Curiosamente ese día desde que había amanecido estaba lloviendo. Él sentía que esto no auguraba nada bueno.
Últimamente Lolito no se comunicaba con él ni con nadie. Se quedaba en su hogar sin ver a ninguna otra persona.
Algo estaba ocurriendo con él y tenía miedo.
Decidió que lo mejor que podría hacer era ir a darle una visita sin avisar, como sorpresa. Se puso su correspondiente ropa para que la lluvia no lo afecte mucho y emprendió su marcha.
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La lluvia se había vuelto más fuerte pero eso no lo iba a detener. Estaba ya cerca del hogar de su amigo pelirrojo. Pero pudo divisar como este se encontraba en las puertas de su humilde morada con maletas a su lado.
Sintió una sensación angustiante invadiendo su ser. Decidió aumentar su paso e ir corriendo, aún con riesgo de resbalarse.
El de ojos verdes notó su presencia y no fue difícil de darse cuenta que él no esperaba su repentina llegada.
Sentía que tenía la boca seca, que no le salían las palabras al tenerlo delante. No al saber que implicaba que tuviera sus pertenencias allí mismo.
-¿Auron?- inquirió él más alto, mirandolo fijamente a los ojos con una expresión que no le dejaba descifrar que sentía este.
- ¿P-porqué tus cosas están aquí afuera? - Preguntó con la ansiedad haciéndose cada vez más grande. Este se quedó en silencio por unos segundos, evitando su mirada.
- Voy a irme - respondió, no mirándolo.
- ¿Cómo que vas a irte, Lolo? - tenía un mal presentimiento que a cada palabra que soltaba el otro, crecía.
- Este ya no es mi hogar, no pertenezco aquí. Debo irme y encontrar mi camino - contestó, ahora si, clavando su mirada en la suya.
- ¿Ibas a irte sin despedirte ni decir nada? ¿Este ya no es tu hogar? Pero si hasta hace unos días me habías dicho que te sentías feliz de vivir aquí y haber conocido a los chicos - sentía que sus ojos estaban a punto de derramar lágrimas, realmente no quería llorar pero la situación lo estaba sobrepasando.
- Si te soy sincero, realmente hubieron momentos en los que me sentía pleno aquí. Junto a ustedes. Pero eso se acabo - respondió tajantemente.
- Pero... ¿acaso todo por lo que hemos pasado no te causa nada? - estaba a nada de llorar.
Este suavizó su expresión, para sonreír de forma resignada.
- Sabía que debería haberme ido más temprano... encontrarme contigo iba a ser difícil.
- ¿Realmente nuestra amistad vale tan poco que no querías decirme adios y darme explicaciones?
Esto hizo que su cara cambiará repentinamente y ahora si, revelándose sus verdaderos sentimientos. Sin esa máscara de frialdad que creía que funcionaría conmigo.
Tenía una expresión desencajada y de angustia.
- Jamás. No miento cuando digo que eres lo más importante para mi. Mi mano derecha... mi compañero.
No pudo evitarlo y las lágrimas empezaron a deslizarse por su rostro.
- Mi Loli... por favor no te vayas - dijo con la voz quebrada, destrozada.
- Auron... - este había comenzado a llorar también.
Con la lluvia haciéndoles compañía en su dolor, se abrazaron fuertemente. Sabía a despedida, a un desgarrador adios.
No quería que se vaya, no.
- Por favor quédate... quédate junto a mí, ¿qué voy a hacer sin ti? - murmuró, con su rostro oculto en el cuello del pelirrojo, sin soltar su agarre.
- No puedo... ya no pertenezco aquí - susurró, mientras su agarre en el abrazo se intensificaba.
- No me dejes, Lolito - no quería separarse de él. Quería despertar y que todo solo sea una pesadilla.
Su ser ardía por confesarle lo que sentía por él. Por decirle que lo amaba. Porque lo hacía, desde hace tiempo ya.
Pero no podía.
Él más alto se alejó un poco, con los ojos rojos.
- Siempre te recordare mano derecha - dijo, con una sonrisa triste.
- Si no puedes quedarte... llévame contigo - obstinado como solo él podía serlo, no se rendiría.
- Tú si perteneces a Karmaland, Auron. Pero... prometo que voy venir a buscarte - dijo, mirándole con dulzura y algo más, que no podía descifrar - No es un "adios" definitivo.
- Te voy a extrañar - quería suplicarle que se quedé, pero Lolito se veía muy decidido.
- Yo más, no te olvides de mi eh - dijo, regalandole una última sonrisa.
Automáticamente él sonrió también, pese a las lágrimas que seguían sin parar. - Eso nunca.
Este entonces luego de un intercambio más de palabras, se fue. Dejándolo solo.
Entonces cuando no pudo divisarlo más, dio rienda suelta a lo que sentía.
Se sentía muy mal, devastado.
Las palabras no dichas que ni siquiera el viento se podría llevar ya que jamás fueron expresadas.
El amor que no pudo florecer en su totalidad.
Si solo lo hubieran sabido... que todo ese tiempo fue mutuo.
