Capítulo Uno - Una Zambullida Al Pasado

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- Angel, no estoy seguro de que esta sea una buena idea – dijo el Demonio Crowley, mirando a su alrededor como si temiera que las huestes angelicales fueran a aparecer de repente para aniquilarlo allí mismo – En verdad no tengo buenos recuerdos de este lugar ¿sabes?

El Ángel Aziraphale suspiró y tomó su mano en la suya.

- Ya lo sé amor, pero es parte del tour. Anathema y Newton en verdad se lucieron al obsequiarnos este viaje de luna de miel y no podemos simplemente dejar de lado algo por lo que ya pagaron.

El atractivo rostro de Crowley se iluminó ante la mención de la luna de miel. El y Aziraphale se habían casado hacía apenas dos semanas, para el alivio y júbilo de sus amigos humanos, que sabían bien de los seis mil años de sinsabores y dolor que la pareja había pasado sufriendo, obligada por Cielo e Infierno respectivamente a vivir separada y fingiendo que se odiaban. Con la ayuda de sus familias, Anathema y Newton habían arreglado la luna de miel como regalo de bodas y habían enviado a los recién casados a un tour por Europa, libres al fin de sus respectivos ex jefes después de todo aquel desagradable asunto del Armaggedon. Ángel y demonio se habían dedicado a disfrutar de su matrimonio y de cada lugar visitado, recordando a veces experiencias pasadas, tanto en conjunto como cada uno por su lado, y disfrutando la libertad de poder estar juntos y libres bajo la luz del sol.

Pero esto . . . Crowley meneó la cabeza. Su pelirroja melena, que se había dejado crecer nuevamente después del fallido Apocalipsis, cayó como cascada de fuego hasta media espalda, sedosa, ondulada y brillante a la luz del sol de la mañana.

- Tú no estabas aquí cuando sucedió – susurró a su esposo – Yo sí. Y fue horrible . . .

- Lo sé cariño, lo sé – Aziraphale le apretó la mano simpatéticamente – Nos encontramos justo después ¿te acuerdas?

Crowley asintió, pero no pudo decir nada, pues en ese momento, la guía de turistas, una animosa joven de no más de veinte años, se detuvo junto a ellos, micrófono en mano.

- Muy bien, grupo tres – llamó meneando una bandera azul que llevaba con ella para llamar la atención de todos – Integrantes del grupo res, todos por acá, por favor.

Unas quince personas se agruparon a su alrededor, incluyendo los recién casados. La joven les sonrió.

- Gracias a todos. Mi nombre es Bianca y voy a ser su guía durante el recorrido, que tendrá una duración de dos horas. Nos iremos deteniendo en los puntos de interés, les daré una explicación y tendrán tiempo para tomar fotos y hacer preguntas ¿de acuerdo? – todos asintieron, excepto Crowley, que se limitó a rodar los ojos. Bianca continuó:

- Bienvenidos a Pompeya, la antigua ciudad romana destruida por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 DC. Hagan el favor de seguirme, vamos a ingresar a la ciudad.

La mujer guió al grupo por la Porta Marina, que constituía una de las entradas a los restos de la ciudad propiamente dicha. Crowley pasó saliva, y seguido por Aziraphale, puso el pie en Pompeya por primera vez en dos mil años.

VVVVV

La guía condujo al grupo por los restos de la ciudad, deteniéndose en los puntos de mayor interés para dar sus explicaciones. El Foro, el Templo de Apolo, La Basílica, el Templo de Isis, el de Vespasiano . . . algunas veces, Crowley la corregía entre dientes, e incluso Aziraphale meneó la cabeza un par de ocasiones.

En la ahora conocida como Via dell'Abbondanza, Bianca hizo al grupo detenerse frente a un edificio muy bien conservado, al cual los hizo entrar.

