prologo

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La vida no es fácil

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La vida no es fácil... eso me queda claro.

Pero cuando aprendes a sobrevivir a ella, aprendes a tenerle cariño. La buscas, proteges la vida que posees como si fuera lo único que tienes y llegaras a tener, porque una vida a medias es mejor que nada. Aprendí eso el día que me fui de casa.

Me encontraba en mi habitación, sentada bajo la única ventana en mi cuarto, con la luz de la luna como única iluminación para ver lo que dibujaba en mi cuaderno. La mayoría de mis dibujos carecían de color, solo líneas y trazos negros, al igual que los rostros que ilustraba, llenos de sombras y tonos oscuros. Observe el reloj en la mesita de noche junto a mi cama, eran justo las tres de la mañana. Muchos dicen que es la hora maldita, y tal vez, no estén tan equivocados. Escogí que fuera en la noche, así mi madre no se daría cuenta de mi huida; así no me estorbaría el paso... no me chantajearía como acostumbraba a hacer, no me recordaría nada. No tenía muchas pertenencias, todo me cabía perfectamente en una mochila... no pensé volver a la escuela, pero aun así guardé el viejo uniforme en mi mochila. Asistiría hasta que se acabara el mes cubierto de la colegiatura. Colegiatura pagada por el dinero que logre recuperar de lo que ganaba en mi antiguo empleo.

Tomé una chamarra y me puse el gorro de esta, sobre otro gorro que disfrutaba usar. Me puse mis audífonos y antes de salir, con la mano sobre la perilla de la puerta de la que había sido mi habitación durante 12 años, me tomo un minuto para mirarla y despedirme... y después me dirigí a las escaleras para llegar a la puerta de la cocina, la que llevaba a al lado trasero de la casa donde planeaba saltar la reja.  No quise salir por la puerta principal, no quería que mis vecinos me vieran o que alguien dentro de la casa escuchara la puerta cerrándose. Pero ella lo hizo... y yo sabía perfectamente lo que estaba a punto de ocurrir.

Solo la observe, estaba ahí, sentada en una silla en la mesa de la cocina, ya tenía el cinto en la mano. Le sonreí, eso ya no era suficiente. Mi sonrisa maniática vacilo un poco ante su nueva arma, no era letal, pero ya nada lo era. Toda sensibilidad que poseía mi cuerpo había desaparecido por completo hace años. ¿Por qué ella seguía golpeándome? Porque no había dejado que lo supiera. ¿Por qué me voy hasta ahora? Porque aun que no pueda sentir dolor físico... mi estabilidad mental estaba llegando al límite. La locura no era algo a lo que le temiera, había aprendido que o se vive con ella o se controla. Yo decidí tenerla de aliado. Cuando la cordura te abandona, la locura te impulsa a demostrarle a la cordura que no la necesitas para sobrevivir, fue por eso que decidí irme.

Mi madre aun sostenía el cable que había arrancado de quien sabe dónde y me veía con ojos bien abiertos en señal de advertencia. Si intentaba cruzar por esa puerta, ella no me dejaría avanzar. Era su fuente de ingresos, la manera en que conseguía lo que quería. La niña tierna de 10 años que pedía a las demás personas lo que ella no podía tener, para dárselas a su madre hambrienta. ¿Cómo ella era capaz de eso? Simple, ella no era mi madre. Al menos no la verdadera. Me adopto a las 3 para llenar su soledad creciente. Me empezaba a acercar a la puerta cuando me golpeo con el cable. No dolió nada, pero fue suficiente para voltear a verla, le dedique una mirada asesina. No me gustaba cuando me golpeaban, porque lo hacía pensando que tenía control sobre mí. Puse una expresión serena en mi rostro, decidí que era mejor así, y continue mi camino hacia la puerta. Tomo un cuchillo... lo sé, olvide mencionarlo. Mi madre no era una persona que estuviera sana mentalmente. Era impulsiva... sabía bien de lo que era capaz. Pero eso no me importaba.

Me observo con mirada amenazante.

—¡hazlo! —le dije—. se bien que quieres hacerlo.

Me miro confusa, nerviosa también. Continúe hablando, retándola:

—vamos, ¿Qué estas esperando? ¡Hazlo! —grite.

Se quedó quieta. La hice aun lado, y ahora logre poner la mano sobre la perilla de la puerta. Y fue ahí donde lo enterró... primero en mi espalda, y cuando me voltee, me golpeo de nuevo enviándome al piso. Pero eso no fue suficiente... siguió haciéndolo, una y otra vez hasta que pude ver el cansancio en sus ojos. No me importaba.  Desde abajo le dedique una de mis mejores sonrisas... y me levante.

Me miro aterrada, me las arregle para quitar el cuchillo de mi espalda y seguí sonriéndole. No había sangre, no había dolor. Solo yo y la mujer que me había usado como dama de compañía todos estos años...

—¿Qué rayos está mal contigo? —dijo con ojos bien abiertos. Podía ver el terror en ellos.

—¡todo! —grite. los sucesos comenzaban a cobrarle factura a mi mente. Lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas—. todo está mal conmigo.

Aun sostenía el cuchillo que me había quitado de la espalda, lo sujete frente a mi mientras le gritaba; la hoja afilada estaba manchada de sangre, mi sangre.

Lo lance.

Lo lance al suelo, cerca de sus pies. Ella retrocedió, asustada, y me miro como si fuera un monstruo... "tal vez lo soy" —me dije a mi misma—. "pero no me importa."

Me di media vuelta y Sali por la puerta trasera. La fría lluvia de la madrugada me recibió en cuanto puse un pie fuera. Escuche sus gritos, hasta que ya no escuche nada más. Sali de mi casa como en un trance, como si hubiera estado caminando dormida, el recuerdo del trascurso de la casa a la calle me aparece borroso, y como si una burbuja me hubiera aislado de cualquier sonido. Le di la espalda a todo, a la casa putrefacta en la que solía vivir, al vecindario de mala muerte en el que crecí en Sortavala, Rusia, y a ella, pero no me importaba, nada lo hacía a esas alturas. Le subí el volumen a la música, consciente de la falta de sonido que hacia la noche aún más solitaria y no voltee hacia atrás hasta que estuve dos cuadras lejos de la que solía ser mi casa... estaba empapada, el frio se filtraba por mi ropa, pero tampoco me importaba... era como si no pudiera sentir nada. como si mi alma estuviera congelada por el frio de la noche.

Mientras el lobo no estáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora