Cap 4: Cuidaré De Tí

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|Narra; Kim|


Ante la completa oscuridad, enciendo la lámpara una vez que ayudo a Jay a recostarse sobre la cama, la mano izquierda delicadamente sobre su pecho. La cubrí con suficientes vendas, así evitará lastimarse. Su respiración es entrecortada. Es solo cuestión de tiempo a que la morfina lo adormezca, alivie el dolor, y logre dormir tranquilo lo que resta de noche. Agradezco al cielo porque solo haya perforado el músculo entre el dedo índice y el pulgar, y no un tendón o astillado algún hueso.

Observo las mías, una horrible sensación me atociga de segundos, al verlas embadurnadas... con la sangre de mi compañero. A pasos rápidos acudo al cuarto de baño, y las restriego con fuerza bajo el chorro de agua del lavamanos, juntando suficiente jabón.

《¿Cómo fue que pasó? Todo es mi culpa. Lo es. Sino hubiera insistido en buscar más indicios, esto... Jay estaría bien. Rayos. Rayos. ¡Rayos!》

Levanto la mirada al espejo, odiandome todavía más. Siento una presión que me oprime el pecho, ennudece mi garganta e incita a mis lágrimas descender con ímpetu. Acabo sediento a ello, a caer de rodillas sumida en el lamento. No me había sentido tan mal y devastada desde que... desde que perdí a mi bebé. Es doloroso recordarlo ahora. Así pasé mucho tiempo, hasta que ya no podía soltar una lágrima más, y mis ojos ardían.

No quiero pensar en eso ahora, pero debo deshacerme de la sangre de la mesa del comedor...  Me incorporo con poca fuerza, y tomando una de las tantas toallas de la perchera, la corto sacando al menos dos largas y gruesas tiras, con el mismo objeto que aumentó el pánico entre nosotros; el estupido cuchillo. Cruzo a penas a una esquina de la habitación, y echo un vistazo a Jay de soslayo. Sigue en calma. Quizás ya esté dormido.

Empapando lo suficiente el trapo con el agua del fregadero, me deshago de las manchas de sangre que ya están secas. Sin embargo, utilizo tanta fuerza que las mismas no tardan en desvanecerse. A continuación, coloco dentro del botiquín todo lo que yacía regado y no usado sobre la mesa, arrojando al mini-contenedor de basura a un costado de la alargada encimera, lo utilizado. A demás devuelvo las envolturas de comida a las alacenas.

El reloj indica las 11:40pm. 《Demasiado tarde》pienso, volviendo a lavarme la cara al cuarto de baño, más que eso, me doy una pronta ducha, enfriando mis penas, y quitando por completos los restos de sangre de mi cuerpo. Rebuscando en el gabinete sobre el lavamanos, encuentro una loción, lo acerco a mi nariz por curiosidad y su olor es exquisito, huele a rosas fresca. Unto un poco en mis manos y la extiendo a mis brazos. 

Tomo otra toalla y voy a por un cambio de ropa. No me molesto en cambiarme a otra parte, mi compañero sigue dormido. Entre tanto que urgo en la cómoda, encuentro unos pantaloncillos de dormir y una blusa de mangas color rojo.

De pronto, el espacio se ha vuelto más frío de lo habitual. Es extraño. Me apresuro en ponerme los pantaloncillos, y dejando la toalla sobre la cómoda, me doy vuelta (simple reflejo), buscando el lado derecho de la blusa, es incomodo tener los pechos al aire con semejante cambio de temperatura. Diablos, ni siquiera tiene etiqueta, como sabré cual es el lado correcto. Tal vez deba encender la lámpara...

__Lindo torso__

Pego un brinco junto a un chillido de sorpresa, a pegando la tela contra mis pechos, ubicando a mi compañero con la mirada por detrás de mi hombro.

__¡Dios! ¡Jay, me matarás de un susto!__

Su mirada se nota cansada, entre-cerrada, al igual que su voz.

__Lo siento__ Se restrega los ojos con la mano libre de herida (la derecha). __No fue mi intención sorprenderte de esa manera__

Culmino en poner la blusa rápidamente, avergonzada, y me siento a un lado suyo, palpando su brazo.

CAUTIVOS- [ Jay & Kim]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora