—¡Sasuke! ¿Estás ahí?-murmuró.
Salió de casa en la medianoche hasta llegar al lago lo más pronto posible. Como era costumbre, el joven muchacho de doce años de edad visitaba todas las noches a su mejor amigo en todo el mundo. El corazón amable y puro de Minato, había sido capaz de tumbar los fríos muros de hielo en el pecho de la criatura que vivía debajo de las heladas aguas del enorme rio.
—Tardaste-gruñó malhumorado, acercándose poco a poco a la orilla.
El blondo sonrió abiertamente bajo la luz de la luna dónde sus ojos eran realmente resplandecientes y cautivaban a su amigo de cabellos azabaches y ojos ónix. Sasuke se arrimó hasta estar a su lado dejando al descubierto su delgada pero musculosa figura hasta la cintura, la cola se sacudió en las aguas y se dejaba ver por momentos, Minato admiró fascinado sus grandes aletas y el hermoso color de las escamas, un celeste brillante y misterioso que solo tenía comparación con sus ojos.
Sasuke era un tritón, o más conocido como una sirena. Su familia descansaba en el fondo del lago y se mantenía distante de la población humana, pero Sasuke no permanecía encerrado en una burbuja como otros de su especie. Él no soportaba no poder explorar otros sitios más allá del ojo humano, muchos temían ser vistos y ser cazados para luego ser experimentos o trofeos en los museos. Muchos años antes, antes de que la tecnología tuviera nacimiento en la tierra, las sirenas paseaban sin miedos y disfrutaban compartir sus vidas con los humanos. Hacer amistades, divertirse con ellos en el agua, y que pudieran enseñarles sus costumbres y explicarles que se sentía tener piernas en lugar de una larga cola de pez. Sin embargo, en algún momento de la historia, la confianza que habían depositado sobre los seres humanos se rompió en un abrir y cerrar de ojos cuando la caza fue puesta como un entretenimiento. Muchos murieron, las sirenas estaban al borde de la extinción, fue entonces que el gobernante de los mares tomó hasta el último de sus hijos y abandonaron las aguas a las que recurrían para la caza, nadaron por muchos días lo más lejos que sus aletas les permitiera.
La familia de Sasuke era uno de los tantos sobrevivientes de aquel fatídico día que pasó a la historia.
—¡Mañana cumpliré trece años! Es increíble como pasa el tiempo.
—Oh, cierto. Tengo que hacerte un regalo-sonrió de medio lado.
—No hace falta, con que estés siempre para mí es suficiente. Tu compañía es mi mejor regalo, Sasuke-le dedicó una dulce sonrisa.
—Eres un mocoso-exclamó sonrojado, desvió la mirada de su rostro.
—Si tú lo dices-rió—¡Sasuke, estoy muy feliz de conocerte!-se abalanzó sobre él sin dejar de sonreír.
—I-idiota, te estás mojando–intentó apartarlo de sus brazos, pero el blondo se había pegado completamente a él. Sintió los tibios brazos rodear sus anchos hombros y la pequeña cabellera hacerle cosquillas el mentón. Suspiró.
—Sasuke...-susurró—Llevamos dos años de conocernos, pero nunca te veo envejecer. Yo sigo creciendo, y algún día-comenzó a angustiarse.
—Nosotros también envejecemos, pero no al mismo ritmo que ustedes los humanos. Lo hacemos más lentamente.
—Cuando me dijiste que tenías cien años no te creía para nada-rió—Pero ahora, ahora he abierto los ojos. Sigues igual a cuando te conocí, nuestro tiempo de vida es diferente...
—Minato-sintió al pequeño temblar y sollozar entre sus brazos.
—Me iré antes que tú, Sasuke. Creo que dejaré de venir cuando los años ya pesen sobre mí, no deseo que me veas con una fea apariencia.
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Lágrimas de cielo azul
Fantasía-Siempre te amaré, Minato, espero que seas muy feliz. El blondo observó el cuerpo zambullirse por completo y perderse lo más lejos de su vista. Cuando logró reaccionar ya era demasiado tarde, se dejó caer de rodillas junto a la orilla y sus lágrimas...