La casualidad no existe -•YeonBin•-

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-¿Qué hora es?- Me pregunto a mí mismo desconcertado.
El cuerpo me duele más que nunca, la posición en que me quedé dormido no fue buena, aparte de eso, tengo un irritante dolor de cabeza por tanto haber llorando ayer.
Me dirijo a darme una ducha, tengo que darme prisa para ir al infierno, a la escuela, dónde lo único bueno es Huening Kai, mi mejor amigo desde la niñez, y el único que sabe de mis problemas, la única persona por la que vale la pena estar vivo.
Mi cara está sumamente inchada, ¡Vaya! Empezamos el día muy mal. Solo quiero que sea de noche para dormir y olvidarme de todo.

-¡YeonJun! Más te vale venir acá pequeño engendro-. Dice mi incomprensible madre desde la planta baja de mi casa.
-No puedo, me daré una ducha, voy cuando salga-. Digo de una manera cortante y un tanto grosera, pero vamos, ella no es muy educada que digamos conmigo, mi padre o cualquier persona
-Cuida ese tonito, jovencito-. Replica mi madre.

Me tiene verdaderamente harto esa mujer, pero ¿Qué se le va a hacer?
-¡Demonios! Voy tarde, otra vez-. Bajo corriendo las escaleras después de agarrar rápidamente mi mochila.
-Ya me voy, madre-. Dije muy apresurado a la par que cierro la puerta principal. No alcanzó a decirme nada, justo como quería.

Cómo creía, el autobús ya se había ido, tendré que correr para llegar a tiempo, Choi YeonJun, ¿Por qué toda tu vida es una tragedia?
Mientras voy corriendo pasa un carro muy cerca de mí, casi me pega, esto es el colmo.

-¡Maneja bien, estúpido!- Digo enojado, aunque la verdad, más asustado que nada.

Para mí total sorpresa, el auto se para en seco justo en frente de mí, y de ahí baja un chico más alto que yo, muy blanco, notablemente avergonzado con las mejillas rojas como un tomate y muy apuesto con el uniforme de mi instituto. Nunca lo había visto, y no lo voy a negar, es bastante apuesto.