La Primera de Muchas

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Pronto seria navidad, la montaña Paoz se cubriría de nieve por completo, los animalitos que habitaban el intrincado bosque se retirarían a hibernar o emigrarían como las aves lo hacían cada año, muchas de las familias de la zona bajarían de la montaña en busca de una temperatura más soportable y solo unas cuantas se quedarían a luchar contra la caprichosa naturaleza.

Ella, Son Milk, esposa de Goku y dichosa madre de su único hijo...se quedaría sola, pues su marido había muerto hacía ya varios meses y su único preciado retoño se encontraba en manos del monstro Piccoro Daimaku, quien supuestamente se lo devolvería después de completarse un año de entrenamiento, pero viniendo de una bestia como él, ninguna promesa tenía valor.

Rápidamente se limpió las lágrimas que bajaron por su rostro al pensar en eso, había tratado con todas sus fuerzas de seguir con su rutina de ama de casa como todos los días desde que se casó, lo cual consistía en levantarse temprano, hacer el desayuno, lavar los platos, después seguir con la ropa sucia, una comida sencilla, para comenzar con la limpieza de su hogar poco después y terminar con la cena para posteriormente ir a dormir, pero no podía, desde el maldito día en que Goku salió de casa con su niño en brazos para ya no volver, no podía hacer nada de eso.

No dormía, no comía e incluso parecía que su corazón dejaría de latir en cualquier momento a causa del dolor y la tristeza, se suponía que se había levantado de su cama (en la cual nuevamente no logro conciliar el sueño la noche anterior), solo para buscar algo que obligarse a comer, pero no pudo, termino como cada día, sentada justo en el sofá de su estancia, sin fuerzas para levantarse y con cientos de lágrimas queriendo escapar de sus ojos negros.

Claro, su padre y los amigos de su esposo habían tratado de convencerla en más de una ocasión para que se quedara con alguno de ellos, ¿pero cómo hacerlo?, que tal si en algún momento llegaba su pequeño bebé, que pasaría si por obra y gracia de Kamisama lograra escapar del demonio verde y viniera a buscarla, ¿qué ocurriría entonces con su niño si ella no estaba para resguardarlo entre sus brazos y protegerlo? No, no podía permitirse un fallo así como madre, lo esperaría, sin importar cuanto tiempo pasase, ella esperaría pacientemente por su retoño.

Recapacitando eso se decidió a ir nuevamente al segundo piso, tenía que arreglarse un poco, si ese era el día en que su Gohan por fin volvería a ella, no podía permitirse el recibirlo en un estado tan lamentable.

Subió lentamente las escaleras a la siguiente planta, como si con eso el tiempo pasara más rápido, pero al cabo de un par de minutos se vio justo en la cima por más que trato de evitarlo, tuvo el impulso de volver a bajarlas solo para subirlas nuevamente a paso más lento, pero se contuvo y se encamino a su habitación.

Tomo la manija con su mano temblorosa, cada vez que abría la puerta se le helaba el corazón al no ver a su esposo sonriéndole mientras le preguntaba que había de comer, en más de una ocasión había terminado tirada en el piso llorando desconsolada, claro, sabía que volvería, que su amado Goku seria revivido, pero eso no evitaba que sintiera dolor por su ausencia, por lo que le había pasado, ¡EL HOMBRE QUE AMABA HABÍA MUERTO POR TODOS LOS CIELOS! Y por más que se negaba a si misma el siquiera pensarlo...tenía miedo, miedo de que ninguno de sus hombres volviera a su lado, de tener que pasar el reto de su vida hundida en esa maldita soledad que la estaba volviendo loca poco a poco.

Tomo una gran bocanada de aire solo para darse valor y abrir la puerta de un tirón, en cuanto lo hiso se dirigió inmediatamente a su baño, no se detuvo a mirar su cama vacía, lo que es más, cerro fuertemente los ojos, pues supo que no aguantaría nuevamente un recordatorio tan tangible de su soledad, no se animó a abrirlos hasta que no se encontró en la seguridad de su cuarto de baño.

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