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—Nunca te había escuchado bromear —digo como si nada, dando dos pasos adelante de él, sacudiendo mi cabeza para que no note lo que me pasa.

—¿Crees entonces que bromeaba? —responde, y me quedo de golpe parado, anonadado, sin querer voltear porque sé que estoy rojo aunque él solo esté bromeando, mientras pétalos caen al viento y noto que él me ha nuevamente alcanzado.

—Eso... —susurro y se me va la respiración, lo que me hace voltear a su lado y encontrarme con que él ha hecho lo mismo... Estoy frente a Akutagawa, sintiendo como estoy aún mas sonrojado y sin poder disimularlo seguramente, sin saber qué más decirle...

Él me observa, como si nunca me hubiera mirado tan cerca, y noto el rosa de los cerezos al fondo suyo, contrastando con su rostro pálido y su completa oscuridad. Y lo cierto, es que ese breve espacio que nos separa es desconcertante, porque me hace darme cuenta de que, en serio Akutagawa me gusta mucho, y que si fuera valiente, se lo diría, pero, temo mucho la respuesta a eso...

Y aunque no tenga nada de él más que su odio, la realidad es que ni eso quiero perder...

No sé cuántos segundos pasan, no sé nada porque su imponente mirada cruza la mía, como si rompiera todo en mí y leyera lo que estoy pensando. Creo que ahora soy yo quien lo odia, porque, porque ha obrado este sentir en mí...

—Obviamente bromeaba, porque, nunca pensaría en llamarte «príncipe de la luna llena», ¿no lo crees, Jinko? —se burla, y retoma su paso, mientras el cielo posa anaranjados y violetas en su color.

¿Pero quién se cree?

—Ya sé que bromeabas, porque tienes tanto miedo de pronunciar mi nombre, que el pensar que me digas «príncipe» era ilógico —reprocho, mientras ya va unos seis pasos delante mío. Él detiene su avance, y voltea, enérgico, retornando sobre sus pasos, en esa calle donde solo somos los dos, los cerezos y el cielo al crepúsculo vespertino.

—¿Y por qué tendría miedo de decir tu nombre? ¿AH? —reclama, llegando frente a mí. Dije algo sin pensar y ahora, solo queda afrontarlo, aunque, ya ni estoy pensando bien en lo que hago, menos en lo que digo...

—No lo sé, por qué no lo respondes tú, después de todo te has aferrado a llamarme Jinko y no por mi nombre, entonces debe ser porque temes pronunciarlo, verdad, Ryunosuke... —contesto, sarcástico, y él me va a lanzar un golpe, el cual esquivo, yendo hacía atrás varios pasos, mientras él se acerca, para volver a golpearme, cuando siento mi espalda pegar con un tronco de un cerezo...

Estoy en problemas...

Sabes que en el fondo me deseas... Shinsoukoku FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora