LOS HERMANOS OSBORN

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TATIANA

Mis hermanos están metidos en sus propios mundos.

El camino a la academia a la que asistimos es largo desde nuestra casa. Nate va manejando, con la vista fija en la carretera, Will está en el asiento del copiloto moviendo hacia los lados sus baquetas y con la mirada perdida, como siempre metido en sus pensamientos. Irisha está sentada a mi lado en la parte de atrás con su libro de biología en la mano, Natasha está al otro lado comiendo una manzana mientras ve por la ventana y yo limpio uno de mis cuchillos, concentrando mi vista en ellos.

Soy la mayor de todos, aunque todos tengamos la misma edad, soy considerada la mayor por ser la primera en llegar a la familia y por consecuencia, tengo que hacerme cargo de esta bola de inútiles. Nate estaciona el auto en el estacionamiento de la escuela en el lugar de siempre. Mis otros dos hermanos deben estar cerca; nuestra familia tiene su propio espacio de estacionamiento, por lo que, aunque lleguen tarde, tienen su lugar asegurado junto a nuestro vehículo. Una vez aparcado el coche, Nate y Will voltean hacia nosotras.

—¿todos recuerdan el plan? — pregunta Nate.

—sí. —contestan los otros.

Cuando termino de limpiar mi cuchillo, paso el dedo anular sobre este para comprobar su filo, la piel se corta, pero no sale sangre.

—¿Tatiana? — pregunta mi hermano desde su asiento.

Volteo hacia el

—¿sí?

—¿recuerdas tu parte?

Que pregunta tan tonta. Aun así la contesto.

—claro. —digo con la vista de nuevo en el cuchillo.

Lo guardo en el lugar correspondiente antes de dirigirme a todos.

—Hagamos esto. —digo con mi mejor sonrisa.

—aun no entiendo una cosa, ¿Por qué el? —Pregunta Irisha— hemos estado observándolo por semanas y no ha presenciado ningún tipo de habilidad que nos sea útil.

—por eso lo obligaremos a que nos muestre ¿no es así? —le contesto con una mirada picara.

—solo sigue el plan Irisha. —protesta Natasha, poniendo los ojos en blanco—. sí nos es útil o no, lo averiguaremos pronto. Pero no podemos hacerlo dentro del carro.

Todos comenzamos a salir uno a uno, y en cuanto pongo un pie en la gravilla del estacionamiento escucho como las llantas del carro convertible rojo de Jonathan raspan el cemento justo a nuestro lado. Nate toma la mano de su gemela mientras avanza, e Irisha, Will y yo nos unimos a su paso mientras comenzamos a avanzar. Me coloco al frente y mis hermanos caminan detrás de mí como mi sequito, lo cual me gusta y me parece apropiado. Soy la líder de nuestra -por llamarlo de alguna forma- pandilla, y me gusta que me traten como tal, incluso aunque no suela mencionarlo seguido, prefiero guardarme eso para mí. Mis otros hermanos: Blair y Jason se nos unen también, completando así el grupo de los hermanos Osborn. Los hijos adoptados por el doctor del mismo nombre.

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BLAIR

Jason ha estado distante.

Lo entiendo, yo también lo he estado. Fingir que somos hermanos es difícil para ambos. Yo no quería esto, pero no nos dejaron opción. Ahora nos ha adoptado la misma persona, así que legalmente, si somos hermanos.

La ciudad entera-que en realidad no es muy grande- nos considera raros. Tenemos secretos, aunque ¿Qué familia no oculta algo? La única diferencia entre mi familia y la familia de los demás adolescentes con los que convivimos en el colegio, es que nuestros secretos son más difíciles de esconder, y que si alguien los revela... prácticamente, estamos muertos. No era fácil vivir así al principio, pero te acostumbras. Es increíble lo que estamos dispuestos a aceptar por sobrevivir. Fuera de todos los rumores que se crea a nuestras espaldas de la familia "rara" y  "pervertida" que somos, está la verdadera diversión. Cuando podemos salir y ser quien somos a nuestro antojo, justo a media noche, cuando la ciudad duerme. O a veces... durante el día.

Mi hermanastro se encuentra en el asiento del conductor en el impala 64 rojo que conduce, mientras yo permanezco callada en el asiento del copiloto. Mi cabello negro sostenido en una cebolla alta y despeinada amenaza con soltarse del improvisado peinado por la fuerza del aire, Jason permanece callado mientras conduce, hasta que se estaciona en el estacionamiento de la escuela Drachen. Apaga el carro, y nos quedamos sentados ahí, en silencio. Puedo ver el carro de mis otros hermanos cerca del nuestro.

—así que... un nuevo integrante. —dice rompiendo el silencio.

—otro hermano... —suspiro—. alguien mas como nosotros.

—no sabemos si de verdad es uno de nosotros Blair... no hemos presenciado nada especial en el aún.

—papa nunca se equivoca en estas cosas.

—lo sé —dice soltando un largo suspiro—. nunca lo hace.

Se gira para tomar su mochila del asiento trasero y se topa con mi mirada, la cual está centrada en su ojo. Él se queda callado, sosteniendo mi mirada y soy yo la que habla primero:

—¿ya vas a decirme que te paso en el ojo?

—no fue nada Blair, tranquila. —dice mirándome a los ojos.

Siempre ha sido un mal mentiroso. Yo por otro lado...

—Jason... —ya no me mira, y yo busco su mirada con la mía.

Hace un gesto de exasperación, pero al final me mira con una mirada que me cuesta descifrar.

—estoy bien, de verdad. —hace ademan de acariciar mi mejilla, pero en vez de eso, me acomoda un mechón de cabello tras la oreja—. vamos, los demás ya están entrando al edificio.

Sale del auto el primero, y a mí me toma unos minutos componer mi expresión dolida antes de seguirlo. Se que soy la culpable de que nuestra relación se afectara, y aunque yo me lo busque con todas las cosas que hice, me duele que ya nada sea como antes. Ya casi no hablamos y cuando lo hacemos el siempre esta serio y algo cortante; me trata solo como su hermana, nada más que eso... creía que después de todo lo ocurrido el verano pasado podría dejar de amarlo, pero me equivoque. Sin embargo, no me arrepiento, era lo que necesitaba en ese momento y lo conseguí. Me bajo del carro y ambos nos unimos a los demás. Las miradas de todos en el estacionamiento se giran a nosotros... los hijos del doctor Osborn siempre serán el centro de atención.

Mientras el lobo no estáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora