1. - El Caso.

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"Hay situaciones en esta vida, que no se pueden evitar. -"

Bienvenidos a esta nueva historia, disfruten.

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Pasos firmes resonaban por los pasillos de la Fiscalía Especializada en Delitos de Alto Impacto o FEDAI; como la llamaban para acortar, en está, solo laboraban los mejores agentes investigadores del país. Elegidos por sus aptitudes físicas o intelectuales; sus diferentes oficinas y áreas, estaban llenas de gente talentosa en diferentes áreas del conocimiento.

Era para muchos policías o agentes de otras corporaciones de justicia la meta a alcanzar; no solo los salarios y prestaciones eran más altas, sino que también había un reconocimiento social muy amplio al trabajar en ella. Se jactaban de ser incorruptibles; ser los mejores ranqueados en índices de confianza, tener los mejores índices de captura de delincuentes y de haber desmantelado bandas de criminales completas en varios países.

Ahora mismo el FEADI tenía en su mira a una banda criminal bastante particular; está no se identificaba a sí misma con ningún nombre, de hecho, había sido bastante complicado dar con ella, tenía muchas ramificaciones y operaba en grandes zonas del país. Pero últimamente había hecho una jugada que los había dejado más expuestos ante sus vigilantes ojos, lo cual les permitió identificar a su líder.

Barquín; como era conocido en el bajo mundo, era apenas un joven, inteligencia apuntaba a que su edad oscilaba entre los 25 y 27 años, se había hecho con el control de la organización gracias a su carisma, intelecto y belleza. Y ahora había fijado su mirada en un negocio bastante redituable y que, por su naturaleza, era muy difícil de investigar, dadas las implicaciones de gente rica y poderosa con esos gustos.

La trata de personas; el comercio y el turismo sexuales, eran los negocios que más dinero le representaban a Barquín y a su organización sin nombre, está era la razón por la cual el jefe de Maximiliano Benavides había llamado a sus mejores agentes a su oficina. Los cuales se estaban reuniendo lentamente en la misma, esperando la llegada de su superior.

Maximiliano o "el Jefe" como era usualmente llamado; era un hombre de mediana edad, apenas había pasado los 40 y ya se encaminaba al medio siglo, aun así, mantenía un aspecto bastante conservado. Era un hombre de más de 1.80 con buenos músculos, con pelo canoso y lentes de montura que cubrían sus fríos ojos color gris.

Un hombre temible de lejos; pero cuando lo conocías te dabas cuenta de que tenía un buen corazón, odiaba las injusticias, la corrupción, se esforzaba por conseguir un mundo más justo, por esa razón era respetado por todos y cada uno de los agentes que trabajaban bajo su mando en la fiscalía.

Tras unos minutos de espera; salió de una de las puertas que conectaban con su oficina; miró a todos con un semblante serio, inspeccionado quien faltaba y quien estaba presente, para después de unos segundos de evaluación, sentarse en su silla de cuero negro. - ¿Dónde chingados está Osorio y Bondoni? ¿Creen que tienen derecho de hacerme esperar a mí? - Ladro de manera amenazante con esa potente y profunda voz que poseía.

-Osorio salió a un compromiso que tenía con la policía de la Ciudad de México y Bondoni estaba ocupado cerrando el papeleo de uno de sus casos más recientes, no deben tardar señor. - Respondió de manera despreocupada Diego Valdés, otro de sus mejores agentes, mientras chupaba animosamente una paleta.

-Bien; esperemos entonces a los señoritos, creo que merecen ese privilegio después de lo que tengo que decirles. - Dijo en un tono cansado que pocas veces habían escuchado; pero nadie dijo nada al respecto, increpar al jefe con temas oficiales no era bien visto, además debían esperar a que todos estuvieran reunidos.

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