Capítulo Dos - Titus

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Ciudad de Pompeya, 27 de octubre del año 79 D. C.

El sol de la mañana se abrió paso por la ventana abierta de una habitación en el segundo piso del hospitium de Gaia, dando de lleno en el rostro de un muy pelirrojo y dormido demonio.

Crowley abrió un amarillo ojo, refunfuñó por lo bajo y se echó la sábana sobre sus rojos rizos, con la intención de dormir un poco más. Sin embargo, unos golpes dados a su puerta lo hicieron despertar del todo.

- ¡Con un infierno! – exclamó malhumorado. Con un suspiro, se quitó las sábanas de encima y se incorporó - ¡Adelante! - gritó, al tiempo que se ponía en pie.

La puerta se abrió y entró un esclavo, un niño de escasos ocho o nueve años, delgado, de corta estatura para su edad, rubio, de facciones delicadas, que portaba una charola con diversas viandas y una garrafa de vino. El pobre apenas podía con el peso de las cosas.

- Salve, dominus Fabius (Buenos días, señor Fabio) – saludó tímidamente – El ama Gaia me envía con el desayuno para Su Nobleza . . .

Crowley tomó la charola, aliviando al niño de la carga, y la puso sobre una mesa junto a la ventana.

- Salve, Titus – saludó a su vez olvidado de su malhumor, y sonrió al pequeño - ¿Y cómo estás hoy? ¿eh? – preguntó, revolviéndole afectuosamente el corto cabello dorado.

Titus bajó los azules ojos, que a Crowley le recordaban mucho los de Aziraphale. Desde su encuentro en Roma en el año 41, D.C. no veía al ángel, y echaba mucho de menos al que, para su gran desgracia, se había convertido en el amor de su vida. Pero ese era un secreto que Crowley no confesaría ni siquiera enfrentado a un ánfora de agua bendita . . .

- Me encuentro bien, dominus, aunque tengo que confesar que tengo mucha hambre . . .

La voz del niño sacó a Crowley de sus ensueños sobre Aziraphale. El demonio frunció el ceño y lanzó una mirada ríspida al pequeño esclavo.

- ¿Pero es que no has desayunado aún?

Titus meneó lúgubremente la cabeza.

- El ama Gaia se enojó anoche por algo que hizo Tiburtinus, y ordenó que ninguno de los servorum (esclavos) comiera nada el día de hoy, para así dar un ejemplo a todos . . .

Crowley lo miró boquiabierto.

- ¿Nada? ¿En todo el día? – repitió indignado - ¿Y cómo espera que trabajen?

El niño se encogió de hombros. El demonio ardió de furia.

- Titus – ordenó agarrando una silla y poniéndola junto a la mesa – Siéntate.

El niño lo miró desconcertado.

- ¿Sentarme yo? ¿Frente a Su Nobleza?

- No soy ninguna nobleza. Siéntate – ordenó Crowley en tono perentorio. Titus obedeció. El pelirrojo entonces le puso la charola delante – Ahora come.

- ¡Pero dominus! – se escandalizó el niño - ¡No puedo! ¡Es el desayuno de Su Nobleza! ¡Y además, si el ama se entera me despellejará vivo!

- No tiene por qué enterarse – opuso Crowley – Y si lo hace yo me las arreglaré con ella. Ahora come y deja de protestar.

Los ojos de Titus se llenaron de lágrimas.

- Dominus es muy bueno – susurró.

- Shh, no me metas en problemas niño – musitó a su vez el demonio, esperando que nadie de su gente anduviera por ahí chismorreando.

In Terris Ínferos (Infierno En La Tierra) Good Omens Crowley/AziraphaleWhere stories live. Discover now