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(Bungou Stray Dogs le pertenece a Kafka Asagiri)

Dicen que aquellos que se odian, tienen una conexión, extraña, pero al final, los une algo. La cosa aquí es que cuando tú no has hecho nada, absolutamente nada para ganarte el odio de una persona, la pregunta no es solamente «¿Qué se puede hacer?» sino «¿Existe en este caso, aún así, una conexión?».

Aunque, al plantearme esto, es como si quisiese que hubiera una conexión, aunque, tal vez es solo mi necesidad de explicarme el por qué, aquél chico que tanto me odia, provoca ese sentir en mí, inexplicable, de querer verlo todo el tiempo, de querer saber más de él, y sobre todo, esperar que un día deje de odiarme, aunque, tal parece que es más fácil que me mate antes...

Y con ello, no puedo referirme a alguien más que mi «archienemigo.

A Ryunosuke Akutagawa...

«Sabes que en el fondo me deseas...»

Cierro mis ojos porque necesito dormir sin darle más vueltas a esto que me he declarado desde hace unas semanas, cuando percaté que muy a mi pesar y a mi poco entendimiento sobre eso, cada vez pensaba más y más en él. Primero creí que era porque la pelea contra Fyodor y su equipo había sido muy intensa y porque habíamos enfrentado juntos a sus secuaces, pero luego eso siguió y ya no hay mucho más que decir, solo que, quisiera tenerle frente a frente. 

Porque ya no resisto, pero, no tengo pretexto alguno para verlo, y sé que necesito hacerlo para darme cuenta que es esto que me está pasando y que nunca antes había vivido. Aunque, después de todo, tras unirme a la Agencia de Detectives mi vida ha sido todo menos normal, y a estas alturas el darme cuenta que siento algo por Akutagawa solo sería la gota que derramaría el vaso de agua de las extrañezas de las que es parte mi vida. 

La cosa es que, ¿qué voy a hacer cuando me dé cuenta que sí siento algo por él?

Eso...

Me desespero, y dándome cuenta que tener tanto tiempo libre en este sábado de primavera, con el aire llevando el calor a cuestas, solo me está llevando al ocio de pensar en él, con lo que prefiero salir a caminar. En mi andar solitario, los cerezos van flanqueando el camino rosado, y mientras parejas van de la mano, o chicas me sonríen al pasar a mi lado, lo cierto es que su imagen se fija en mi mente más de lo deseado.

Tal vez si pudiera guardar mi corazón, podría comenzar desde cero y darme cuenta de lo ilógico de tener esto latiendo en mi pecho, porque, seamos sinceros, si llegara y le dijera a alguien lo que me pasa, solo se burlarían de mí... Y si se lo dijera a él, pues, seguro me mataría... 

La caminata por la tarde es agradable, porque parece que el cielo me abrazara con sus colores al comenzar el atardecer. Hay un señor vendiendo helados, así que me parece buena idea ir por uno, y...

—Vaya, no sabía que los tigres comían helado.

Sabes que en el fondo me deseas... Shinsoukoku FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora