Murmulló, un hombre con el pelo azul y largo atado en una coleta, mientras sujetaba con firmeza su lanza.

La peli-verde observó al muchacho asustado y luego al servent. Esta vez fue la joven quien agarro la muñeca del chico, con firmeza.
—¡Cierra los ojos! —gritó la muchacha, levantando la mano en frente de ella.
Murmuró algo inaudible para los oídos del pelirrojo y un rayo que únicamente cegó al servent apareció delante de ellos. Los papeles se invirtieron, Adelen empezó a guiar al muchacho hacia el tejado, para poner en marcha su plan de escape de emergencia.