- Este fue un Thermopolium – explicó – Es decir, una taberna. Si miran aquí – les indicó lo que parecían ser los restos de un mostrador con varios huecos – Verán estos agujeros redondos. ¿Alguien sabe para qué servían?

- Eran para mantener la comida caliente – replicó Aziraphale – Los huecos se rellenaban con agua caliente y encima se colocaban las ollas.

Mientras el ángel hablaba, Crowley había comenzado a mirar a su alrededor con aire inquieto.

- Así es – exclamó la guía, entusiasta – Los viandantes seleccionaban sus alimentos y o bien se los servían aquí mismo, o bien se los vendían para llevar. Atrás de este mismo mostrador se encontraron también varias ánforas de vino, intactas. Si me siguen por acá, verán también los hornos donde se cocinaba . . .

El grupo la siguió, pero Crowley de pronto se detuvo en seco.

- Oh, en nombre de Sat . . Dios . . . ¡Alguien! – exclamó, dando un tirón a la mano de Aziraphale y deteniéndolo. El ángel miró a su esposo, extrañado.

- ¿Sucede algo, querido?

Crowley miró a su alrededor con agitación creciente.

- Esto . . . esto no es meramente un thermopolium, ángel. Es el hospitium (hostería) de Gaia. Este es el alojamiento donde yo me hospedé durante meses, hasta el mismo día de la erupción.

- ¡Oh Dios! – exclamó Aziraphale, en shock - ¿Fue aquí donde te sorprendió?

Crowley asintió, mordiéndose el labio.

- Yo estaba en una mesa, por allá – señaló un rincón de la habitación vacía – Gaia acababa de servirme una garrafa de vino cuando sobrevino el primer temblor . . . era mi último día en Pompeya, ángel, al día siguiente hubiera partido hacia Stabiae, pero . . . – calló y meneó la cabeza. Tras un instante, miró a su ángel – Acompáñame Zira, quiero comprobar algo . . .

- Por supuesto – Aziraphale siguió a Crowley a la calle y observó cómo el demonio examinaba las paredes de piedra próximas a la taberna, al parecer buscando algo.

Y lo encontró. Crowley se detuvo de repente frente a una pared medio ennegrecida por la ceniza incrustada en ella y contempló absorto una inscripción apenas legible garrapateada por una mano, al parecer infantil, dos milenios atrás:

"Gratias ago Fabius amicum meus" (Gracias Fabio, mi amigo).

- Titus – susurró Crowley con la voz quebrada.

Aziraphale enarcó una ceja.

- ¿Titus? – repitió y dio un respingo - ¡Oh! ¡El niño!

Crowley asintió, perdido en sus memorias.

- Esto lo escribió el mismo día de la erupción, ángel. Como recordarás, yo me hacía llamar Fabius en ese entonces. Este graffitti es mío, para mí. Titus me lo mostró apenas un par de horas antes del desastre . . .

Aziraphale le puso una mano en el hombro.

- Recuerdo que me contaste que tú le enseñaste a leer y escribir . . . es natural que hubiera querido mostrarte su agradecimiento . . .

Crowley esbozó una sonrisa melancólica.

- No muy demoniaco de mi parte, dar algo de educación a un niño esclavo ¿verdad? Si Ligur o Hastur se hubieran enterado y le hubieran ido con el cuento a Belcebú, el Vesubio habría sido el menor de mis problemas . . .

- ¡Hey! – la voz de la guía los hizo dar un salto – Amigos, por favor, no se separen del grupo. Vamos a continuar el recorrido hacia el Macellum (mercado).

- ¡Oh sí, claro, mil perdones! – replicó Aziraphale, siempre cortés. Tomando la mano de Crowley, el ángel gentilmente llevó al demonio de vuelta al grupo de turistas y continuaron la visita, sin imaginarse lo que vendría después.

VVVVV

In Terris Ínferos (Infierno En La Tierra) Good Omens Crowley/AziraphaleWhere stories live. Discover now